Muchos visitantes, buen ambiente y ventas similares a las ediciones previas a la pandemia

A pesar de que se imponía la confianza en la respuesta de la comunidad que tienen en Durangoko Azoka su principal punto de encuentro, también subyacían algunas dudas acerca de los posibles efectos secundarios de una pandemia que ha cambiado muchas cosas.

La valoración que Gerediaga Elkartea dio a conocer unas horas antes de que Landako y el resto de los espacios cerraran definitivamente sus puestas disipó todas las dudas: los organizadores han terminado esta edición tan especial «con las expectativas cumplidas y felices».

En las próximas semanas cotejarán su diagnóstico con los participantes con vistas a empezar a organizar la edición de 2023, que tendrá lugar del 6 al 10 de diciembre, pero los principales parámetros han superado la prueba de la normalidad con muy buena nota. La afluencia de visitantes ha sido alta todos los días, aunque ha destacado bastante por encima de las restantes la que re registró el jueves, día 8.

Los visitantes no solo han llenado Landako, el corazón 'comercial' de la Azoka, sino que en bastantes ocasiones han llegado a completar los aforos del resto de los recintos -Ahotsenea en su doble versión literaria y musical, Irudienea, Szenatokoa, Saguganbara...- en los que creadores de todas las disciplinas han presentado sus propuestas al público en directo.

En un año «de celebración, de reencuentro, de revivir la plaza de la cultura» han percibido un gran ambiente, que también se ha traducido en unas ventas comparables a las que se registraban en las ediciones previas a la pandemia, «superándolas en muchos casos». «Las ventas han sido muy buenas», afirmaron los organizadores, destacando que «se han agotado numerosos trabajos, en el caso de creadores de larga trayectoria, pero también de algunos artistas noveles».

El importante volumen de las ventas presenciales ha ido en detrimento del canal online, cuyas ventas «han bajado considerablemente respecto al año pasado: en cuatro días se han realizado 434 pedidos, con un total de 1.685 productos».

Innovaciones como la tienda online, que se puso en marcha para compensar de alguna manera la imposibilidad del Durango presencial, parecen haber decaído con la vuelta a la normalidad, pero otras, como la jornada dedicada especialmente a los jóvenes, se han saldado con un éxito muy esperanzador. Además de constatar que Ikasle Goiza ha regresado con el vigor habitual, atrayendo el primer día a miles de escolares, la organización ha comprobado que 'Gazte EztanDA!' ha funcionado muy bien, por lo que «valora positivamente el camino iniciado este año para seguir atrayendo al público joven».

Los organizadores aspiran a que el 12 de diciembre no suponga el final del camino de esta edición, sino que tenga una continuidad, y no solo a través de la iniciativa 'Zu non, han DA!', que hasta el 23 de diciembre llevará las novedades de la Azoka a más de 120 librerías. «El reto es -afirman- que la explosión vivida durante estos cinco días se extienda pueblo a pueblo por toda Euskal Herria, para que la Azoka no sea un oasis y sigamos expandiendo el sentimiento de comunidad que hemos sentido en Durango».

A esa dimensión comunitaria se refirió el geógrafo y profesor japonés Ishii Hisao, que abrió la agenda de ayer en el espacio Talaia con la presentación de su tesis sobre la cultura vasca y Durangoko Azoka. Hisao ó hace años con Nerea Mujica, profesora de la Universidad de Deusto, experta en toponimia y presidenta de Gerediaga Elkartea, cuando estaba realizando un trabajo sobre el modo en el que, tras el franquismo, los municipios de la CAV y Navarra estaban recuperando sus topónimos en euskera.

De esa conexión surgió su interés por Durangoko Azoka, así como una relación que ya ha superado las dos décadas y le ha llevado a analizar en profundidad un evento singular que no es solo una mercado, no es solo un festival, no es solo un punto de encuentro. El profesor Hisao definió Durangoko Azoka como «la fiesta integral de la cultura vasca», y vinculó el compromiso del público con la Azoka con «el deseo de recrear y fortalecer una comunidad imaginada, la nación euskaldun».

Durante cinco días, creadores y todo tipo de agentes culturales han puesto a disposición de esa comunidad cientos de propuestas, mayoritariamente en euskera, pero también en castellano. También ha reflejado los cambios que se están produciendo en el panorama de la creación y la difusión cultural en su sentido más amplio, en el que la tecnología y las nuevas expresiones artísticas ya han calado con fuerza, trazando paisajes novedosos y proponiendo nuevos retos.

Y, del mismo modo, ha sido el escaparate de los problemas y las inquietudes de un sector que, de la mano de sus principales agentes, ha mostrado en el contexto de la Azoka su preocupación por el contenido del anteproyecto de la nueva Ley de Educación que, a su juicio, «no garantiza el conocimiento y la transmisión de la cultura vasca».

Después de una última jornada tan intensa como las anteriores, la clausura llegó, al igual que la apertura, en clave de humor, de la mano de las monologuistas Mirari Martiarena e Idoia Torregarai, que llevaron a Talaia muchas sonrisas y una sugerencia: que el humor tenga su propio espacio -¿Umorenea?- en Durango,