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La huella dactilar más antigua del mundo data de hace 43.000 años y fue imprimida por un neandertal en lo que hoy es Segovia. Es uno de los vestigios artísticos más remotos que se conocen en el planeta. El hallazgo, dado a conocer este lunes por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), consiste en un canto rodado de roca granítica sobre el que se observa un punto rojo. Sobre esa mancha, alguien posó uno de sus dedos, lo que confiere un valor extraordinario al descubrimiento, pues supone una representación simbólica «única y excepcional» en la prehistoria europea.
La piedra ha aparecido en el yacimiento del Abrigo de San Lázaro, en la ciudad de Segovia, gracias a los trabajos de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Universidad de Salamanca (USAL) y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), perteneciente al CSIC. La persona que estampó su dedo en la piedra empleó un pigmento de ocre justo en la superficie del canto, lo que arroja luz sobre la capacidad simbólica de los neandertales e induce a pensar que podían abrigar pensamientos abstractos sobre objetos materiales.
A la investigación se ha sumado la policía. No en balde, la Comisaría General de Policía Científica ha llevado a cabo un estudio dermatoglífico, el análisis de los patrones formados por las crestas dérmicas en las yemas de los dedos, que son específicos de cada individuo y están determinados genéticamente. Todo ello ha llevado a la conclusión de que la huella es, sin ningún género de dudas, de un neandertal.
El canto rodado con el punto rojo fue encontrado al abrigo del yacimiento arqueológico, en el valle del río Eresma, donde se hallan restos de ocupaciones de los últimos neandertales europeos. En el nivel donde se encontró la piedra se había descubierto industria lítica asociada a los neandertales. El yacimiento del Abrigo de San Lázaro se ha erigido en una de las principales referencias para estudiar la actividad en la Península Ibérica de las últimas comunidades neandertales, poco antes de su completa desaparición, hace unos 30.000 años.
Según aducen los expertos en un artículo publicado en la revista 'Archaeological and Anthropological Sciences', el guijarro en cuestión fue descubierto en julio de 2022 durante la excavación del nivel H del yacimiento musteriense. «Este descubrimiento representa una prueba directa del uso intencional de pigmentos con fines simbólicos por parte de los neandertales. Las evidencias arqueológicas, estratigráficas y morfológicas indican una manipulación deliberada del objeto: su selección, transporte y pigmentación», destaca David Álvarez Alonso, investigador del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Complutense.
El científico alega que es posible que la piedra fuera escogida entre otras por su parecido con un rostro humano mediante el fenómeno de pareidolia. Así las cosas, los homínidos neandertales podían imaginar rasgos humanos como los ojos y la boca en la forma del canto rodado. La aplicación del pigmento rojo en lo que sería la nariz, en el centro del guijarro, ayudaría a acentuar la percepción del rostro.
Para el CSIC, es «un hito en la investigación prehistórica europea y una oportunidad invaluable para promover el patrimonio arqueológico de Castilla y León». En definitiva, este hallazgo no solo refuerza la hipótesis del pensamiento simbólico y la capacidad abstracta de los neandertales, sino que abre una nueva línea de investigación al aplicar metodologías forenses modernas al estudio del comportamiento simbólico prehistórico.
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