Historiador

Raúl López Romo: «Nunca se ha hecho tanto caso a las víctimas y, al mismo tiempo, ha habido tanto olvido»

–¿Qué mensaje quiere transmitir con su nuevo libro?

–Fundamentalmente, que nunca se ha hecho tanto caso a las víctimas del terrorismo, ni ha habido tantas iniciativas de memoria, fundaciones públicas, homenajes, testimonios en los medios, colocación de placas..., pero al mismo tiempo, paradójicamente, nunca habido tanta tendencia al olvido.

–¿Qué ocurre en Euskadi para que prevalezca esa tendencia?

–Por un lado son causas naturales. Las nuevas generaciones no tienen experiencia directa del terrorismo y tampoco nadie se lo ha contado o muy pocos. Lo percibimos en el Memorial, los escolares que nos visitan llegan muy verdes. Por otra parte, hay una tendencia inducida al olvido. Al entorno de ETA le interesa que sea así o tiene mucho que callar y prefiere mirar para otro lado. De hecho, hay más vascos que dicen conocer a presos de ETA (45%) que a algún asesinado (24%).

–¿Cómo cree que se puede revertir esa situación?

–En educación se puede y se debe hacer bastante más de lo que se está haciendo. A veces falta liderazgo o voluntad de llevar a cabo una labor estratégica de deslegitimación del terrorismo bien liderada por nuestras instituciones. Hace poco se ha hecho un curso de formación de profesores en prevención del suicidio, que es una iniciativa fantástica, y han juntado a dos representantes de cada centro educativo vasco hasta sumar 1.800 personas... ¡A ver cuándo es el momento de hacer algo parecido sobre prevención de la radicalización violenta o sobre cómo llevar la historia del terrorismo a las aulas! Es una asignatura pendiente todavía aquí. En el caso del Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, solo un 5% de los visitantes son escolares.

–Más de 25. 000 alumnos han escuchado los testimonios de víctimas en las aulas a través de la iniciativa Adi-adian'. ¿Son pocos?

–Lo que digo es que el testimonio hay que sistematizarlo. En 8 años 25.000 alumnos me parece una cifra meritoria, pero al mismo tiempo si lo comparamos con la amplitud del sistema educativo, son gotas en el océano. Esos alumnos van a recordar para siempre el día que una víctima pasó la puerta de su aula y les contó su historia, pero al mismo tiempo en Euskadi hay cantidad de centros que siguen siendo impenetrables. Y es que estas experiencias no tiene contraindicación, al contrario, tiene un poder pedagógico enorme.

–¿Centros impenetrables...?

–Hay cantidad de centros que no quieren que una víctima educadora acuda a sus aulas, ni visitar el Memorial o no quieren tratar el tema del terrorismo con la excusa de que está al final del temario.

–Apunta como solución mirar a Alemania. ¿Por qué?

–Lo pongo como ejemplo, pero sin idealizarlo. También sé que allí hay sus críticos, pero aún así en una comparación están a años luz. Allí los temas de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto están metidos en los planes de estudio de forma específica y extendida; las visitas a los campos de concentración, las hacen casi todos los estudiantes; y han sistematizado el uso del testimonio en la educación.

–¿En medio de la paradoja que cita, destaca la proliferación de publicaciones como la suya?

–En la última década, la cifra se ha disparado más que nunca, con más de 700 publicaciones desde el cese de ETA.

–Dice que persiste el «fanatismo antiespañol». ¿A qué se refiere?

–Ha desaparecido ETA, hay más libertad, pero, a la vez, es más difícil que el caldo de cultivo del odio que han generado durante tanto tiempo desaparezca de la noche a la mañana. Por eso, puntualmente, siguen apareciendo episodios de estigmatización del que piensa diferente. Y luego está el grado de penetración de la teoría del conflicto. Si se hace un 'totum revolutum' de que todos fueron víctimas o de que todos hemos sufrido mucho y en cierto grado todos hemos sido culpables, confundimos las categorías morales.