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Vista del fuego de una caldera
Monóxido de carbono, un asesino silencioso

Monóxido de carbono, un asesino silencioso

El CO es un gas incoloro, inodoro e insípido que puede causar la muerte

DV

Miércoles, 30 de marzo 2022, 10:15

El monóxido de carbono está detrás de la tragedia que ha golpeado esta mañana a Zaldibia. La muerte de una madre y su bebé de 17 meses ha sobrecogido a esta pequeña localidad del Goierri que se ha despertado con la peor de las noticias. Las primeras investigaciones efectuadas por la Ertzaintza en la vivienda en la que ha tenido lugar el suceso apuntan a que la inhalación de monóxido de carbono, por la mala combustión de una caldera, según ha apuntado la alcaldesa de la localidad, ha sido el causante de los fallecimientos.

El monóxido de carbono, cuya fórmula química es el CO, es un gas altamente tóxico que también recibe otros nombres como 'el asesino silencioso' y es el culpable de la conocida como 'la muerte dulce'. La razón es que aquel que lo inhala no es consciente de ello, ya que es inodoro, incoloro e insípido, pero a su vez letal en alta concentración.

Es lo que parece que ha ocurrido esta mañana en Zaldibia. El padre de familia ha sido el que ha alertado a emergencias al encontrarse mareado y percatarse de que su mujer y su hijo no reaccionaban.

La peligrosidad del CO para las personas es que es imperceptible. Tal y como explicaba Patricia Rodríguez, patóloga forense del Instituto de Medicina Legal de Gipuzkoa, en este periódico, «uno no se percata de que está expuesto al mismo. Se puede estar un tiempo respirándolo sin saberlo», asegura. Porque a diferencia de otros gases no tiene olor ni color, y al o con la saliva no altera su sabor.

Así, silenciosamente, el monóxido se va colando en el organismo adherido a la hemoglobina, la proteína que se encarga de transportar el oxígeno a los tejidos celulares. Ante la falta de oxígeno se produce una asfixia celular y los órganos dejan de funcionar.

La primera reacción a la intoxicación es la somnolencia. La persona que lo respira se adormece, «y también puede manifestar náuseas, dolor de cabeza, malestar y debilidad», señala la forense. De hecho, esa debilidad muscular puede impedir que el afectado pueda escapar, aunque se percate de lo que ocurre.

Quien respira monóxido no se percata de ello y causa somnolencia, debilidad y náuseas

La inhalación del gas que emana del tubo de escape de un coche es la intoxicación de CO más conocida. Esta suele ser habitual cuando sucede en espacios cerrados como garajes. No obstante, el monóxido de carbono se puede inhalar desde otras fuentes, como estufas, parrillas de carbón, cocinas, calentadores de agua, calderas etc. «cuando se produce una combustión incompleta». Eso provoca una disminución del oxígeno, «por lo que en vez de dióxido –CO2, un gas inocuo– se produce monóxido (CO)». Es lo que, según apunta la Ertzaintza, ha ocurrido esta mañana en Zaldibia.

Los cuerpos también dan pistas de intoxicación por monóxido en las autopsias. Por un lado las livideces, que son las acumulaciones de sangre en distintas partes del cuerpo dependiendo de la postura o la causa de la muerte, «y que suelen ser rojizas o moradas, en estos casos presentan un color más rosáceo». Además, al analizar la cavidad interior del cuerpo, tanto la sangre como los órganos afectados por CO presentan «una coloración rojiza».

En cuanto a las recomendaciones para atender a una persona intoxicada aún con vida, lo primero es sacarle del lugar donde se ha producido el envenenamiento, ya que con ventilarlo no es suficiente. Por otro lado, en casos muy extremos, sería necesario un tratamiento con cámara hiperbárica, donde se presuriza oxígeno puro al 100%.

Dependiendo del tiempo de exposición al gas o de la concentración del mismo en el aire, las secuelas que puede provocar varían. No obstante, uno de los primeros órganos a los que afecta la falta de oxígeno es el cerebro.

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