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La rebelión pacífica de la mayoría de los jefes de servicio del Hospital Donostia contra Osakidetza ha devuelto a la primera línea de atención ... el progresivo debilitamiento del sistema sanitario. La otrora joya de la corona del sistema público vasco y servicio mejor valorado por la ciudadanía afronta hoy un presente complicado y un futuro incierto. Las dificultades para encontrar médicos y enfermeras que en muchos casos prefieren la sanidad privada o hacer carrera en el extranjero al no encontrar atractivo trabajar en el sistema público vasco anticipan un porvenir con más sombras que luces en un escenario en el que en pocos años se van a jubilar miles de facultativos sin que esté nada claro si será posible reemplazarlos.
En este ambiente de escasez, los que siguen al pie del cañón llevan años advirtiendo de la sobresaturación que sufren en su trabajo diario, lo que revierte en un empeoramiento de la calidad asistencial y un aumento de bajas que no hace sino acrecentar el problema de insuficiencia de personal. Y lo que ello supone para el paciente: listas de espera en aumento, citas cada vez más lejanas en el tiempo...
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La pandemia sirvió para mostrar a la sociedad algunas de las carencias del sistema que los propios profesionales venían ya advirtiendo años atrás, aunque sin haber conseguido hasta entonces mucho eco. Entre aplausos de balcón y homenajes, médicos y enfermeras no se cansaron de insistir en que las costuras de Osakidetza se estaban rompiendo más allá del efecto Covid.
Superado lo peor de la pandemia, la situación no parece haber mejorado. Al menos no como se intuía que podría hacerlo. Las listas de espera siguen en aumento, algunas citas se siguen dando con semanas y meses de demora, y en pleno otoño se recortan horarios de ambulatorios por falta de personal. No es un problema exclusivo de Gipuzkoa ni Euskadi, pero impacta y preocupa que haya atacado a uno de los pilares esenciales de nuestra sociedad del bienestar.
«Algo serio pasa cuando jefes de servicio, gente que no es de salir con pancartas, hacen lo que están haciendo», coincidían varios pacientes ante una de las concentraciones que los facultativos han llevado a cabo esta semana a las puertas del Hospital Donostia.
Superada una semana desde el estallido de la crisis, entre muchos interrogantes aún sin responder y posturas confrontadas, hay tres puntos en los que coinciden médicos y Gobierno Vasco: que algo hay que hacer para mantener la calidad del servicio de la que históricamente ha hecho gala Osakidetza; las apelaciones al diálogo y el entendimiento, aún infructuosas; y que no hay un único motivo, sino un cúmulo de factores los que han llevado a Osakidetza a destituir a la cúpula del hospital y la OSI Donostialdea, y a los médicos a decir 'basta, hasta aquí hemos llegado'.
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Insuficiencia de médicos para unas necesidades cada vez mayores, sobre todo en ámbitos como Pediatría y Medicina de Familia, es un problema generalizado en el conjunto de Euskadi y el Estado, pero que según los jefes de servicio del Hospital Donostia es más acusado aún en Gipuzkoa, y en la OSI Donostialdea específicamente. Datos facilitados por los propios médicos -Osakidetza no aporta cifras y la última memoria de la OSI Donostialdea es la de 2018- cifran en 278 el total de médicos en Atención Primaria en esta OSI, que comprende, además de Donostialdea, las localidades de Oarsoaldea y Urola Kosta. Para una población de más de 380.000 personas que habitan en el interior del triángulo que forman Zumaia, Zestoa y Oiartzun, sale un médico por cada 1.367 habitantes. En la OSI Ezkerraldea-Cruces de Bizkaia, por ejemplo, hay 170 médicos en Atención Primaria para 170.000 habitantes, uno para cada mil. Quiere esto decir que para igualar el ratio de Cruces, en la OSI de Donostialdea debería haber al menos 380 médicos, 102 más que en la actualidad.
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La escasez de sanitarios repercute directamente en la calidad y cantidad de la atención. La sobrecarga de trabajo es una queja constante del personal sanitario desde hace años, intensificada durante la pandemia y que no ha menguado tras superarse la crisis del Covid. La imposibilidad de cubrir todos los turnos cuando hay facultativos de baja o vacaciones ha llevado a Osakidetza a reducir horarios en varios centros de salud y ambulatorios. Ha sido el caso de al menos los de Amara, Bidebieta y Beraun, que entre septiembre y octubre empezaron a cerrar a las 17.00 horas en lugar de las 20.00 habituales. Osakidetza ite que es una medida obligada por «la ausencia de profesionales», pero «puntual» hasta que se encuentra sustituto o vuelve el médico en cuestión. En este sentido, asegura que está contratando «a todo profesional disponible en el mercado laboral». Para los pacientes, además de estas reducciones de horarios, la insuficiencia de personal se deja sentir en citas que se dan para hasta dos meses más tarde.
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Cuatro de cada diez médicos que hoy ejercen en Osakidetza (el 38% de los cerca de 5.000 en servicio) se jubilarán durante los próximos diez años. La situación es especialmente crítica en Atención Primaria, donde uno de cada cuatro (el 27%) tiene más de 60 años y más de la mitad (el 55%) ya ha cumplido los 50. El relevo generacional constituye un reto de primera magnitud para un sistema sanitario que ya a día de hoy tiene dificultades para cubrir bajas y vacaciones. Para hacer frente a este desafío, Osakidetza tiene en desarrollo la OPE 2018-2019, en la que se ofertan 3.535 plazas, a las que seguirán las de 2020 y 2021, con 1.002 y 1.273 plazas, respectivamente. La idea del Gobierno Vasco es sacar una OPE cada año en Osakidetza «con el máximo de plazas que permita la ley», aseguró la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, en este diario.
