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El riñón «excepcional» que Natalia le regaló a Aitor

El riñón «excepcional» que Natalia le regaló a Aitor

Euskadi se mantiene en la élite internacional de trasplantes de órganos y tejidos, y está promoviendo la donación en vivo, como el caso de una pareja de Oiartzun

Javier Guillenea

San Sebastián

Sábado, 25 de marzo 2023

Entre tantas noticias nefastas reconforta saber que Euskadi se mantiene en la élite internacional de la donación de órganos y tejidos. La Comunidad Autónoma Vasca registró en 2022 una tasa de 56,1 donantes por millón de población (pmp), lo que le permite situarse una vez más como el único país que mantiene su tasa de donantes por encima de las 40 personas por millón de población desde comienzos de siglo.

Según los últimos datos facilitados por Osakidetza, el pasado año 265 ciudadanos vascos accedieron a un trasplante de órganos en Euskadi o en otras comunidades autónomas con las que se mantienen convenios, lo que supone una tasa de 120 pmp. En la última década la cifra de trasplantes en Euskadi alcanza los 2.581: 1.567 renales, 742 hepáticos, 131 cardíacos y 141 pulmonares. La tasa supera los 117 pmp por año.

El Día Nacional del Trasplante, que se celebrará el próximo miércoles, pretende agradecer la generosidad de las personas que donan órganos y fomentar un gesto de solidaridad que permite salvar vidas. La fecha sirve también para expresar el reconocimiento social a los profesionales implicados en el trasplante de órganos. Y sirve además para recordar que no hay que caer en la complacencia de los buenos resultados.

265

vascos recibieron el pasado año un trasplante de órganos en Euskadi o en otras comunidades autónomas

Para evitar que esto se produzca, Osakidetza y las asociaciones de pacientes tratan de potenciar tanto el trasplante de donantes vivos como el de fallecidos. Entre 2006 y lo que va de año, se han producido en Euskadi 275 trasplantes de riñones en vida, cinco de ellos pediátricos. En 2022 se llevaron a cabo 20 intervenciones de este tipo. En lo que va de año, la cifra es de seis.

En cuanto a los donantes de fallecidos, Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes de Euskadi, señala que «en 1986 las respuestas positivas a donar los órganos de un familiar fallecido estaban en el 70% mientras que hoy en día son del 92%». Aranzabal achaca este incremento «a la concienciación social, que se ha logrado gracias a la relación con las asociaciones de enfermos, lanzando mensajes positivos hacia la donación y con la ayuda de los medios de comunicación. La imagen que se ha dado durante todos estos años ha sido siempre en positivo y eso se ha notado en un aumento de donaciones».

92%

es el porcentaje de familias que acceden a donar los órganos de su allegado fallecido

El año pasado se registraron en Euskadi 124 donaciones de órganos de fallecidos. En el Hospital Universitario Donostia, Cristina Oria Ponce, Edurne Lorence y Cristina Fernández son las encargadas de coordinar todo el proceso logístico que hay que poner en marcha cada vez que el órgano de un fallecido en algún lugar de la península tiene que venir a Euskadi para ser implantado a un paciente o viceversa, cuando debe ser trasladado fuera del País Vasco. Es un proceso en el que intervienen alrededor de 150 profesionales de diferentes hospitales.

Así fue el trasplante de Aitor

25 de noviembre de 2021

Reunión en el Hospital Donostia, donde les explican las opciones que tienen

Donante

Receptor

Natalia se

ofrece a donar un

riñón a su marido

Comienza un proceso

de análisis médicos a

Natalia para ver si su

órgano es válido para

el trasplante

23 de enero de 2023

Les llaman para decirles que

tienen que ir al hospital de

Cruces al día siguiente

24 de enero de 2023

Ingresan en Cruces por la noche. Los dos en la misma habitación

Se llevan a Natalia al quirófano

Aitor entra en el quirófano. Tras dos horas y media de operación le implantan el riñón

