Un periplo para transformar los mapas
Elcano | 500 años de circunnavegación ·
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Elcano | 500 años de circunnavegación ·
ÁLVARO ARAGÓN
Sábado, 6 de julio 2019, 07:41
Gracias a la presencia del Islam en el Mediterráneo europeo desde el siglo VIII, las geografías clásicas de Estrabón, Eratóstenes o Ptolomeo llegaron a Europa. ... Fueron geógrafos árabes como Al-Idrisi a través de quienes estas obras llegaron a los grandes emporios navales de la Baja Edad Media, como Génova, Venecia, Cataluña y sobre todo Mallorca, que tuvieron una gran importancia en el desarrollo de la navegación y cartografía mediterráneas, a través de la confección en el siglo XIV de cartas náuticas, conocidas como 'portulanos', es decir, mapas planos en los que se trazaban rutas entre puertos con la ayuda de la brújula. A las puertas de la Edad Moderna, de una visión eurocéntrica en torno al Mediterráneo se pasó poco a poco a un paradigma atlántico, en el que Portugal, Castilla y Aragón se convirtieron en la vanguardia de la expansión, gracias a su posición estratégica entre ambas Europas; los portugueses hacia el sur, por África, y los castellanos, hacia el oeste, atravesando el Océano Atlántico.
La llegada de Castilla y Cristóbal Colón a América en 1492 y la de los portugueses y Vasco de Gama a la India en 1498, acentuó ese interés, más aún con la firma del Tratado de Tordesillas en 1494, que establecía un meridiano situado a 370 leguas (2.054 km) de Cabo Verde, que dividía el mundo conocido de una forma difusa: todas las tierras al occidente del meridiano pertenecían a Castilla-Aragón, mientras que las situadas al oriente correspondían a Portugal. La Monarquía hispánica suponía que las estratégicas Islas de la Especiería o Molucas quedaban bajo su dominio, si bien únicamente tras la circunnavegación concluida en 1522 se tuvo la certeza de que el mundo era redondo y que América era una continente diferente a Asia. El hallazgo del Mar del Sur, tras la conquista del Darién y la costa oeste de Panamá, además de las divergencias entre Portugal y Castilla por los descubrimientos en el antimeridiano, desplazaron el foco de atención hacia el Océano Pacífico, cuya importancia creció exponencialmente tras el viaje de Magallanes y Elcano.
En este contexto, la cartografía, que vivió su momento de esplendor y auge, se convirtió en un instrumento esencial de orden político para las monarquías, que ejercieron a partir de entonces un estricto control de la información geográfica disponible, manteniéndola en el más absoluto secreto; los mapas eran considerados 'arcana imperii' o secretos del imperio, a disposición tan solo del monarca y los oficiales autorizados. El hecho de que un nuevo territorio apareciese en un mapa era una manera simbólica de apropiarse de él, es decir, de dar una visión 'oficial' del mundo o el orbe. Los errores o manipulaciones en los mapas eran intencionados y estaban relacionados con la adquisición de territorios deseados mediante la propaganda cartográfica. Por tanto, trazar mapas de la Tierra era ser dueño de ella.
La Casa de Contratación, creada en 1503, ejerció en nombre de la Monarquía ese control, a través de la figura del piloto mayor, encargado de coordinar un grupo de cartógrafos que permanentemente estaba recibiendo informes y cartas de los nuevos descubrimientos y navegaciones, cuya información trasladaban a una carta plana, el padrón real -acompañada de su versión escrita-, que era actualizado convenientemente. Esos cartógrafos proveían a los pilotos que participaban en las expediciones de 'cartas de marear' o 'cartas de navegación', con las que alcanzar sus objetivos y en las que introducir los nuevos avances logrados.
Entre esos cartógrafos cabría destacar en diferentes fases a Juan de la Cosa, Andrés de Morales o Américo Vespuccio, Nuño García de Toreno, Diego de Riveiro, Alonso de Chaves, Alonso de Santa Cruz, Jerónimo de Chaves o Juan López de Velasco. Sus mapas permitieron la navegación en una época en la que los problemas de cálculo de las longitudes eran ciertamente grandes, hasta que en la década de los años sesenta del siglo XVIII John Harrison inventase el cronómetro náutico y Jesse Ramsden hiciese lo propio con el sextante de precisión, impulsando una amplia renovación de la cartografía y expediciones científicas como la de Malaspina o Cook.
Hasta el siglo XVIII la navegación era 'a estima', es decir, realizando cálculos más o menos precisos sobre la situación del barco, puesto que el instrumental utilizado (astrolabios, cuadrantes, ballestillas, relojes de arena, etc.) era fabricado artesanalmente y calibrado según la habilidad del fabricante. Otro de los grandes problemas era la falta de precisión y unidad en el valor del grado meridiano, que fluctuaba entre 17,5 y 25,0, y de las medidas que se utilizaban para medir las distancias (varas, pies, toesas, brazas, millas, leguas).
El mapa de Juan de La Cosa (1500) es considerado la primera representación de las Indias. En 1502 Alberto Cantino ofreció su planisferio a Hércules d'Este, duque de Ferrara, en el que además de los logros de Vasco de Gama y de Pedro Álvares Cabral, descubridor de Brasil, aparecía el meridiano establecido por el Tratado de Tordesillas, las islas de la Especiería y Terranova. Derivados de la carta original utilizada para confeccionar ese planisferio, son también los mapas de Nicolo Caveri (1502-1504), el Kunstmann II (1502-1506) o la carta olivariana de Pesaro (1504-1508). Este recorrido previo a la circunnavegación finaliza con el mapa de Martin Waldsemüller (1507), que por primera vez utilizó el término 'América', en homenaje a Américo Vespuccio.
Fue la disputa por las Molucas y la posibilidad de llegar a ellas por el Mar del Sur, evitando territorio portugués, lo que incentivó a Carlos I a financiar la expedición de Magallanes y Elcano -que vino a confirmar que la Tierra era redonda y mayor de lo que se había especulado, la unión de todos los océanos y la existencia del continente americano, separado del asiático-, que contó con hasta 24 cartas, obra Nuño García de Toreno, quien tras el viaje y gracias a la información aportada por Juan Sebastián Elcano, elaboró en 1522 una carta del sur de Asia. En ella, ya aparecían las Filipinas y el antimeridiano de Tordesillas se situaba al occidente de las islas Molucas, lo cual daba su propiedad a España. En 1523 apareció el célebre 'De Moluccis Insulis' de Maximilianus Transylvanus, la primera explicación del viaje de Magallanes y Elcano.
Fruto de la circunnavegación, los cartógrafos españoles centraron su atención en las Islas de Poniente, a cuya posesión optaba España, toda vez que todavía no quedaba nada claro a quién debían pertenecer. Más aún, en 1524 se creó la Casa de la Contratación de la Especiería en La Coruña, para legitimar las expediciones que partirían hacia las Molucas, como la de García Jofre de Loaysa en 1525, en la que participó y murió Juan Sebastián Elcano. Para concretar la pertenencia de esas tierras en abril y mayo de 1523 se celebraron las Juntas de Badajoz y Elvás, que no llegaron a ningún acuerdo por las divergencias entre los cartógrafos de ambos países. Finalmente, en 1529 Diego Riveiro confeccionó una carta universal en la que se representaba el mundo que Juan Sebastián Elcano había circunnavegado, incluyendo el Estrecho de Magallanes y la correcta posición de América, y situando las Molucas en territorio español; fue decisiva para resolver la disputa y que Portugal se las comprase a Carlos I por 350.000 ducados en el Tratado de Zaragoza.
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