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Mitxel Ezquiaga
Domingo, 29 de septiembre 2019, 09:19
El premio Donostia a Penélope Cruz, con la aparición por sorpresa de Bono, figura ya entre los grandes momentos de la larga historia ... del Zinemaldia. Fue un golpe de efecto que exigió una logística más propia de una película de espías que de un Festival. Esta es la reconstrucción, a través de diferentes testimonios, de la historia más sorprendente de esta 67 edición: el mejor thriller no estaba en la pantalla, sino en los pasillos del auditorio.
20.00 horas del viernes, aeropuerto de Biarritz. Un avión privado aterriza en el tranquilo atardecer del viernes. A bordo viaja Bono, el legendario cantante de U2. Solo un reducido grupo de personas sabe a esa hora que el músico irlandés será quien dentro de dos horas entregue el Premio Donostia a Penélope Cruz, así que hay que mantenerlo escondido para preservar la sorpresa. Se queda un rato dentro del avión y después monta en el coche que le llevará hasta Donostia. Cuando Javier Bardem, con la complicidad de José Luis Rebordinos, le preguntó hace semanas si quería venir a San Sebastián a entregar el galardón a su amiga Pe, Bono respondió encantado que sí. Todos pactaron guardar el secreto.
21.00 horas, hotel María Cristina. La actriz está ya vestida y maquillada en su suite, lista para salir hacia el Kursaal. Aún desconoce quién le dará el premio. Su marido, Javier Bardem, le hace bromas. «Igual es Rebordinos con lentejuelas». Ella ya ha dejado de preguntar. «Llegados a este punto, prefiero que sea sorpresa de verdad». Ha pasado el día entre la rueda de prensa, entrevistas,photocall... A mediodía se le ha visto en el Saigón del María Cristina con su esposo.
21.45 horas, barrio de Gros. El coche que ha traído a Bono desde Biarritz ya está en Donostia, pero el cantante debe seguir oculto. El vehículo da vueltas a la espera de recibir la orden de acercarse al Kursaal.
21.50 horas, alfombra roja. Penélope Cruz hace una espectacular entrada en el auditorio enfundada en su vestido de Loewe. Rebordinos la recibe con su traje y pajarita de gala preparados por sus amigos de la sastrería Aldabaldetreku. El Kursaal está ya repleto de público. Solo el personal de seguridad ha sido informado de lo que va a ocurrir. En los ensayos de la ceremonia realizados un rato antes un 'doble' ha hecho el papel que luego asumirá Bono. Los técnicos de televisión e iluminación saben que alguien entrará por la pasarela de al patio de butacas, pero desconocen quién.
22.10 horas, trasera del Kursaal. El coche que lleva a Bono sube hasta las terrazas posteriores del auditorio, junto a la playa, y se detiene ante una puerta de emergencia del edificio. Rebordinos y Penélope Cruz están ya en el backstage del escenario. El director del Festival recibe el mensaje pactado. «El pollo está en el horno». Respira hondo. Edurne Ormazabal sale al escenario a presentar la gala sin saber quién va a ser el encargado de entregar el premio. El realizador de televisión se acaba de enterar de lo de Bono: así pueden preparar los rótulos.
22.15 horas, escenario del auditorio. Edurne Ormazabal inicia la ceremonia. Entran al escenario Rebordinos y Penélope Cruz. Mientras la actriz recibe la ovación del público, los responsables de producción del Festival llevan a Bono a toda prisa por los pasillos. Rebordinos toma el micrófono y anuncia que quien va a entregar el premio es... ¡Bono! La actriz se lleva las manos a la cabeza, sorprendida y emocionada, el público lanza un sonoro «oh» de sorpresa y el músico entra bajo los focos como la estrella que es. Suena en la sala una versión de U2. Lo que ocurre en el escenario es conocido: mutuas reverencias de las dos figuras, discursos conmovedores, múltiples aplausos. Javier Bardem sonríe en una butaca acompañado de su hermano Carlos y su amigo, el director Fernando León de Aranoa. La operación ha salido redonda. Comienza la proyección de 'Wasp Network'. Los artistas cenan en el Ni Neu y luego siguen la fiesta hasta muy tarde (pero muy, muy tarde) en una suite del María Cristina.
Sábado, 13.30, hotel María Cristina. Penélope y Bardem salen del hotel. Saludan a los fans y montan en un coche. Bono, más simpático, atiende a los aficionados y firma autógrafos. Monta en otro coche. ¿Destino?
14.00, restaurante Arzak. Llegan todos al restaurante del Alto de Miracruz: Penélope, Bardem, León de Aranoa y Bono, más algunos otros acompañantes. Les recibe Juan Mari Arzak. «Mi cocinero me dijo que si venía a San Sebastián tenía que comer aquí», le dice Bono al chef donostiarra. Luego se suma Elena Arzak. Los comensales prueban buena parte del menú. Poco antes de las cinco menos cuarto los Bardem se van. Bono se queda con otro amigo una hora más. En la puerta esperan fans y el músico pasa un buen rato atendiendo a todos. La operación Bono ha terminado. El foco vuelve a la gala de clausura. Es la hora del palmarés.
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