POSTOPERATORIO

Donante

Unas diez horas en reanimación. Alta en dos días

Receptor

Unas diez horas en reanimación

y dos días en la unidad de

agudos de nefrología

Alta en una semana

En un trasplante de riñón de donante vivo participan más de 19 personas

4

2

Nefrólogos

Cirujanos para

la extracción

2

6

Inmunólogos

Enfermeras

2

2

Cirujanos para

el implante

Anestesistas

1

Personal de istración

Juez

Así fue el trasplante de Aitor

25 de noviembre de 2021

Reunión en el Hospital Donostia, donde les explican las opciones que tienen

Donante

Receptor

Natalia se

ofrece a donar un

riñón a su marido

Comienza un proceso

de análisis médicos a

Natalia para ver si su

órgano es válido para

el trasplante

23 de enero de 2023

Les llaman para decirles que

tienen que ir al hospital de

Cruces al día siguiente

24 de enero de 2023

Ingresan en Cruces por la noche. Los dos en la misma habitación

Se llevan a Natalia al quirófano

Aitor entra en el quirófano. Tras dos horas y media de operación le implantan el riñón

POSTOPERATORIO

Donante

Unas diez horas en reanimación. Alta en dos días

Receptor

Unas diez horas en reanimación

y dos días en la unidad de

agudos de nefrología

Alta en una semana

En un trasplante de riñón de donante vivo participan más de 19 personas

4

2

Nefrólogos

Cirujanos para

la extracción

2

6

Inmunólogos

Enfermeras

2

2

Cirujanos para

el implante

Anestesistas

1

Personal de istración

Juez

Así fue el trasplante de Aitor

Así fue el trasplante de Aitor

25 de noviembre de 2021

25 de noviembre de 2021

Reunión en el Hospital Donostia, donde les

explican las opciones que tienen

Reunión en el Hospital Donostia, donde les

explican las opciones que tienen

Natalia se

ofrece a donar un

riñón a su marido

Comienza un proceso de análisis médicos a Natalia para ver si su órgano es válido para el trasplante

23 de enero de 2023

Les llaman para decirles que

tienen que ir al hospital de

Cruces al día siguiente

24 de enero de 2023

Ingresan en Cruces por la noche. Los dos en la misma habitación

25 de enero de 2023

Se llevan a Natalia al quirófano

Aitor entra en el quirófano. Tras dos horas y media de operación le implantan el riñón

POSTOPERATORIO

POSTOPERATORIO

Unas diez horas en reanimación. Alta en dos días

Unas diez horas en reanimación y dos días en la unidad de agudos de nefrología

Alta en una semana

En un trasplante como este participan más de 20 personas

4

2

2

2

Nefrólogos

Cirujanos para

la extracción

Cirujanos para

el implante

Anestesistas

2

6

1

Personal de istración

Inmunólogos

Enfermeras

Juez

Así fue el trasplante de Aitor

25 de noviembre de 2021

Reunión en el Hospital Donostia, donde les

explican las opciones que tienen

Natalia se

ofrece a donar un riñón a su marido

Comienza un proceso de análisis médicos a Natalia para ver si su órgano es válido para el trasplante

23 de enero de 2023

Les llaman para decirles que

tienen que ir al hospital de

Cruces al día siguiente

24 de enero de 2023

Ingresan en Cruces por la noche. Los dos en la misma habitación

25 de enero de 2023

Se llevan a Natalia al quirófano

Aitor entra en el quirófano. Tras dos horas y media de operación le implantan el riñón

POSTOPERATORIO

POSTOPERATORIO

Unas diez horas en reanimación. Alta en dos días

Unas diez horas en reanimación y dos días en la unidad de agudos de nefrología

Alta en una semana

En un trasplante como este participan más de 20 personas

4

2

2

2

2

6

1

Nefrólogos

Cirujanos para

la extracción

Cirujanos para

el implante

Anestesistas

Inmunólogos

Enfermeras

Juez

Personal de istración

El objetivo es que el órgano llegue cuando antes a su destino para ser implantado en el menor tiempo posible. La vida útil de un riñón extraído es de unas 24 horas, la de un hígado de seis a ocho y la de pulmones y corazones de entre cuatro y cinco horas. Ese es el plazo que hay que salvar y para ello vale cualquier medio de transporte, desde ambulancias hasta aviones de línea o fletados.

En la unidad de coordinación siempre hay alguien de guardia. En cuando se recibe el mensaje de que hay un órgano disponible «el hospital se vuelca, todo el mundo hace lo imposible», dice Oria Ponce. Y si es un caso de 'urgencia cero', cuando se estima que el paciente que aguarda el trasplante va a morir en las próximas 24 horas, las prisas se multiplican. «Hoy no hay ningún caso, pero el otro día hubo dos y no se cubrieron», lamenta Lorence.

