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Pese a desarrollarse casi por completo en el habitáculo de un todoterreno, 'Blindado' es una película mucho menos asfixiante de lo que podría parecer. Producida por Sam Raimi y dirigida por David Yarovesky, responsable de la estimable 'El hijo', el filme, que llega hoy a las salas de cine, sigue los pasos de Eddie, un tipo que, a juzgar por los primeros compases de la historia, apenas llega a final de mes. Está separado y hoy le toca ir a recoger a su pequeña a la salida del colegio, pero la furgoneta con la que hace los repartos está estropeada y le faltan varios cientos de dólares para poder pagar el arreglo en el taller.
A punto de iniciar una bronca con el gerente y los mecánicos, Eddie, al que da vida Bill Skarsgård, se marcha por donde ha venido y busca dinero fácil por las calles de la ciudad entre los reproches de su expareja. Una cartera descuidada, varios boletos de rasca y gana... Hasta que se topa con un SUV negro de lujo y resplandeciente, con los cristales tintados, en un aparcamiento. No las tiene todas consigo porque lleva todo el día intentando acceder al vehículo de algún incauto conductor, pero cuando acciona la manilla, su día de suerte parece haber cambiado.
Eddie busca y rebusca por todos los rincones del coche, pero solo encuentra unas lujosas gafas que tratará de vender en el mercado negro. El problema es que cuando intenta salir del 4x4 no puede. Todas las puertas están cerradas y tampoco logra encenderlo, así que no puede bajar las ventanillas. Hecho un manojo de nervios, comienza a golpear los cristales con todas sus fuerzas y a gritar, pero nadie parece escucharlo y su teléfono móvil ha perdido la cobertura.
En mitad de la secuencia, una llamada telefónica irrumpe en la pantalla del vehículo. Es William el propietario del coche, un médico que asegura haber sido víctima de seis robos en los últimos años y que ha construido este todoterreno blindado e insonorizado porque está harto de que ninguno de los criminales con los que se ha topado haya cumplido condena. Anthony Hopkins se mete en la piel o mejor dicho en la voz de este psicópata que no dudará en hacer la vida imposible a Eddie.
Así comienza un thriller con unas interpretaciones fantásticas -lo de Hopkins es sobrenatural-, pero fallido y renqueante, que agota buena parte de sus ideas en los primeros treinta minutos de la película. Yarovesky mueve con destreza la cámara por el interior del vehículo y sale del mismo cuando quiere remarcar el paso de los días y la soledad del protagonista, pero no consigue crear la tensión y la desesperación que se presuponen al género y a la imposible premisa. Un argumento que aprovecha para poner sobre la mesa asuntos como la precarización de la vida o la eterna lucha de clases.
Porque sí, entre secuencia y secuencia de tortura y sufrimiento -William no solo ha adaptado los asientos del coche para someterle a descargas eléctricas cuando suelta improperios por su boca, sino que escatima el agua y los alimentos, sube y baja la temperatura a placer y le taladra la cabeza con una polca a todo volumen-, el verdugo utiliza su púlpito telefónico para lanzar discursos y soflamas, cual político populista, acerca de cómo se ha degradado la sociedad en los últimos años, de la falta de seguridad en las calles, criticar el flojo trabajo de la policía y cargar contra los gobernadores pusilánimes que, en lugar de hacer justicia, regalan cheques de comida. Mientras, la víctima le recuerda con las fuerzas que le quedan que no puede haber justicia sin moral y que lo que le fastidia es que se le acaben los privilegios.
De esta forma, la cinta conecta con fuerza con el agitado y polarizado momento actual. Tiene sentido, al fin y al cabo la película es un 'remake' de '4x4', un largometraje escrito por la dupla creativa que forman Gastón Duprat y Mariano Cohn y dirigido por este último. Los argentinos son los artífices de películas como 'Competencia oficial' y series como 'El encargado', una fabulosa comedia que en su última temporada viraba y lanzaba un mensaje político algo peligroso, con Eliseo llegando a lo más alto. ¿Quizá ellos son más de William que de Eddie?
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