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En YouTube se puede recuperar una noticia de 1991 de Televisión Española sobre un perro que recorrió los 1.500 kilómetros que separan Bélgica de ... Gijón en busca de sus dueños. Este ejemplo (y otros) demuestra lo extraordinarios que son estos animales y la estrecha relación afectiva que han desarrollado con nosotros. Y nosotros con ellos.
Sobre lo primero, Óscar Páez, presidente de la Asociación nacional de adiestradores caninos (Ana), refiere un caso sucedido en Alemania. «Un criador de pastores alemanes había preparado una paridera para que la hembra pariera los cachorros. Era un espacio a todo lujo, con una bombilla para dar calor a las crías, tablas de madera para cerrar el recinto... Pero la perra insistía en sacar a los cachorros de allí y los llevaba a otra zona en la que no estaban tan confortables. El dueño se enfadaba con el animal y llevaba de nuevo las crías a la paridera. Y otra vez la madre las sacaba. Días después unas lluvias torrenciales derrumbaron el techo de la paridera. ¿Lo intuyó la perra como intuyen terremotos, temblores y otros fenómenos?».
Ahora, un ejemplo de lo segundo, del lazo afectivo entre humanos y sus amigos de cuatro patas: «Se hizo un estudio para averiguar si un perro era capaz de anticipar la llegada a casa de su dueña. Para ello, colocaron cámaras tanto en la casa como en la oficina de la mujer. Un día, ella cambió de rutina y decidió volver antes de lo habitual a casa. La cámara la grabó cogiendo el abrigo y el bolso en el trabajo y justo en ese momento, las cámaras de su piso registraron a su perro saltando desde el sofá, donde estaba descansando, a la ventana, alerta». ¡Cómo no achucharle al llegar!
«La relación entre humanos y perros es una cuestión todavía en estudio, pero está claro que, de la misma manera que para nosotros ellos son 'uno más de la familia', los animales también nos ven a nosotros como un miembro de su manada», explica el adiestrador, que tiene tres bulldog francés. «Yo les veo en el sofá, apoyando la cabeza en el cojín como me ven hacer a mí, y pienso: 'Esto es un humano'».
Lo hacen (lo del cojín) «porque imitan los comportamientos que ven». Y porque nos miran con buenos ojos. «Antiguamente, la domesticación llevó a un intercambio. Los humanos llevaban a los perros a cazar y había un beneficio en dos sentidos: los animales cazaban las presas para los hombres pero, a cambio, tenían asegurada la comida».
Hoy ya no salimos a cazar, pero la relación se ha vuelto mucho más estrecha que cuando nos necesitábamos para cubrir las necesidades más básicas. «Hay un apego enorme, una gran complicidad. De hecho, uno de los problemas que más sufren los animales es la ansiedad por separación. Un hiperapego que lleva a que, cuando el dueño se va, el perro en ocasiones pueda destrozar la alfombra o rajar el sofá. ¿Por venganza? No, por el estrés de estar separado de su dueño». Y cuando eso sucede, advierte el experto, «la relación se ha vuelto enfermiza».
¿Qué hacer para que no lo sea? «El ser humano ha fomentado ese apego prestando a los animales mucha atención, lo que genera dependencia en el can. Igual que los niños tienen que entender que no siempre se les puede hacer caso, los perros deben hacerlo también». Porque sucede luego algo que no es culpa del perro, advierte Óscar Paez. «Estamos viendo problemas de conducta porque el dueño espera que el animal se comporte de determinada manera y, cuando no hace lo que espera de él, le castiga».
Mala solución para un problema que hemos generado nosotros. «Hay gente que es vegana y entonces hace al perro vegano también, aunque lo condene a que tenga ciertos déficits nutricionales. Luego están los que les ponen 'vestiditos', que está muy bien en el caso del bulldog francés, por ejemplo, que al tener el pelo corto con temperaturas bajo cero lo agradece, pero no por una cuestión estética». Por no hablar, llama la atención el adiestrador, «de quienes les tintan el pelo de colores» o quienes les tratan «igual que el padre ocupado que no tiene tiempo para jugar con su hijo pero le compra regalos. Porque hay dueños que les dan el mejor pienso y les compran los mejores juguetes pero no les sacan a la calle a que hagan el ejercicio que necesitan». Para calmar ese estrés, una muestra de afecto, como hacemos las personas. «Cuando se acaricia a un perro, el estrés del animal y de la persona que le acaricia se reducen».
El 45% de los canes duerme en la cama de sus dueños
Más de 300 razas: es el animal con mayor cantidad de razas.
Veloces: un galgo puede alcanzar una velocidad de 72 kilómetros por hora. Además, los perros pueden recorrer hasta 11 kilómetros a una velocidad de 57 km/h.
Descendencia: pueden tener camadas de hasta 19 cachorros y hay un registro del año 1944 que eleva la cifra a 23 crías.
Temperatura: tienen una temperatura corporal de entre 38 y 39 grados, más alta que los humanos.
Herederos: en Estados Unidos, cerca de un millón de perros han sido nombrados herederos en testamentos.
Longevidad: el perro más longevo vivió 29 años y 5 meses.
Gusto 'pobre': las personas tenemos 10.000 papilas gustativas, mientras que los canes solo tienen unas 1.700.
¿Dónde duermen?: el 45% de los perros duerme en la cama de sus dueños.
Olfato: 1 millón de olores es capaz de reconocer un perro, frente a los 4.000 aromas que distinguimos las personas. Eso es posible porque estos animales tienen entre 200 y 300 millones de receptores en la mucosa olfativa, frente a los 5 millones de los humanos. De hecho, el 40% de su corteza cerebral está dedicada a la información olfativa.
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