«Cuando estás en el quirófano y te dicen que el órgano es válido para nosotras es una recompensa. Lo más complicado es lograr que todo salga bien desde el principio hasta el final. Solo respiramos cuando nos vamos a casa», dicen.

La identidad del donante y del receptor es confidencial. «Hay familias que intentan saber el nombre del receptor, pero no decimos nada. Lo que sí hacemos es llamarles o enviarles una carta en la que les decimos qué órganos han encontrado receptor. Eso les ayuda a superar el duelo».

«Dije que me hicieran a mí las pruebas, lo tenía claro»

Natalia Iglesias, donante

«Dije que me hicieran a mí las pruebas, lo tenía claro»

Natalia Iglesias ha donado un riñón a su marido. Fernando de la Hera

Natalia Iglesias no se lo pensó dos veces. Había acudido a una reunión en el Hospital Universitario Donostia con su marido, Aitor Palomo, que sufría poliquistosis renal, una enfermedad genética que se transmite de padres a hijos. «Nos explicaron las alternativas que teníamos», dice Natalia, que reside en Oiartzun con su familia. Eran cuatro: diálisis en casa o en el hospital, trasplante de donante fallecido o trasplante de donante vivo. No hicieron falta muchas más explicaciones. «Que me hagan a mí las pruebas», planteó la mujer. Era el 25 de noviembre de 2021.

Natalia recuerda bien la fecha porque ese día se cumplía el aniversario de la muerte de su padre, que falleció esperando un trasplante de pulmón. «A los diez días nos llamaron desde Madrid diciendo que ya tenían un donante y que pasáramos urgentemente por el hospital». Esa espera infructuosa la había dejado especialmente sensibilizada, por lo que en cuanto vio que podía ayudar a su marido dio el paso de ofrecer uno de sus riñones. «Entonces no sabíamos que existía la posibilidad de donación en vivo, por lo que cuando me plantearon esa opción fue para mí como cerrar un ciclo con el universo, no sé cómo explicarlo. Lo tenía claro, tenía un contrato de vida con Aitor, un hijo en común, y yo recordaba la experiencia de mi padre».

Su determinación era firme, pero tenía una gran pregunta. El ser una enfermedad genética, su hijo podía heredar la poliquistosis renal del padre. ¿Qué ocurriría si en el futuro necesitaba un riñón? Su madre no podría dárselo. ¿No sería mejor reservar el órgano por si llegaba ese momento? Si se diera el caso, Natalia sabía cuál sería su decisión. «Prefería darle el riñón a mi hijo antes que a Aitor», dice. Fueron los médicos los que le ayudaron a dar el paso. «Me explicaron que para cuando mi hijo desarrollara la enfermedad mi riñón no valdría para donar». El camino quedaba libre de obstáculos. Comenzaba así un proceso plagado de análisis médicos y consultas.

«Ni mejor ni peor»

«En enero de 2022 me hicieron muchas pruebas», afirma Natalia. La conclusión fue que su riñón «era excepcional», pero el trasplante no fue inmediato. «Nos explicaron que un riñón donado tiene una duración y que probablemente Aitor necesitaría otro trasplante, por eso plantearon agotar los riñones que tenía antes de implantarle el otro, así hemos ganado un año».

«A mí la gente me dice que soy una valiente, pero si no vives esta situación no te puedes plantear lo que harías o no. Yo no soy mejor ni peor que nadie, todas las personas tenemos en el fondo esa bondad. La verdad es que te hace sentir bien, es gratificante», dice Natalia. El pasado 25 de enero entró en un quirófano del Hospital de Cruces. Eran las 9.30 horas. Su riñón estaba a punto para la mudanza.

«Cuando no es posible la donación, quien peor lo lleva es el donante»

Mariarte Rodrigo, nefróloga

«Cuando no es posible la donación, quien peor lo lleva es el donante»

Mariate Rodrigo, jefa de Nefrología del Hospital Universitario Donostia. Fernando de la Hera

Vinieron a la consulta, se les mostraron todas las alternativas y Natalia manifestó que quería ser valorada como donante», explica Mariate Rodrigo, jefa de Nefrología del Hospital Universitario Donostia. Días después, despejadas todas las dudas, la decisión de la mujer era más firme que nunca y se dispuso a transitar por un camino desconocido para ella.

