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Cristina entregó 300.000 euros a los estafadores del amor: «No he recuperado ni un euro»

La Audiencia ha impuesto penas de un año de prisión a cinco personas que utilizaron sus nombres y cuentas corrientes para recibir parte del dinero defraudado, que acabó en manos de una banda nigeriana

Juan Cano

Málaga

Viernes, 13 de junio 2025, 09:52

Cristina estaba en un mal momento. Acababa de superar una dura enfermedad y se sentía sola. Una amiga le sugirió buscar amigos en redes sociales. Y acabó metiéndose en otra forma de infierno: el de la ruina económica. Una banda de estafadores le sacó más de 300.000 euros mediante el timo del amor, ya saben, un falso piloto estadounidense destinado en Siria que la cautivó y le hizo creer que, si le ayudaba con su dinero, podrían disfrutar juntos de una fortuna millonaria que nunca fue más que un espejismo.

El testimonio de Cristina, difundido a través de las páginas de Diario SUR, que incluso trasladó la historia al podcast, se viralizó en redes sociales, saltó a otros medios de comunicación y empujó a muchas mujeres a denunciar o a contar su caso, contribuyendo a visibilizar una modalidad de fraude que está causando estragos por todo el país en sus múltiples variantes. Ella al menos ha encontrado algo de justicia. La Audiencia Provincial ha sentado en el banquillo a una parte de la banda, las mulas, cinco personas que recibieron una parte del dinero que ella transfirió.

Los cinco investigados -tres hombres y dos mujeres de origen colombiano (2), venezolano (2) y peruano (1)- acaban de ser condenados a un año de cárcel tras reconocer que utilizaron sus nombres y sus cuentas para que Cristina ingresara en ellas 111.936 euros creyendo que se los estaba mandando a su supuesto novio virtual, que se hacía llamar Zico Lawrence pero que, como queda probado en la sentencia, era un individuo nigeriano que aún está por detener. El destino del resto del dinero -hasta los 300.000 euros que ella transfirió- se investigan en un procedimiento aparte.

El fallo, dictado por la Seccion Tercera, considera acreditado que los acusados sabían que el dinero tenía una procedencia ilícita. Cristina lo ingresó «en la creencia de que tenía que hacerlo para ayudar a un amigo al que había conocido a través de Facebook», recoge literalmente la resolución, a la que ha tenido este periódico. «Zico le hizo creer a su víctima que quería mantener una relación sentimental con ella, embaucándola con esta idea hasta ganarse su confianza y conseguir que ella hiciera sucesivas transferencias de dinero a las cuentas de losacusados cuyo supuesto destino sería pagar los gastos derivados del envío de un inexistente paquete con dinero que Zico le había remitido desde Siria».

La sentencia establece que en el primer semestre del año 2018 los acusados, de común acuerdo, aceptaron «con ánimo de obtener un ilícito beneficio» colaborar con una persona nigeriana que respondía al nombre de Mathias M. E., en busca y captura por esta causa, quien les ofreció dinero a cambio de que les facilitaran los números de cuenta con el fin de recibir en ellas el ingreso de diferentes cantidades en metálico transferidas por la perjudicada, «de modo que el dinero recibido en cada cuenta fuera reintegrado por su titular y entregado a Mathias M.», según la resolución judicial.

La Fiscalía había solicitado para cada uno de los acusados una pena de cinco años de cárcel por un delito de estafa agravada (superior a los 50.000 euros) y un año y nueve meses más por un delito de blanqueo de capitales por imprudencia grave. Aparte de indemnizar a la víctima con el dinero presuntamente defraudado, instaba al tribunal a que les impusiera una multa de 300.000 euros.

Al reconocer los hechos, los procesados se han beneficiado de una sentencia de conformidad que ha dejado la pena de prisión en un año de cárcel respectivamente, así como la obligación de indemnizar a la víctima en la suma que cada uno de ellos recibió en su cuenta. La multa es sensiblemente inferior: 1.080 euros cada uno.

Han pasado ya siete años desde que sucedieron los hechos y Cristina se lamenta de que no ha recibido «ni un euro» de lo estafado. La Sala ha accedido a suspender a los condenados las penas de prisión a condición de que no vuelvan a delinquir y que paguen la indemnización a la perjudicada en los plazos que ahora tendrán que acordar las partes.

Zico, evidentemente, nunca existió. Detrás de ese identidad ficticia, construida con fotos conseguidas por Internet de un tercero ajeno a la estafa (es otra víctima), había una banda integrada principalmente por delincuentes nigerianos asentados en El Palo y La Palmilla. Las dimensiones del fraude que cometieron supera el millón de euros y las 60 víctimas. Una de ellas es Cristina. El núcleo principal de la organización aún no ha sido juzgado porque el caso, por sus dimensiones, sigue en investigación.

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