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A las 17.25 del martes 28 de junio de 2011 el austriaco Manfred Gaulhofer, presidente del jurado, pronunció en Madrid las palabras ... que forman ya parte de la historia de la capital guipuzcoana. «La Ciudad Cultural Europea en 2016, junto a la polaca Wroclaw, será... Donostia-San Sebastián». Mañana se cumplen diez años del día que Europa eligió a Donostia, de las expectativas suscitadas en la cultura guipuzcoana y de la tormenta desatada por algunas de las ciudades que perdieron aquella apuesta.
«Cuando aquella tarde las delegaciones de las distintas ciudades entramos al salón de actos del Ministerio de Cultura nadie sabía, salvo el jurado, qué ciudad había sido elegida, porque las deliberaciones fueron absolutamente secretas», asegura hoy Santi Eraso, entonces director cultural del proyecto. «Sin embargo, en la puerta, al ver el saludo de uno de los jurados, tuve el pálpito de que éramos los elegidos». Y así se confirmó unos minutos después.
Repasar todo ese proceso suscita ahora a Eraso cierta melancolía y un sentimiento «agridulce». «Fue un día feliz, de ver que un jurado independiente elegía nuestro proyecto porque lo consideraba el mejor, pero luego la capitalidad no fue la que habíamos imaginado. Soñamos que esa vez Donostia podría hacer las cosas de otra cosa, con protagonismo de la gente y menos burocracias, pero luego la política partidaria y la inercia institucional lastraron aquellos propósitos», resume con la perspectiva de tiempo. «Aquel esfuerzo valió la pena, por ejemplo, por el abrazo del alcalde saliente, Odón Elorza, con el entrante, Juan Karlos Izagirre, los dos emocionados. Se habla mucho del abrazo de Chillida y Oteiza, pero ese encuentro entre los dos marcaba el inicio de un nuevo tiempo en ese año en que la paz parecía posible».
Santi Eraso
Santi Eraso está a punto de cumplir 68 años, sigue afincado en Madrid, retirado de la actividad profesional «estable» pero con múltiples colaboraciones como asesor o autor, y se presta a repasar aquel proceso. Él dejó la capitalidad meses después de la elección, aunque el jurado había citado expresamente su labor responsable del programa de San Sebastián. Hoy confiesa que «en mi vida profesional he sufridos dos 'duelos' por dos grandes decepciones, uno por el 2016 y otro, mucho mayor, tras mi paso por el Ayuntamiento de Madrid».
Seis ciudades finalistas llegaban a ese momento clave, tras un primer descarte de las otras candidatas celebrado meses antes. Durante dos días de aquel junio de 2011 las representaciones de cada candidatura defendían su propuesta ante un jurado formado por trece , siete designados por las instituciones europeas y seis por el Gobierno español. Los jurados ya habían visitado cada ciudad y conocido sobre el terreno cada programa.
«En ese examen final ante el jurado otras delegaciones venían arropadas por presidentes autonómicos y políticos encorbatados», recuerda Eraso. «Nosotros, gracias al extraordinario trabajo de Fernando Bernués, montamos nuestro 'teatro', con gente de la cultura y los alcaldes Elorza e Izagirre como parte de la representación, explicando el contenido sin discursos grandilocuentes».
Porque en aquel junio de 2011 Odón Elorza, principal promotor de la candidatura donostiarra, acababa de perder la alcaldía en las elecciones municipales y Juan Karlos Izagirre, de Bildu, había sido elegido sucesor. Los 'pronosticadores' externos pensaban que San Sebastián había perdido sus opciones porque el gobierno central, presidido por Zapatero, se resistiría a que la capitalidad europea de España recayera en una ciudad gobernada por Bildu.
Córdoba era la favorita desde el principio y Segovia y Burgos habían aumentado sus opciones. Las Palmas y Zaragoza, además de San Sebastián, completaban el sexteto de candidatas. Gaulhofer destacó «uno de los más niveles más altos en la historia de las capitalidades».
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Pero finalmente anunció que la ganadora era San Sebastián y un terremoto de emociones sacudió la sala del Ministerio de Cultura. El alcalde Juan Karlos Izagirre y su predecesor, un Odón Elorza envuelto en lágrimas, se felicitaban junto a los representantes políticos vascos, pero fueron los técnicos del proyecto, Santi Eraso, Eva Salaberria y sobre todo Ainara Martin, los que más saltaban entre risas y lágrimas. El trabajo de tres años se concretaba en ese minuto. Los representantes de las otras cinco finalistas no estaban tan felices. Hubo incluso alguna declaración crítica, como las que pronunciaron a la salida el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, o la ministra Aguilar, ex alcaldesa de Córdoba, que hablaron de «carga política» en la decisión del jurado. Después habría recursos, que no prosperaron.
Santi Eraso
Eraso dejó la capitalidad pocos meses después, por razones personales (había fijado su residencia familiar fuera de Donostia) y falta de conexión con el nuevo gobierno municipal. Aún rememora hoy el primer documento de trabajo que preparó para Odón Elorza cuando empezaba a cocerse la candidatura, denominado «la burbuja cultural». «Coincidió con la crisis del 2008, cuando pensábamos que terminaba un modelo que al final no solo siguió, sino que se reforzó. Buscábamos el protagonismo de la gente, casi como un adelanto del 15-M, y huir de la autocomplacencia donostiarra: ya sabíamos que nuestros festivales y nuestro paisaje son únicos, pero había que ir más allá».
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