«Se hacen las primeras pruebas y empezamos con un circuito preestablecido. Se analiza si ella tiene una función renal suficiente, si son grupo compatible o no, y empezamos con exploraciones para ver cómo tiene los riñones y las arterias. A partir de ahí, nos encargamos de hacer pruebas inmunológicas que mandamos al Hospital de Cruces».

Rodrigo recalca que en esta primera consulta, que suele atender ella, lo que se hace es plantear «desde un punto de vista imparcial las distintas alternativas, entre ellas la de un donante vivo». «Son ellos los que suelen decir que les interesa y se plantean la donación, pero si la familia no dice nada no insistimos con el tema. Nosotros solo presentamos lo que hay y ellos deciden».

Las donaciones en vivo más frecuentes suelen ser entre matrimonios o de padres a hijos, pero no siempre basta con la intención. Hay ocasiones en las que no es posible la donación, generalmente por problemas de salud en el donante. Cuando ocurre esto el disgusto es inevitable, aunque quien peor lo lleva no es quien necesita el riñón. «El que lo suele llevar peor es el donante. Los receptores siempre tienen la duda de si le va a pasar algo al otro y nosotros les tenemos que dar garantías de que no va a ocurrir nada malo, aunque no las podemos dar al cien por cien. Los donantes se sienten mal porque quieren compartir y no pueden hacerlo».

Valoraciones

Tanto la extracción como la implantación del riñón se realizan en Cruces, cuyos facultativos toman el relevo de los profesionales de Donostia. «Cuando acabamos con la valoración en San Sebastián se les manda a Cruces para que sean examinados por el nefrólogo y el urólogo, que es quien lleva a cabo la intervención». También se hace una valoración psicológica y psiquiátrica para determinar si el donante es capaz por sí mismo de tomar la decisión. «Interviene después un comité ético, porque la ley dice que esto es totalmente altruista y nadie puede requerir un pago económico por la donación», añade Rodrigo.

Desde que surge un donante hasta que se lleva a cabo la operación pueden pasar menos de cinco meses, quizás algo más o puede que algo menos, depende de cada caso. El plazo con Natalia y Aitor fue mayor porque decidieron apurar el tiempo al máximo. Cuando llegó el momento de entrar en el quirófano, a ella le quedaba un último trámite: comparecer ante el juez.

«El paciente mejora de forma casi instantánea»

Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes

«El paciente mejora de forma casi instantánea»

Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes de Euskadi. Fernando de la Hera

Se programa la intervención y la donante, el urólogo y el coordinador de trasplantes van al juzgado de Barakaldo. Allí, el juez consigna que está perfectamente informada de todos los riesgos y que su gesto es absolutamente altruista y solidario, sin ningún tipo de intercambio económico. Cuando la autorización está firmada solo queda realizar la operación quirúrgica», explica Joseba Aranzabal, coordinador de trasplantes de Euskadi. «En cuanto hay la más mínima duda de que el donante está psicológicamente afectado o hay alguna sospecha de intercambio económico, el juez no firma el consentimiento y el enfermo pasa a la lista de trasplante de fallecidos».

La doble intervención se programa generalmente a primeras horas de la mañana. Comienza con la extracción, que dura entre dos y tres horas. En cuanto el riñón está listo se implanta sin demora en el receptor, que aguarda en el quirófano de al lado. Este paso suele durar entre dos y dos horas y media. «Cuanto menos tiempo pase entre la extracción y la implantación mejor será el resultado», dice Aranzabal. Es una pequeña carrera contrarreloj en la que todo tiene que estar bien engrasado para que no haya ningún problema. Lo importante es la coordinación. «Deben ir todos a la vez para que el riñón no quede a la espera de ser implantado».

«Lo que hacemos es apoyar a los profesionales que participan en el proceso y en el seguimiento del paciente», afirma el coordinador de trasplantes. Y no son pocos. En casos como el de Natalia y Aitor han podido participar unos cuatro nefrólogos, dos cirujanos para la extracción, otros dos para el implante, dos anestesistas, dos inmunólogos y seis enfermeras, además de personal de istración.

