EH Bildu diseña una estrategia para conquistar las clases medias y optar a gobernar Gipuzkoa en 2027

Para EH Bildu, la 'operación Gipuzkoa' es una pieza esencial en la estrategia de aterrizaje en la sesión institucional. Hasta ahora, la coalición PNV-PSE bloquea esta expectativa, pero en la medida de que sea necesario un tercer socio, la izquierda abertzale cree que el panorama está más abierto de lo que parece. El relato del recambio ya se ha puesto en marcha y el cambio llegará como fruta madura. Poco a poco, se está forjando un cambio de rasante en el terreno de la opinión pública en Euskadi.

El reto de EH Bildu es alcanzar el gobierno foral de Gipuzkoa para liderar un cambio de rumbo. La apuesta no es fácil pero tampoco resulta descabellada. De entrada, porque la inercia de crecimiento de EH Bildu no ha parado.

Moviliza a su base tradicional, a sectores fronterizos del PNV, a una parte de los votantes de Podemos y pesca votos en la abstención y entre los nuevos electores mas jóvenes. Tiene que combatir fenómenos minoritarios como GKS y encajar desde el flanco abertzale algunos reproches desde ELA que pretenden desgastarles en el universo del abertzalismo convencional por su vía institucional y posibilista.

Desde EH Bildu se pone más acento en la expectativa del voto soberanista crítico con el PNV más que con los electores del universo Podemos, desconcertados por el divorcio con Sumar y muy descontentos con el desencuentro en el seno de la izquierda más crítica.

Pero si EH Bildu puede crecer por el flanco de la izquierda, y proporcionarle una franja de apoyo adicional, la izquierda independentista centra sus expectativas en especial en la batalla electoral que se va a librar en San Sebastián y confía en un vuelco histórico en la intención de voto que pueda capitalizar. EH Bildu percibe un clima de desgaste del PNV que podría precipitar un relevo de Eneko Goia como candidato a alcalde –una hipótesis que no ha sido ni decidida ni comunicada, pero que planeará sobre los próximos dos años de forma determinante–.

El mismo alcalde Goia, en la última entrevista realizada por DV el pasado domingo, señalaba que «es muy pronto para hacer esa pregunta. Me quedan dos años de mandato y ahora mismo a lo que estoy es a sacar las cosas que tenemos que sacar adelante». La carestía de la vida y la saturación turística anticipan una campaña dura aun cuando desde el gobierno municipal se estima que la culminación de las obras del Topo en el verano de 2026 supondrán un punto de inflexión.

EH Bildu es consciente de que el soro al PNV en el terreno de las posibilidades de formar gobierno puede producirse precisamente en San Sebastián, con un efecto en la circunscripción de Donostialdea en el reparto de junteros.

El último estudio del Focus revela que el alcalde Goia, con un 99% de conocimiento, recibe una puntuación del 4,5, un suspenso, la nota más baja frente a la que obtienen los alcaldes de Pamplona (5,8), Bilbao (5,4) y Vitoria (4,8), aunque en este caso se queda también a dos décimas del aprobado. La misma encuesta señala que el problema que más inquieta en Donostia y Vitoria es la vivienda y en Bilbao, la seguridad ciudadana.

La izquierda soberanista que lidera Arnaldo Otegi cree que su mensaje ha llegado ya a las clases medias vascas, que ya no sirven las campañas tremendistas de acoso y que ya no funciona el recurso a la agitación del miedo. El perfil institucional de EH Bildu con el Gobierno de Pedro Sánchez ha logrado en buena medida amortiguar las aristas del proyecto. La interlocución con los agentes económicos, que es buena, que sirva también para catapultar una imagen de 'responsabilidad' en un momento en el que la sociedad reclama confianza y seguridad.

En eso está la coalición independentista desde hace tiempo, con nuevos interlocutores en el ámbito económico y social, con formación académica que muestran ante los agentes sociales conocimiento y pragmatismo. El objetivo es claro, limar las resistencias de antaño y dar una imagen con un trabajo de puertas adentro de responsabilidad.

Además, EH Bildu perfila una política de alianzas bien diferente a la clásica acumulación de fuerzas en clave soberanista. Era la apuesta del Pacto de Lizarra, con la que los partidos nacionalistas excluían negociar acuerdos de coaliciones de gobierno con el PP y el PSE en la medida en la que descartaban pactos con quienes no itían el derecho de autodeterminación.

Las tornas han cambiado. Después del final de ETA, EH Bildu se ha convertido en un socio parlamentario más que sostiene al Gobierno de Pedro Sánchez en Madrid y permite en Navarra el Gobierno de coalición de la socialista María Chivite.

EH Bildu tampoco se plantea un acuerdo de 'izquierdas' aunque no excluye que en algunos municipios sea viable con contenidos programáticos. La apuesta de EH Bildu es abrirse a acuerdos transversales con PNV y PSE.

El último Sociómetro también recoge una encuesta electoral en Gipuzkoa que demuestra la reñida batalla que se va a librar en este territorio. Según esta, EH Bildu obtendría el 39,4% de los votos, 2,1 puntos más que en las elecciones forales de 2023. El PNV, por su parte, crecería 0,4 puntos, logrando el 33% de los votos. El PSE sería la tercera fuerza con el 14,6% de los votos, 1,4 puntos menos que en 2023. El PP obtendría el 6,2% de los votos, perdiendo 0,2 puntos, mientras que Elkarrekin Podemos obtendría el 4,8% de los sufragios, 1,8 puntos menos que en dichas elecciones.

Llevadas estas estimaciones a escaños, Bildu mantendría su representación en las Juntas (22), el PNV ganaría un juntero (18); el PSE seguiría con siete; el PP mantendría sus tres, y Elkarrekin Podemos perdería uno de los dos procuradores.