El temor de que los teléfonos móviles podían producir cáncer, ha estado presente entre nosotros desde que se inventó la tecnología celular en 1973.

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Tras ... 63 estudios epidemiológicos realizados en los últimos treinta años, en veintidós países, se llega a la conclusión de que los teléfonos móviles no tienen ninguna influencia en el cáncer.

Ese resultado era previsible debido a la mecánica cuántica y a la historia. A la mecánica cuántica, ya que, para destruir las moléculas de ADN se necesitan fotones con una energía mínima que es mil veces superior a la de los teléfonos móviles. La historia. Antes del Titanic había pocos barcos que llevasen emisoras de radio (mejor dicho: de «telegrafía sin hilos»), pero desde su hundimiento todos los barcos de pasajeros las llevaban. Emisoras de las antiguas, que para comunicarse con la costa necesitaban emitir con potencias millones de veces superiores a las de los móviles actuales. Los radiotelegrafistas estaban sometidos a aquellas enormes potencias durante todos los años de su vida laboral y el número de cánceres era similar al de la población ajena a la telefonía. Es decir, si los radiotelegrafistas no mostraban tendencia al cáncer, era sumamente improbable que lo hicieran unos aparatitos muchísimo, he dicho muchísimo, menos potentes, que se llaman teléfonos móviles.

Hay una enfermedad que ha proliferado con los móviles «inteligentes», se llama bulos.

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