Mejora inmediata

La extracción se hace por vía laparoscópica, que es muchísimo menos agresiva. «Se trata de buscar el confort para el paciente», afirma Aranzabal. La recuperación también es rápida. Salvo improbables complicaciones, el donante puede irse a casa a las 24 o 48 horas de la intervención. En cuanto al receptor, el cambio es espectacular y casi inmediato. «El riñón comienza a producir orina prácticamente cuando todavía está en el quirófano, la mejora es casi instantánea. Al día siguiente ves que los análisis han mejorado y el paciente suele recibir el alta en una semana», explica Aranzabal.

«El trasplante de riñones es doblemente solidario. Primero, por solidaridad con la familia del enfermo y, segundo, porque si se produce un trasplante de vivo los pacientes que están en lista de espera de trasplante renal de fallecidos tienen más opciones de optar a un riñón», sostiene Aranzabal. Al ayudar a Aitor, Natalia también ayudó a una persona anónimo que a estas horas habrá recuperado la salud.

«Pensé en si no era egoísta quitarle a mi mujer un riñón»

Aitor Palomo, receptor

«Pensé en si no era egoísta quitarle a mi mujer un riñón»

Aitor Palomo muestra la cicatriz que le ha dejado la intervención. Fernando de la Hera

Que me hagan a mí las pruebas», oyó decir a su esposa. Aitor Palomo la conocía bien y se lo esperaba, pero nunca había llegado a pensar que la reacción de Natalia iba a ser tan inmediata. «Fue algo esperado, pero fue tan, tan rápido.... Se ofreció tan rápidamente que luego tuve que estar valorando el esfuerzo que hacía por amor».

Pensó en lo que les habían dicho en una de las reuniones en el hospital. «Me pasó por la cabeza que es una intervención un poco complicada aunque con menos riesgos de lo que parece. Nos dijeron que si por alguna circunstancia no me podían poner el riñón durante la operación, la ley decía que el órgano no volvía a mi mujer sino que había que donarlo a otra persona».

«Prefería darle el riñón a mi hijo», acaba de decir Natalia. Aitor escucha a su mujer y asiente. «Pensé en mi hijo, en si no era egoísta por mi parte quitarle a ella un riñón por evitar la diálisis y no tener que esperar una donación. Pensé mucho en eso hasta que la psicóloga me preguntó si yo no haría lo mismo. Y yo lo haría sin ninguna duda. Ella estaba muy mentalizada y tiramos adelante por eso».

Aitor siempre ha sido deportista. Antes de la operación practicaba judo, pero se agotaba muy rápidamente. «Creía que estaba bien, pero sí que es verdad que me sentía muy cansado. Como soy muy cabezota intenté mantenerme con el deporte, pero terminaba el día rendido. Se me hinchaban las piernas por retención de líquidos». Al principio pensaban que su evolución iba a ser lenta o al menos no demasiado rápida, pero no fue así.

Hasta que llegó el 25 de noviembre de 2021. «En el hospital nos explicaron cuáles iban a ser los pasos que temíamos que dar a medida que la enfermedad avanzaba, nos dijeron que teníamos que ir pensando en diálisis. Fue la primera sorpresa porque yo esperaba que eso iba a ser a más largo plazo, pero había entrado en una insuficiencia renal severa». La segunda sorpresa fue la decisión de su mujer.

«Cada vez estoy mejor»

Hacia las 13.30 horas del pasado 25 de enero, Aitor entró en un quirófano del Hospital de Cruces donde aguardaba el riñón que le habían extirpado a Natalia poco antes. La espera se le había hecho larga. «Mientras la operaban yo esperaba en la habitación pensando muchas cosas». La intervención fue un éxito y la recuperación de Aitor, al igual que la de su esposa, muy rápida. «Me encontré muy bien y con muy buenas sensaciones. Cada vez estoy mejor, aún me canso pero ni mucho menos como antes».

Aitor señala su cicatriz, que se muestra algo abultada. Es por su tercer riñón, el de Natalia. «Me han dejado los otros dos hasta que dejen de funcionar. El de ella me lo han puesto delante, noto su presencia». Y Natalia le responde. «Es para que no te olvides de mí», ríe.

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