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¡Pero qué récord ni qué récord! Eddy Merckx no está contento. Tiene a Mark Cavendish (Deceunink) en el cogote, con 33 etapas ganadas ... en el Tour de Francia, solo una menos ya que su marca inalcanzable. «Ese récord de etapas no es algo que me quite el sueño, los récords están aquí para batirlos. Supongamos que suceda: todavía me quedarán algunos. Mark Cavendish nunca ganará cinco Tours de Francia y tampoco pasará nunca 96 días de amarillo», se revuelve el 'Caníbal'.
Un campeón nunca deja de serlo, nunca pierde su carácter salvaje, retador, agresivo. Ni con 20 ni con 30 ni con 50 ni con 76 años como tiene Merckx. Ganar siempre, a todo y a todos. Y Cavendish nunca ganará el Tour, como yo, que lo gané cinco veces.
A este magnífico Tour, en el que todos los días están siendo grandes, se le empieza a acumular la historia. Quién iba a pensar en la salida de Bretaña que la carrera iba a cuestionar una de esas verdades inmutables, como los diez mandamientos o que la tierra gira alrededor del sol o como el récord de 34 victorias de etapa. Pero todo en esta carrera está resultando extraordinario.
La resurrección de Cavendish lo es. Lo normal es que estuviera viendo la carrera por televisión. Primero, porque había decidido retirarse, derrotado por una lucha larga e infructuosa para regresar a su viejo nivel; segundo, porque diez días antes del Tour no estaba en la alineación del Deceuninck; tercero, porque ha recuperado de forma súbita la velocidad, algo que con el tiempo se pierde, no se gana. Pero ya suma tres etapas en esta edición y la de ayer fue la más fácil. Le costó una docena de pedaladas cara al viento: su lanzador, Michael Morkov, le dejó a poco más de cincuenta metros de la llegada. Si no fue la victoria más fácil de las 33 que suma desde 2008, no andará lejos.
El treno del Deceuninck está siendo decisivo en este resurgir de Cavendish, empezando por la entrada en las ciudades que dirige con mano magistral Julian Alaphilippe. Bajo la pancarta del último kilómetro, ayer, al británico aún le quedaban tres compañeros. Esa superioridad le da una ventaja insuperable a nada que él tenga velocidad de piernas, y la tiene. La ausencia de Caleb Ewan (Lotto), el sprinter más rápido del pelotón las últimas temporadas, tras su caída en la tercera etapa ha hecho el resto. Todos los factores tienen que alinearse para acometer una tarea de Hércules como la que tiene Cavendish entre manos. Y el Tour, siempre hambriento de mitos, se frota las manos. Se tambalea un récord de Merckx y hoy llega el Ventoux.
Otra cita con la historia en la montaña pelada, tan irreal que desde su cima se ven el Mont Blanc y el Mediterráneo. Una subida tan tremenda que estuvo a punto de acabar con el mismísimo Merckx en 1970, cuando cayó desfallecido nada más ganar la etapa y tuvieron que darle oxígeno para que volviera en sí. La cima donde Robic dejó a Coppi, donde Julio Jiménez martirizó a Poulidor, la de Thévenet ganando muerto de miedo porque detrás venían atizándose Merckx y Ocaña... La de Tom Simpson, claro, fallecido a dos kilómetros de la cumbre en 1967 por una mezcla abusiva de todo y un calor de infierno de Dante. La de Juanma Garate en 2009. ¿La de Pogacar hoy?
Por primera vez en la historia del Tour, el Mont Ventoux se subirá dos veces en la misma etapa. Por dos vertientes distintas, la primera, la más suave, por Sault (22 kilómetros al 5% de media) y la segunda, por la dura, Saint-Estève (15,7 kilometros al 8,8%). Ambas subidas comparten el tramo final, a partir del Chalet Reynard, seis kilómetros de una exigencia brutal en un paisaje lunar, desprovisto de toda vegetación, con unas laderas de piedra blanca que reflejan la luz del sol y provocan una sensacion de asfixia que intimida. «El calor invade los pulmones. Solo he sentido lo mismo en el Izoard, en la zona que se llama La Casse Déserte», dijo Bernard Thévenet tras ganar allí arriba, en la luna, en 1972.
La etapa no acaba en la cima, sino que hace un bucle para terminar abajo, en Malaucène, lo que añade interés a la carrera, ya que se trata de un descenso tremendo, por una carretera excelente en la que los ciclistas superarán con facilidad los cien kilómetros por hora. Una velocidad que demanda arrojo y serenidad.
Habrá que ver si Pogacar se ve interpelado por la historia, como en La Colombière, o por la burocracia, como en Tignes. Ayer dejó un detalle de su poder al cerrar él solo un abanico que habían provocado Deceuninck y Jumbo.
Lo único que le falta a este Tour es que hoy en el Mont Ventoux Tadej Pogacar, al pasar en solitario hacia su victoria, se quite el casco y se descubra al pasar por delante de la estela de Tom Simpson, como hizo Eddy Merckx en 1970. A lo mejor hasta le da tiempo a colocar un ramo de flores en el lugar donde cayó muerto el ciclista inglés. Todo es posible en este Tour increíble.
Las 33 victorias de Cavendish han sido al sprint. Un especialista absoluto que, entre 2008 y 2021 ha dominado las llegadas en grupo gracias a su velocidad. Ahora, el de la Isla de Man tiene a tiro las 34 de Merckx, que, por el contrario, fueron conseguidas en todas las variedades que ofrece el ciclismo. En todos los terrenos
La mayoría llegaron contra el reloj, un total de 16. De ellas, once en cronos montañosas, cuatro llanas y tres en terreno accidentado. Como todos los pentacampeones de la historia del Tour, su dominio de las etapas cronometradas resultó importante en su éxito.
Sin embargo, su poderío se extendía a todas las suertes, de una forma hoy casi inimaginable. Merckx logró 18 victorias en etapas en línea. De ellas, siete las logró en solitario, entre ellas alguna cabalgada legendaria. Otras siete, en sprints reducidos de entre dos y cinco corredores. Dos más en sprints de grupos de hasta 15 ciclistas. Y además se anotó dos en sprints masivos.
Es decir, mañana puede haber empate a 34, pero con dos métodos opuestos.
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