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-¿Ha soñado muchas veces estos días con que la Real gana esta final?
-Para conquistar un título hay que ocuparse del proceso y ... del camino, no de los sueños. Eso me ha llevado a focalizar toda mi atención en la preparación de esta final.
-Pero no le estoy preguntando eso...
-Sí, sí que me ha pasado. Sí que he soñado con que la ganábamos. No le voy a mentir. Pero me importa más cómo afrontamos la final que estar preocupado de lo que va a suceder ese día.
-¿Ha hecho alguna promesa en caso de salir campeón?
-Sí, pero no la voy a decir. La guardo para mí. La celebración de esta Copa, en su caso, debe ser comedida y en coordinación con las autoridades.
-No se bañará en el Guadalquivir...
-No creo que lo haga.
-Todo es ponerse.
-Si ganamos la Copa, me iré al hotel y lo celebraré tranquilo con una copa de vino y queso.
-¿Qué recuerda de la final de 1987 en Zaragoza?
-Muchas cosas. Que hacía mucho calor, la fiesta de después, el 'no pasa nada tenemos a Arconada' de los penaltis... Esas dos finales consecutivas que jugamos las recuerdo como los últimos capítulos de una gran generación que arrancó aquella noche de 1979 contra el Inter en Atocha. En esas dos Copas se juntó parte del equipo campeón de las Ligas como Arconada, Zamora, López Ufarte, Górriz, Gajate y Larrañaga con futbolistas que habían crecido mucho como Bakero y Begiristain, que alcanzaron un nivel muy alto. Fueron la culminación a una década en la que la Real logró dos Ligas y otros dos subcampeonatos, una Copa y otra final, la Supercopa, las semifinales de la Copa de Europa...
-¿Van a poder llevar a alguna de esas leyendas a La Cartuja?
-Vamos a intentarlo. En la expedición de la Real nos gustaría que estuviesen presentes personas que han estado muy unidas a la historia del club. No solo los campeones de aquella década, sino también queremos tener representación de los años sesenta y setenta que fueron fundamentales para construir lo que somos hoy en día.
-¿Y eso?
-El primer partido del equipo juvenil de la Real fue el 1 de enero de 1952. El rival fue el Txistu. No podríamos entender lo que es el club actualmente sin ese primer partido juvenil. Luego se fundaría el Sanse. Todas las décadas han sido importantes en la construcción del club. Hasta el descenso en 2007 fue determinante porque nos llevó a mirar lo competitivos que debíamos ser en nuestros procesos de trabajo para intentar estar en Europa de forma recurrente con nuestra filosofía. De esas cosas me acuerdo antes de afrontar esta final. De qué pensaría un dirigente de la Real Sociedad de 1950 o 1960 si hoy viese en lo que se ha convertido el club. De cómo se construye una década, no momentos puntuales, que te permita estar dos años como llevamos en posiciones europeas.
-¿Su mayor alegría como aficionado de la Real?
-Ojalá esté por venir. He tenido muchísimas. Lo de Gijón me tocó con 15 años y fue tal explosión de alegría que es muy difícil repetir algo igual. El siguiente título en Atocha también fue una felicidad enorme, aunque más repartida en el tiempo. Zaragoza, el último ascenso, la Copa de la Reina... Fueron momentos de gran alegría. Creo que el sábado también vamos a vivir una gran noche. Eso espero.
-¿Qué siente cuando ninguno de sus tres hijos ha visto a la Real ser campeón?
-No la han visto, pero saben que éste es un club campeón. Porque se lo hemos enseñado. Y hay muy poquitos clubes campeones. ¿Cuántos tienen dos Ligas, dos Copas y una Supercopa? Se cuentan con los dedos de una mano. Yo a mis hijos les transmito que la Real es un club campeón y que van a verle ganar más títulos.
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