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La Judicatura vasca miraba ayer a Madrid, a la sede del revuelto Consejo General del Poder Judicial, con la vista puesta no solo en ... la presidencia del Tribunal Superior, aunque todos los caminos partían de la 'pelea' por ese cargo. Porque a él optaban tanto la máxima responsable de la Sala de lo Social del propio TSJPV, Garbiñe Biurrun, como su compañero en la Sala de lo Civil y Penal Antonio García. Pero en paralelo, ambos concurrían a sendas plazas añadidas con objetivos distintos: la magistrada tolosarra, que ha ostentado por antigüedad la presidencia del Superior en estos meses de interinidad, aspiraba a ser reelegida para su tercer mandato al frente de su Sala; y García lo hacía a esa conquista que representa para cualquier juez llegar al Tribunal Supremo. Y los dos lo lograron.
Mientras que el nombre de García (Oviedo, 1961), uno de los integrantes del TSJPV que más se significó en su día contra el terror de ETA y ante el plan Ibarretxe, llevaba días sonando con fuerza para el Supremo, no parecía tan despejada la reelección de Biurrun. Una incertidumbre a la que no son ajenas algunas de las sentencias que ha ido dictando la Sala de lo Social, primero ante los recortes de la crisis de 2008 y ahora con resoluciones como la que declara nulo el despido de un trabajador de una pyme por vulnerar la prohibición de hacerlo por causas económicas bajo el Covid. Biurrun es la ponente de ese fallo. Fuentes judiciales se congratulaban ayer de que en el CGPJ haya prevalecido la consideración hacia la valía profesional de la jueza guipuzcoana.
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