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El caso más claro es el de maricón. Apropiarse de lo que para unos es un insulto y reinterpretar el significado. O quedárselo para subvertir ... el poder negativo. El día de nuestro apagón y conmemorando los 100 días de Trump, en los exteriores de la Casa Blanca se plantaron 100 carteles de inmigrantes ilegales, deportados o no, pero sí calificados de criminales. No ponía ni nombres ni su estatus legal. Bajo la foto del tipo se leía violación, asesinato, distribución de fentanilo y el logo de la Casa Blanca. Estaban expuestos donde se ponen las televisiones para hacer directos. Coincidía el numerazo con las críticas a la istración por sus cuestionables deportaciones y hasta la detención de una juez. De lejos, el despliegue parecía una protesta civil pidiendo justicia, con razón o sin ella. Un «Euskal presoak Euska herrira», un «Liberad a Willy». Trump se apropió de la estrategia de protesta desde su poder omnímodo. Qué tío. Qué 100 días.
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