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Terry Basterra
Domingo, 26 de septiembre 2021, 10:18
El anuncio realizado el lunes por Pfizer y BioNTech sobre los resultados satisfactorios obtenidos por su vacuna contra el coronavirus en menores de 12 años ... pone el foco en la próxima vacunación de este colectivo. Más aún tras las declaraciones realizadas al día siguiente por la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, en las que explicaba que en un plazo de «dos meses» Euskadi podría estar en disposición de empezar a istrar el suero a los pequeños. Eso sí, siempre que la EMA autorice previamente su inoculación en este colectivo y la Comisión de Salud Pública lo apruebe.
Entre los pediatras existe en este momento un debate sobre la conveniencia, o no, de istrar el suero a este grupo de población, tal y como reconocen las principales asociaciones que agrupan a estos facultativos. De hecho son varios los especialistas vizcaínos que han preferido no tomar parte en este reportaje a la espera de que las autoridades sanitarias anuncien la decisión definitiva y los pasos a seguir. Ambas posturas cuentan con puntos a favor, pero también en contra. De ahí que sean muchos los que piden esperar a tener más información antes de posicionarse de forma clara.
A día de hoy, el grupo de 0 a 11 años es el que concentra una mayor incidencia acumulada en todo el país. Según los datos ofrecidos el martes por el Ministerio de Sanidad, estaba en 119 puntos, cuando ninguna del resto de franjas de edad superaba los 85. La media nacional se encontraba aquel día en 78. En el caso particular de Euskadi, aunque las tasas de contagio son algo más elevadas en todos los grupos, la tendencia es similar a la de España.
A los expertos no les sorprende. De hecho lo preveían. «En verano era esperable que los contagios aumentasen entre los jóvenes al llegar las vacaciones, tener una mayor interacción social y no contar con ningún tipo de inmunización. Su vacunación fue un factor que frenó la transmisión en este grupo. Ahora nos quedan sin vacunar los niños menores de 12 años, que precisamente son los que ahora tienen una mayor incidencia», describe Ángel Hernández Merino, portavoz de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP).
La profilaxis en este colectivo permitiría reducir la circulación del virus. Y ese es uno de los argumentos que avalan la inoculación de este grupo. Los vacunados se contagian menos y, además, tienen una menor capacidad de transmisión cuando se infectan. Acercaría, además, la posibilidad de alcanzar unas tasas de vacunación próximas a la inmunidad de grupo.
En el lado contrario de la balanza hay dos aspectos que hacen dudar a algunos pediatras sobre la conveniencia de vacunar a los pequeños. El primero es el hecho de que, en su gran mayoría, los niños superan la infección de forma leve, en especial los de 5 a 9 años -aunque no todos-. El segundo, la detección de un efecto secundario «muy raro» según la EMA detectado en jóvenes y adolescentes asociado a la vacuna como es la miocarditis. «De momento, todos los casos que se han detectado han sido leves y se han recuperado bien. Pero lo que no se sabe es si esta lesión les puede dar problemas a estos adolescentes y jóvenes dentro de unas décadas», indica el portavoz de la AEPAP.
FRANCISCO ÁLVAREZ
Asociación Española de Pediatría
Con los niños el balance riesgo-beneficio de la vacuna contra el coronavirus parece estar más igualado que frente a otros grupos de edad, reconoce Hernández. Además entran en juego otros aspectos. «Una de las preguntas que nos hacemos es hasta qué punto es ético vacunar a un colectivo como los niños, con una tasa de morbilidad tan pequeña, en lugar de realizar una vacunación global que llegue a personas más vulnerables de otras zonas del mundo», reflexiona Ana Partidas, pediatra del Hospital Quirónsalud Bizkaia.
Otro punto que genera debate es la situación epidemiológica. Si las agencias reguladoras tardan unos meses en emitir su dictamen sobre la vacuna es posible que la incidencia se haya reducido a niveles aún más bajos que los actuales si se mantiene la actual tendencia. Incluso por debajo de 50 puntos en el conjunto de España. Los pediatras se preguntan si con una posible tasa de contagio tan baja sería aconsejable vacunar a los niños. Por otro lado, está la posibilidad de que pueda surgir una variante más agresiva y contagiosa y la conveniencia de tener a los pequeños protegidos ante este hipotético escenario, tanto por su propia salud como para evitar que se conviertan en transmisores.
Hasta el momento lo que se sabe de la vacuna de Pfizer para niños es la limitada información desvelada por la compañía. «Ofrece buenos datos de generación de anticuerpos y de seguridad, similares a los detectados en edades superiores», destaca Francisco Álvarez, coordinador del Consejo Asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP). De lo que no se ha facilitado datos es sobre su eficacia. La compañía reconoce que los participantes en su ensayo -4.500 niños de Estados Unidos, España, Finlandia y Polonia- no tuvieron un excesivo o con el virus ni contagios como para tener datos concluyentes sobre la efectividad del preparado en ellos.
Álvarez enfatiza que la AEP está «a favor de cualquier medida preventiva». Por tanto, «si se demuestra que la vacuna es segura y eficaz en niños, estaremos de acuerdo en que se les istre». Sobre el debate entre pediatras, sostiene que es una cuestión que debería esperar a que se conozca la resolución de la EMA. Aunque añade que «la decisión sobre si vacunar a los niños la tomará el Ministerio de Sanidad y, por las informaciones que estamos leyendo en los medios estos días, parece que ya la tiene decidida».
ÁNGEL HERNÁNDEZ
Pediatras de Atención Primaria
En lo que hay unanimidad es en la importancia de estudiar la vacuna contra el coronavirus en niños y de autorizarla. «Pero eso no quiere decir que sea necesario istrarla de forma generalizada a todos los niños. Igual solo es preciso hacerlo con los inmunodeprimidos, los que tienen cáncer o patologías que los hacen más vulnerables», coinciden Hernández y Partidas.
Tan «controvertida y difícil» es la decisión que deben adoptar las autoridades sanitarias sobre este tema que para los especialista no sería una sorpresa que «no en todos los países se adopte la misma postura».
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