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La Real Sociedad ha empezado fuerte la Liga. Después de cinco jornadas es tercera en la clasificación, algo que no ocurría desde ... la temporada 02/03, cuando con Denoueix estuvo a punto de ganar la Liga. Sin embargo, esta referencia no es muy fiable, porque hay equipos que están por detrás como el Barcelona, Sevilla y Atlético que han jugado dos partidos menos, por lo que es probable que cuando los disputen se pongan por delante.
No obstante, hay un dato que sí sirve para ilustrar el positivo arranque del conjunto blanquiazul, y es el que hace referencia a la fortaleza de su dispositivo defensivo, ya que hace 38 años que no encajaba tan pocos goles como ahora. Hay que retroceder hasta los tiempos de Ormaetxea para encontrar a la Real con solo dos tantos en contra en las cinco primeras jornadas. La más cercana es la 82/83, cuando encajó también dos, y un año antes, en la 81/82, la del segundo título liguero, únicamente recibió uno.
Compararse con aquel equipo son palabras mayores. No solo por los logros que alcanzó, sino porque su punto fuerte era precisamente el balance defensivo, sobre el que fundamentó los títulos ligueros. De hecho, Arconada conquistó el Trofeo Zamora como portero menos goleado del campeonato durante tres campañas consecutivas en 1980, 1981 y 1982.
Con el cerrojo echado que suponía contar con el mejor guardameta de la época, delante se plantaban Celayeta, Gorriz -Gajate en la 79/80-, Kortabarria y Olaizola, con Periko Alonso de pivote por si a alguien se le ocurría acercarse al área. La consecuencia, una muralla granítica fruto de un trabajo solidario sin balón que colocó a la Real en disposición de superar a los mejores gracias a las diferencias que marcaban en ataque la calidad de Zamora, el regate de López Ufarte, la velocidad de Idígoras y los goles de Satrústegui.
Aún es pronto para sacar conclusiones de la fiabilidad defensiva de este conjunto de Imanol, pero hay aspectos que invitan a ser optimista y a pensar que por ahí puede la Real dar un salto de calidad esta temporada.
Un portero que da puntos. Remiro ha empezado la Liga a un nivel altísimo. Solo Míchel (Valladolid) y Maxi Gómez (Valencia) han conseguido batirle hasta ahora. Y en ambos tantos el navarro poco pudo hacer. En el resto, ha sido una roca que apenas ha ofrecido fisuras, más allá del grado de acierto puntual con el pie en el inicio de las jugadas.
Su mejor actuación fue en Elche, cuando salvó dos goles hechos ante Josan y Pere Milla. Fueron dos remates a bocajarro ante los que exhibió unos reflejos que no son nada comunes en este fútbol moderno en el que se estilan porteros más sobrios y corpulentos. Ese día, sin duda, su actuación se tradujo en puntos por los momentos determinantes en los que se produjeron sus intervenciones.
Contra el Real Madrid realizó una buena parada a Benzema en la segunda parte, lo mismo que el sábado pasado frente el Getafe a Ángel. En la derrota ante el Valencia también tuvo tres actuaciones importantes frente a Kang-In, Wass y Maxi Gómez antes del gol del triunfo valencianista.
La continuidad de Aritz. El buen comportamiento defensivo se explica desde la actuación que están teniendo en el eje de la zaga Aritz y Le Normand, dos centrales que se complementan a las mil maravillas y que han jugado las cuatro últimas jornadas de forma consecutiva. En la primera en Valladolid el bretón se quedó en el banquillo porque formó Llorente de titular.
Le Normand ya no es ninguna sorpresa, porque en el año que lleva jugando ha demostrado una fiabilidad muy alta. Pero que Aritz tenga continuidad es una bendición para esta defensa. El día que Eusebio decidió colocarle por primera vez de central en el Bernabéu, un 30 de diciembre de 2015, me recordó a Puyol por su forma de jugar y de mandar la defensa y así lo escribí. El técnico vallisoletano quería para aquel partido tener adelantada la defensa para presionar al Real Madrid en campo contrario y Diego Reyes no le ofrecía esas prestaciones para jugar tan lejos del portero, por lo que le dejó en el banquillo. Aritz lo bordó junto a Iñigo, con Carlos Martínez y Yuri en los laterales.
El único problema que ha tenido el beasaindarra han sido las lesiones, que solo le han dejado jugar como titular 63 partidos en las últimas cuatro temporadas, a una media de 15 por campaña. Su forma de jugar, con intensidad y valentía en las disputas, le hace ser más propenso que otros a los contratiempos físicos, pero con la experiencia que acumula debería ir jugando cada vez más. Este año está llamado a ser el líder de la defensa.
Tercer curso con Imanol. En el aspecto táctico ha habido una continuidad con el entrenador, que lleva casi dos años seguidos en el banquillo y afronta su tercera temporada. Sus jugadores saben cada vez mejor interpretar las situaciones de juego y superar los momentos difíciles, como se vio en la primera media hora ante el Real Madrid. No hay un estilo inflexible, sino un punto de partida que se irá moldeando en función de las circunstancias. Por eso no es solo que a la Real no le hagan goles, sino que le llegan poquísimo.
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