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Es actor. Y de los buenos. Ustedes le conocen. Desde hace mucho. Quizás desde 2007, cuando fue Iñaki en aquel 'Ander' de Roberto Castón estrenado en la Berlinale. O desde que colabora con su amigo Kote Camacho en sus cortometrajes. O desde 'Goenkale' hasta 'Irabazi arte'. O en 'Moby Dick', premio del público en las Azpeitiko Euskal Topaketak de 2015. Tal vez incluso coincidieron con él en el curso de guion de la escuela de Larrotxene, impartido, cómo no, por Michel Gaztambide. Eriz está sacando adelante un nuevo proyecto teatral, Sustrai. Y sí, esta vez es personal. Pero está bien acompañado en el viaje.
– Eres bestia de teatro. Formaste parte de compañías como Gorakada y Mar Mar. Estuviste en el inmenso 'Nasdrovia Chejov', premio Max. Tuviste un parón feo porque la sangre se te enfermó, pero volviste. En 2023 creas Sustrai Teatroa. Dos obras ya en cartel, 'Munduari itzulia 80 egunetan' y 'Gizon gosetuak'. Una en preparación, 'Euli jasa'.
– El escenario me sienta bien. De alguna manera es mi refugio. Me siento protegido en las tablas. En la vida real tengo inseguridades que desaparecen cuando salgo a escena. Me gusta el cine. Hasta de manera simbólica. Estudié un año en Madrid, aprovechando esos bajones de trabajo que suelen sucedernos a los actores. He dirigido un corto, 'Brunilda', y hecho publicidad. Pero no hay nada como el teatro. Y no solo estando yo arriba, en escena. También como espectador. Me lo veo todo, lo último de los locos maravillosos de Dejabu, lo último de Txalo, 'Arizona'. Me acercaré en julio al festival de calle de Lekeitio, Kaleka, por ver el espectáculo 'BOBAS' de Jmenas Cavalletti.
– ¿Cómo ves el panorama?
– Saturado. Mucha oferta de espectáculos que sobredimensionan la demanda pero interesante, prometedor. Con mucha gente de no más de 30 años acercándose a los teatros. Con trabajos muy anclados en las dramaturgias modernas, ahí donde se da un vuelco al antiguo orden de obras con planteamiento, nudo y desenlace. Donde el teatro se apoya en los audiovisuales, los títeres, la concepción sonora.
– Sustrai nace por y para...
–... Poner sobre las tablas y compartir con la gente esas cosas que te roen las entrañas. Para decir lo que creo que hay que decir. Un proyecto muy personal en el que me siento muy bien acompañado.
– No podía ser de otra manera. Ahí tienes a directoras, dramaturgas, cómicas de la altura de Agurtzane Intxaugarraga y Dorleta Urretabizkaia dándole forma a 'Hombres hambrientos'...
– A mi lado, también Ainhoa Alberdi y Estefanía de Paz.
– No sé si las conozco.
– Son mujeres de teatro, pero Ainhoa es también licenciada en Psicología y Estefanía de Paz ha ganado un premio Fetén por su 'La reina del Arga'. Están con nosotros para ser esa 'kanpoko begirada', esa mirada exterior que detecta lo que los demás, inmersos en la dirección, los ensayos, la actuación, acaso no controlamos.
– ¿Cómo trabajan?
– Acuden a los ensayos, a la puesta en marcha del espectáculo. Miran y escuchan. Durante varios días. Luego se reúnen con nosotros y, en lo que casi podríamos definir como una residencia artística nos hacen proposiciones. Durante varias horas.
– Potente. Las tres obras que tienes en cartel son muy distintas entre sí. Hay una para críos (se les trata como público inteligente), otra es un drama en el que saltamos del ayer de la Guerra Civil al hoy de horror de Gaza y la tercera, un absurdo.
– Quería ofrecer al público infantil obras clásicas bien presentadas. Primero un Julio Verne, después habrá un 'Peter Pan'. 'Gizon gosetuak' es un homenaje a la memoria de mi abuelo Cándido. Era de Irun y al estallar la guerra hubo de pasar a Francia. Tenía 25 años. Colaboró en la acogida de los niños refugiados. Su voz era tan bonita que todos querían que les leyera las cartas que enviaban sus padres. Para que no quede solo en el pasado, saltamos, sí, continuamente al presente. Mohamed va a morir en Gaza. Un actor, yo, la palabra y unos títeres.
– Tienes los teaser y los trailers de esas piezas en tu canal de YouTube. En 'Euli jasa' tres hombres se ven obligados, por la inclemencia inmobiliaria, a vivir en una tienda de campaña.
– La plantarán en la Herriko Plaza, en la Plaza Mayor. Nos habéis expulsado del centro de nuestros pueblos y ciudades, ¿no? Pues vamos a okupar vuestros lugares más emblemáticos.
– Dos actores más contigo...
– Alfonso Díaz y Andoni Mendizabal (que lo ha sido todo en el teatro, hasta técnico de luces). El concepto del sonido, creado por Xabier Erkizia y el vestuario de las moscas, de Inma Gómez. La idea principal incide en que, tal como somos los humanos, la precariedad no es solo laboral o habitacional sino también profundamente existencial. Somos criaturas precarias. Por ahí van los tiros de esta obra a estrenar en 2026. Hablando de moscas, para ellas incordiarnos es un juego. Para nosotros, ese incordio significa... ¡guerra!
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