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Hace casi un año una vecina de Trintxerpe que estaba viendo remar a su hijo le lanzó una pregunta a su amiga: «¿No estaría bien sacar nosotras una trainera de veteranas?». La cuestión, que entonces sonaba a broma, tomó cuerpo rápidamente porque Olatz Hermo, la impulsora del proyecto, es de esas mujeres tenaces que no cede a la primera dificultad. «Nos enteramos de que iban a sacar una trainera las de San Pedro. Yo me había apuntado allí, pero había unas cien mujeres y como con Illunbe tenía muy buena relación, lo comenté y me dijeron que no había problema, que nos ayudaban. Así que el fin de semana empecé con el móvil y el domingo ya éramos 38. Luego, con el boca a boca, llegamos a 50. Ahora ha bajado un poco porque los entrenamientos son duros, pero somos 38 mujeres las que salimos a remar».
Quien piense en una trainera compuesta por exremeras que quieren matar el gusanillo, se equivoca. «Excepto cuatro, el resto no tenía experiencia remando. Cero», certifica Amaia Oronoz, una de las bogadoras. «Y hay mujeres incluso que venían de no hacer deporte. Mujeres que lo único que habían hecho era senderismo. Ese era el nivel y alucinas con el sacrificio que hacen y con lo que están entrenando», explica Hermo.
Así que sin ninguna experiencia comenzaron a juntarse el 6 de junio del pasado año. «Los primeros entrenamientos fueron una locura. Empezamos con ejercicios de fuerza y mucho gimnasio», relata Oronoz. «Luego mucho ergómetro, foso y cuando el entrenador nos vio un poco capaces, salimos al agua», apostilla Hermo, que recuerda aquellos meses de sufrimiento. «Teníamos unos dolores abdominales terribles. Aquello era un show. La paciencia de Antonio es monumental».
Antonio es Antonio da Silva, un histórico de Ilunbe y el hombre que desde un principio apostó por ellas. «Olatz me preguntó si podía entrenarlas y la idea me ilusionó, así que junto a Jotama –preparador físico– nos pusimos a ello. No tenían ninguna experiencia en el remo, pero estoy acostumbrado a empezar de cero porque lo hago con niños. No es lo mismo y he tenido que cambiar de chip porque al principio iba a saco y luego vi que no era bueno ni para ellas ni para mí porque me iba fastidiado a casa. Las entreno encantado aunque me chillen mucho (ríe) porque me transmiten la amistad que tienen, su buen rollo. ¡Chapeau, son unas jabatas!», exclama.
Tras varios meses poniéndose a punto, es en septiembre cuando por primera vez echan la trainera al agua. «Aquello era como un ciempiés», describe Saioa Salterain, la amiga a la que Olatz expuso su idea y que ahora es una más de una cuadrilla que integran mujeres, salvo dos, entre los 45 y los 56 años. «El remo es muy duro. Yo veía a los remeros ahí remando y decía, qué bonito, pero luego, cuando estás haciendo las series... ¡te mueres!, ¡pero te mueres, ¿eh?!».
Comenzaron a realizar los entrenamientos con la trainera que utilizan los veteranos de Illunbe, pero para seguir adelante necesitaban una propia. «Hicimos un llamamiento a todos los clubes a ver si nos podían dejar una trainera y nadie nos pudo dejar una, por distintas razones. Algunos nos la querían alquilar», recuerda Nekane Abal, otra de las componentes del grupo. Sin trainera había poco que hacer, más allá de entrenar en el gimnasio. Pero un día se presentó la solución. «Nos llamó José Luis Korta y nos dijo que nos dejaba una trainera suya», explica Abal. «Si él no nos llega a dejar la trainera no hubiéramos podido continuar. Comprar una de segunda mano es casi imposible porque no hay disponibilidad. Y una nueva es ciencia ficción para nosotras».
El bote, al que han bautizado cariñosamente como 'Ballenato', pesa alrededor de 240 kilos, unos 40 más que cualquiera de las que puede verse en una regata habitual. «No necesitábamos una nueva porque tampoco sabíamos entonces lo que íbamos a durar. Estamos súper contentas y muy agradecidas a José Luis», añade Hermo.
Conseguida la trainera, había que hacerse con un carro para trasladarla del hangar al muelle y con los remos. «Tiramos con lo que había en el club y con lo que nos pudieron dejar. El carro lo rehabilitamos nosotras con Txomin, que es el que lleva en Illunbe todo el tema del mantenimiento y sin él hubiera sido imposible», comenta Salterain. «El carro que nos dejaron recuerdo que traía zarzas. Estaba doblado, oxidado. Tuvimos que cambiar hierros, rascar, pintar...», añade Hermo. «Y tenemos unos remos arcaicos que pesan...».
