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«Ha habido más ruidito que ruido» y «la polémica ha sido más bien una interpretación mediática». Con estas palabras, el presidente del PNV, Aitor ... Esteban, daba ayer por zanjado el agrio enfrentamiento protagonizado durante ocho largos días por los peneuvistas y sus socios del PSE en el Gobierno Vasco a cuenta de las palabras del lehendakari sobre cómo gestionar la inmigración. El líder socialista, Eneko Andueza, enterraba poco después, en el Parlamento Vasco el hacha de guerra con sus aliados en el Ejecutivo, siguiendo la senda marcada la víspera por el propio Imanol Pradales.
Un duro cruce de reproches, «catarro» lo denominó el lehendakari, que no va a dejar secuelas profundas al pacto de Gobierno, pero que, por mucho que el líder del Euzkadi Buru Batzar quiera circunscribir a la interpretación de los medios de comunicación, ha dejado en esta semana frases en la hemeroteca que no dejan lugar a dudas de que ha sido una polémica de producción propia, 'made in PNV-PSE' y que hace bueno el refrán de que, en ocasiones, 'por la boca muere el pez'.
Y eso que cuando el lehendakari, el jueves 15, lanzó al aire en un foro de El Correo en Bilbao la reflexión sobre la gestión de la inmigración en Euskadi, lo hizo probablemente sin ánimo de encender los ánimos. «¿Qué tipo de migración necesitamos y qué tipo de migración es la que estamos recibiendo? Solo en los últimos cinco años hemos recibido más de 75.000 personas migradas. Pero no ha sido una migración buscada. ¿Qué necesidades tiene la sociedad y la economía vasca?», se preguntó Pradales. El debate quedó ahí, pasó desapercibido entre los medios, y el viernes nadie respondió.
Pero el sábado, en una tertulia de parlamentarios vascos en Radio Euskadi, el socialista Ekain Rico y el peneuvista Joseba Díez Antxustegi, echaron las primeras brasas a las incipientes llamas. Rico, miembro de la Ejecutiva vasca del PSE-EE y con un peso creciente en el partido, criticó que «Pradales se aparta del ámbito que hemos acordado la mayoría con el pacto vasco-migratorio».
Díez Antxustegi, otro político joven con proyección que empieza a bregarse en el debate público, entró al trapo y alimentó más la polémica al hablar de que «esa migración tiene que ser selectiva, ordenada, regular y segura, sin dejar de hacer una apuesta por la natalidad en Euskadi». La palabra 'migración selectiva', que Pradales no había utilizado, fue la que motivó el disgusto de los socialistas, al considerar que se hablaba de inmigrantes de primera, los que vienen con formación, y de segunda, aquellos que huyen de la guerra o la pobreza con pocos medios a ganarse el pan en Europa, en este caso en Euskadi.
El domingo supuso una tregua, pero el lunes, con el arranque de la semana, desató definitivamente la guerra. La delegada del Gobierno central en Euskadi, la socialista Marisol Garmendia, lanzó una andanada de las que duelen al PNV, al asimilarles a la ultraderecha española. «Me preocupa que el PNV esté lanzando mensajes que están más cercanos a las cavernas, a mensajes viejos y retrógrados del PP y de Vox», sentenció en un acto sectorial. El hecho de que fuera la representante del Gobierno central de Pedro Sánchez en Euskadi encendió al PNV, que enseguida calificó de «inisibles» estas declaraciones y advirtió al Ejecutivo de Pedro Sánchez, al que precisamente no lo sobran los apoyos en Madrid, de que «tomaba nota». La guerra estaba lanzada.
Mientras la oposición, EH Bildu y PP, asistía entre atónita y ávida, al nuevo enfrentamiento (el anterior fue por el TAV), la portavoz del Gobierno Vasco, María Ubarretxena, trató el martes, tras el semanal consejo de Gobierno, de bajar el suflé. Para ello, aseguró que en la reunión de consejeros no había habido enfrentamiento. Pero al día siguiente, Eneko Andueza, político que no se anda por las ramas, le desmintió en una entrevista en euskara en ETB1, y cuestionó las «ganas» del PNV de gobernar con ellos. Eso sí, centró el tiro más que en Pradales en Díez Antxustegi, del que dijo que sus palabras fueron «un poco racistas». El EBB reaccionó de inmediato tildando la intervención de Andueza de «provocación injusta y subida de tono». Fue el momento en el que el fuego alcanzó su cénit y amenazó con provocar alguna herida. Hasta que Pradales, Esteban y Andueza decidieron que no querían jugar a pirómanos y, tras varios os, zanjaron la cuestión. El jueves el lehendakari aprovechó un acto en Vitoria para precisar que en inmigración «todas las personas están en el centro» y precisar que la polémica no ha sido más que un «catarro que se cura con paracetamol». Toca ahora, que llega el calor, tener cuidado con las traicioneras corrientes para evitar nuevos resfriados.
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