
La receta del buen médico: «Amor al oficio y al paciente»
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DV reúne a los dos médicos guipuzcoanos que han sido reconocidos entre los 50 mejores facultativos del EstadoLa cita es a mediodía, en un receso de otra jornada maratoniana de consultas y visitas de pacientes. Aunque cada uno también tiene sus días ... de quirófano. El encuentro lleva concertado más de una semana. No es sencillo cuadrar las agendas de los dos guipuzcoanos que han sido reconocidos entre los cincuenta facultativos españoles más recomendados por otros doctores. Eduardo Alegría (Cardiología) y Ricardo Cuéllar (Traumatología) se han colado en la lista de premios Top Doctors Awards 2024 que elabora la plataforma del mismo nombre y que agrupa a los especialistas a los que los propios facultativos acudirían o recomendarían en el caso de necesitarlo. DV les reúne en un despacho de Policlínica, lugar de trabajo de ambos, en torno a un café que se convierte en una tertulia informal entre colegas que arranca a raíz de una pregunta:¿Cuál es la receta para ser un buen médico?
«Amor al paciente y a la profesión.Lo primero es querer tu profesión, que te guste lo que haces. Porque trabajar a disgusto nunca sale bien», arranca Alegría. Sin duda, se trata de una profesión vocacional. «Debe estar a gusto con su profesión, ser cuidadoso y tratar al paciente en el día a día. Esas son las principales características que tiene que tener un médico, por lo menos los que venimos de antes», añade Cuéllar, al que le atesoran años y años de experiencia.
Por supuesto, entre las claves que hacen de un facultativo uno de los mejores está su amor a la profesión, pero de Medicina algo hay que saber. «Claro, tienes que prepararte e intentar hacerlo lo mejor posible cada día», señala el cardiólogo, que torna la conversación a una tertulia deportiva similar a la que puede darse cada lunes en cualquier oficina. «Esto no es como el Real Madrid, que puede hacer un partido buenísimo en el que golea y después pierde cuatro. Aquí hay que meter todos los días el gol correspondiente». El traumatólogo recoge la asistencia y remata.«Absolutamente, no se puede jugar un día bien, otro regular y otro mal. Hay que intentar mantener una constancia en la actitud terapéutica hacia el paciente».
Eduardo Alegría
Cardiólogo
Sin duda, la perseverancia es muy importante y eso, en cierta medida, lo otorga el bagaje que atesoran estos dos médicos que ya peinan canas. Una cualidad, asegura Cuéllar, que «te da un ojo crítico» que solo consigues con el paso de los años. «Uno de los comentarios que a veces repite el paciente es 'es que no me ha mirado'. Eso creerás tú que no te he mirado. Te he mirado desde que has entrado por la puerta. He visto si tienes las piernas arqueadas o no, si realmente tienes una ciática... Todo eso lo veo yo según entra el paciente por la puerta», sostiene el facultativo, experto en cirugía ortopédica, que pone el ejemplo práctico de un caso en consulta. «Un paciente que vino diciendo que tenía una ciática y que casi no podía ni moverse. Lo primero que hizo fue sentarse y hacer así (hace el gesto de cruzar una pierna por encima de la otra). Mucha ciática no puedes tener si no no podrías hacer eso».
Para Alegría, tan necesario es saber como tener la capacidad de trasladárselo al paciente que se suele sentar al otro lado de la mesa en la consulta. «El secreto que yo he visto en todos estos años de carrera es explicar las cosas. La clave es explicar, explicar y explicar», sostiene el facultativo, que no esconde que «muchos médicos ahora mismo no tienen demasiado tiempo» para sentarse delante del enfermo y conversar con él. Pero cuando llega el momento no hay que pecar ni por defecto ni por exceso. «Cada uno tiene su formación y no y lo fundamental es explicarle lo que tienes que contar al paciente con lenguaje sencillo», sentencia.
Porque, a juicio del cardiólogo, la labor del médico también es «desmontar falacias». Hace años que a los facultativos les ha salido un colega virtual que les viene fenomenal para «algunas cosas», pero que en ocasiones es un sabelotodo que llega a confundir a los ciudadanos. Internet, y en concreto el 'doctor Google', está cada vez más presente en las consultas. «No vale solo con decir que esto u lo otro es una falacia y ya está, sino que tienes que explicar por qué».
Ricardo Cuéllar
Traumatología
El problema, asegura Cuéllar, no es que el paciente «lo haya mirado en internet, sino que luego confíe en lo que yo le estoy diciendo, que puede ser reafirmar lo que le ha dicho Google o no». ¿Y qué ocurre cuando ambas versiones no coinciden? «Pues que el paciente se va enfadado». Lo que ocurre, dice el traumatólogo, es que «a veces la gente vive muy obsesionada con determinadas patologías y hay pacientes a los que les cuesta entender que no, o no en este momento». En otras ocasiones sucede que los síntomas que consultan estas personas en la red «no están relacionados con el problema que tienen o consultan sobre un problema que realmente no es el que tienen. Ha podido aparecerte un cálculo biliar pero que no te da la lata. ¿Hay que hacer algo? Pues no. Si te da problemas o empiezas a tener problemas, entonces vienes a la consulta». En los casos más extremos, no les queda otra que resignarse. «Si llega alguien autoconvencido es imposible convencerle porque no tiene confianza en lo que tú le estás diciendo».
Pero los doctores tienen ahora un nuevo compañero de fatigas en sus consultas, la inteligencia artificial, que ha tirado abajo la puerta de la medicina y que cada día está más presente, tanto en el ámbito diagnóstico como en el quirófano. «Es una herramienta más de trabajo y debemos aprender a manejarla. Puede ser mala si no se sabe utilizar o se utiliza mal, pero debe ser un aliado», asegura Cuéllar. Su compañero es más reacio. «Más bien expectante», puntualiza Alegría, que no se atreve a hacer una valoración de los beneficios que aporta esta nueva tecnología. «Todavía no ha demostrado nada. Supongo que lo demostrará, pero hasta ahora nada», agrega. «Siempre somos reacios al cambio. Pero hay que hacerlos, hay que asumir esos cambios», le espeta el traumatólogo.
Como hay que aceptar que en el quirófano el riesgo cero no existe. «Más que errores médicos suele ser un mal resultado; es decir, que no cumplen con las expectativas que tiene el paciente», reconoce Cuéllar. «Te puedes equivocar como todo el mundo y hay que asumirlo, siendo humilde y sabiendo que no eres el rey del mundo», sentencia Alegría.
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