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En Euskadi los colegios médicos llevan tiempo alertando de que el número de plazas MIR (médico interno residente) que se convocan anualmente es insuficiente para reponer a la cantidad de profesionales especialistas que se van jubilando. Y eso que se están ofertando cifras récord. En el presente curso 2022-23 son 519, por encima de las 492 del curso anterior, que ya eran entonces la cifra más alta de la historia de Osakidetza. Un tercio de las plazas (172) corresponden a categorías vinculadas a Atención Primaria, donde la necesidad es más acuciante. En concreto, son 109 las plazas de Medicina Familiar y Comunitaria; 34 en Enfermería Familiar y Comunitaria; y 29 en Pediatría.
Del total de plazas, 400 son para médicos especialistas, entre los que por primera vez figuran dos puestos de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, el máximo permitido; 100 de Enfermería (EIR); 10 de Psicología Clínica (PIR); y 9 de Farmacia Hospitalaria (FIR). Por territorios, las 519 plazas de formación especializada se distribuyen en 287 en Bizkaia, 124 en Gipuzkoa y 108 en Álava.
Entre las reclamaciones de los jefes de servicio de la OSI Donostialdea figura que además de la formación y examen MIR, Osakidetza implante un 'postMIR' vasco que adecúe la formación de los jóvenes médicos a las necesidades del sistema dentro de un ámbito necesitado de continua formación y recalificación.
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Otra derivada de la escasez de profesionales sanitarios es el incremento de las listas de espera. La llegada del coronavirus supuso un trastrueque en este aspecto, ya que la necesidad de priorizar a los enfermos de Covid y la obligación de mantener las medidas de precaución obligó a posponer miles de intervenciones no urgentes. En el Hospital Donostia, más de 1.000 al mes, según reveló en una entrevista a este periódico Idoia Gurrutxaga, la ya ex directora médica del centro, una de las dos responsables cesadas la semana pasada por la dirección de Osakidetza.
Pero pasado lo peor de la pandemia el estado de las listas de espera no ha mejorado. Todo lo contrario. Con datos hasta el 15 de julio, en Osakidetza habían aumentado un 7% respecto a finales de 2021 y un 27% respecto a 2019. Ese día había 23.831 pacientes esperando ser operados. De ellos, en Gipuzkoa había 7.918, un 24% más que antes del Covid. Dicho de otro modo, más de 1.500 más que los 6.390 de dos años y medio antes. La OSI de Donostialdea, la mayor de Euskadi, es la que más demoras acumulaba, con 4.295 personas a la espera de pasar por quirófano, por delante de la de Araba (3.898) o la de Cruces (3.743).
El agravamiento de las demoras no evita que Euskadi sea la comunidad autónoma con menos listas de espera, con 9,98 pacientes por cada 1.000 habitantes, mejorando a Navarra y Madrid.
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A los problemas generales como los mencionados hasta ahora, los jefes de servicio que han iniciado la protesta añaden cuestiones del funcionamiento interno de Osakidetza, como la gestión del personal. Frente a un pasado en el que cada OSI tenía capacidad para gestionar sus necesidades específicas, consideran «delirante» que una organización que «cada vez requiere una mayor cualificación técnica» se gestione de manera «centralizada, sin dar voz a las organizaciones y sus directivos», con unos criterios de selección de profesionales «desfasados, donde no prima ni el mérito ni el conocimiento adaptado a las necesidades». Lamentan por ejemplo que el criterio determinante en las listas de interinidades sea la antigüedad u otros requisitos no técnicos, cuando se trata de cubrir puestos con perfiles muy específicos.
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Una de las mayores amenazas que sienten los jefes de servicio del Hospital Donostia es la posible pérdida de la condición de centro de referencia en algunas especialidades, como aseguran va a suceder con el tratamiento de la carcinomatosis peritoneal para que el Hospital de Cruces también comience a realizar esas operaciones. Advierten de un proceso (no confirmado por Osakidetza) de «centralización y traslado de servicios a Bizkaia» que «viene de lejos», como cuando se trasladó «todo el conocimiento clínico de la enfermedad del Parkinson genética ligada a este gen» o «el banco de sangre de Gipuzkoa a Bizkaia cuando el de Gipuzkoa era el mejor gestionado de la comunidad».
Esta reorganización ya ha provocado también protestas en Bizkaia, como cuando Osakidetza ha propuesto centralizar en el Hospital de Cruces toda la cirugía cardíaca eliminándola del de Basurto. Un juzgado de Vitoria ha paralizado el proyecto a instancias de la denuncia de 34 médicos cardiólogos de Basurto.
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La integración de Onkologikoa como un hospital más de Osakidetza tras haber perdido la especificidad que tenía bajo el paraguas de la Fundación Kutxa está suponiendo un quebradero de cabeza para el Gobierno Vasco. A las reclamaciones de los propios trabajadores del centro especializado en tratar el cáncer, y sus denuncias de «pérdida de identidad» y «desmantelamiento», se suma ahora la de los jefes de servicio de la OSI Donostialdea, donde por ahora está incorporado. Estos rechazan la idea de Salud de que Onkologikoa se constituya como una unidad independiente, diferenciada de la OSI Donostialdea. Así, mientras unos defienden que el centro mantenga un estatus propio con una atención integral de principio a fin a los pacientes, otros reclaman su plena integración y operatividad dentro de la red global como un centro más, evitando lo que llaman un «Condado de Treviño dentro de Osakidetza», porque «el cáncer permea a muchas especialidades y afecta a todos los sistemas, lo que precisa de neurólogos, cirujanos, etc., además de oncólogos».
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