Echar la embarcación al agua cada entrenamiento supone una odisea para unas mujeres que no estaban acostumbradas a ello. A la estrechez del hangar se suma el paso de los camiones que van al puerto y a los que en ocasiones tienen que esquivar. Además, las obras del centro Adin Berri de Pasaia han convertido el muelle del Hospitalillo en un parking provisional y no es raro que algún coche mal aparcado les impida maniobrar con la embarcación.
Aún así, nada las detiene. Ni la conciliación. «La verdad es que es difícil por el trabajo y la familia. Algunas no podían venir porque tenían turnos y lo terminaron dejando», cuenta Abal, que pone un ejemplo. «Para 38 mujeres tenemos diez ergómetros y hay que hacer turnos en el grupo de whatsapp para entrenar. Eso ha facilitado algo las cosas».
«Es que esto no es una clase de spining de una hora. Aquí entre que llegas, calientas, sacas la trainera, que cuesta la vida, bajas al agua y remas, pues son unas tres horas», explica Hermo.
«Es un deporte muy duro que nos está exigiendo prácticamente los siete días de la semana entre entrenamientos y competición», señala Oronoz. «La verdad es que ya vivimos para el remo. En mi casa me ven muy poco», añade Hermo.
Pero la ambición de estas mujeres no termina aquí. «El objetivo al principio era salir al agua porque, ya que somos de Trintxerpe y hemos tenido ahí el mar... Pero luego, los veteranos del club nos dijeron que podíamos competir en la liga de veteranos y nos vinimos arriba».
Tan arriba que ya están inscritas en la competición, por lo que se convertirán el próximo 27 de abril en Bilbao en la primera trainera de veteranos de Euskadi compuesta íntegramente por mujeres. «Hay algunas mixtas con dos o tres mujeres. Nosotras somos las pioneras», afirma Hermo.
Su presencia, en general, ha sido bien acogida, aunque hay alguna reticencia. «Hay de todo. Hay veteranos a los que no les hace mucha gracia. Uno en especial. Les da un poco de miedete», comenta Hermo bromeando. «Hay unas chicas veteranas de Sestao que nos vieron remar en Bilbao y nos vinieron a felicitar y a decirnos que querían sacar una trainera en Kaiku el año que viene y eso es lo que queremos, a ver si puede salir una liga de veteranas para no tener que competir junto a hombres. En Galicia hay. Solo son dos traineras, pero hay. Y ahora que las de San Pedro han hecho grupo, estaría genial. Y si se suma San Juan, sería la leche. A ver si nos ven y se animan más clubes. Estoy segura de que van a salir más», dice convencida Salterain.
Por el momento ya han competido en los test de pretemporada de Bilbao, Hondarribia, Sestao, Castro, Orio y San Pedro. Su estreno fue en la ría bilbaína y aún hoy se les ponen los pelos de punta cuando lo recuerdan: «Fue súper emocionante. Estábamos llorando porque no sabíamos gestionar tantas emociones. Yo el día anterior tenía unos nervios... Fue precioso. Querías disfrutar, hacerlo bien», recuerda Oronoz.
La sucesión de regatas les ha confirmado que van por buen camino: «La gente que nos ha ido viendo nos dice que hemos mejorado y eso nos hace venirnos arriba. Como los niños», señala Hermo.
Obviamente, no pueden remar las 38 y tampoco hacen rotaciones: «Antonio decide quién sale. La intención es que remen todas pero hay un bloque fijo porque no puedes cambiar a todas de golpe ya que desestabilizarías a la trainera. Las ankekos y la proel son fijas», explica Abal. «De todas formas, aún estamos en un proceso de aprendizaje y Antonio nos va cambiando de puesto. Si lleváramos cinco años podríamos salir en puestos diferentes, pero de momento nos toca aprender y formar bloque y equipo».
Todas ellas reconocen que remar les ha cambiado la vida. «Es como una droga», señala Oronoz. «Nos da vida», añade Hermo. «Yo ya solo pienso en remo. Mis vacaciones son en agosto porque vivimos para el remo. Una vez me dijeron que tuviera cuidado porque esto era como un veneno y efectivamente. Para mí es vida. Muchas tardes no tenía nada que hacer porque a las cinco dejo de trabajar. Ahora tengo el deporte. Y después de cada regata nos vamos todas a la sociedad a comer. Ya ves las caras. Estamos felices».
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