
Daniel Kaufmann
Secciones
Servicios
Destacamos
Daniel Kaufmann
Hace 30 años, los economistas Daniel Kaufmann y Joel Hellman se dieron cuenta de que la noción tradicional de corrupción se quedaba corta para describir ... qué estaba ocurriendo en la Rusia de Boris Yeltsin, su campo de estudio como investigadores del Banco Mundial. El caos de la década de los 90 en la antigua URSS respondía mejor a un nuevo concepto, más sofisticado, que estaban a punto de poner en circulación, la 'captura del Estado'. Kaufmann (Santiago de Chile, 1951), exdirector del Instituto del Banco Mundial, presidente emérito de Natural Resource Governance Institute (NRGI) y uno de los mayores especialistas en políticas públicas, transparencia y corrupción, ha visitado España para ofrecer una conferencia organizada por la Fundación Hay Derecho.
-¿Qué es la captura del Estado?
-La corrupción se ha definido habitualmente como el abuso de puestos oficiales para el benefición propio y se ha visto como una distorsión para quitarse de encima las reglas del juego y, por ejemplo, lograr un permiso o una licitación a través del soborno a un funcionario. La captura del Estado es muy distinta porque se refiere a la formación de las normas: unos potentados políticos y económicos utilizan su influencia indebida en la elaboración o manipulación de las regulaciones, las leyes, las instituciones y las políticas públicas. El punto clave es que actores con mucho poder e influencia, fuera o dentro del Estado, se apoderan de las normas y de los organismos públicos para su beneficio privado a desmedro del bien y el desarrollo inclusivo de la sociedad. Hablamos de algo más sútil, pero que puede ser mucho más costoso.
-¿Qué herramientas utilizan esos potentados de los que habla para capturar el Estado?
-Los captores pueden actuar principalmente sobre cinco puntos: el entramado constitucional, que incluye parlamentos, tribunales o servicios de inteligencia y se concreta en tratar de quitar fuerza e independencia a las cámaras legislativas u otros aspectos; el pilar económico, las agencias regulatorias, los bancos centrales y las puertas giratorias; el desmantelamiento de las leyes anticorrupción, como vemos que está ocurriendo ahora en Estados Unidos; la dimensión cultural de los medios de comunicación, las redes sociales o la inteligencia artificial, porque para capturar un Estado hay que capturar la narrativa; y el aspecto trasnacional y sectorial, que tiene ver con la obsesión por los recursos naturales o por sectores como el energético o el inmobiliario.
-En España, los partidos han venido colocando personas afines en instituciones que deberían ser independientes.
-En los países con sistemas políticos como el español, los partidos políticos pueden ser los captores.
-Usted ha desarrollado una metodología aceptada en todo el mundo para analizar la gobernanza y según sus datos, en los últimos 15 años, España ha empeorado en indicadores como la efectividad del Gobierno, la calidad regulatoria, el imperio de la ley o el control de la corrupción. ¿Por qué?
-Sería por mi parte una falta de modestia señalar las causas de esta caída porque nosotros evaluamos datos de más de 200 países y no conocemos las claves de todos. España está muy lejos de ser un país capturado, pero es verdad que ha caído en varios rankings, aunque no en todos. En estos 15 años, ha mejorado en la rendición de cuentas y en las libertades políticas y civiles, al contrario que otros muchos lugares, y creo que es un buen punto de partida para tratar de mejorar en el resto.
-¿Cree que España tiene unas instituciones y una sociedad civil fuertes?
-La historia de España desde el franquismo es increíble. Con altos y bajos, como todos los países, sus instituciones tienen una gran fortaleza y su sociedad civil es fuerte. Al mismo tiempo, siendo ya un país de altos ingresos y perteneciendo a la Unión Europa, España podría y debería estar mejor en otros indicadores de gobernanza, como en la corrupción tradicional. Pero el riesgo de captura del Estado, aunque ha subido un poco en los últimos años, no es alto.
El coste de no contestar
-Da la impresión de que a los políticos les cuesta cada vez más contestar en los parlamentos y a los periodistas, más allá de sus argumentarios.
-Depende del coste que para los políticos tenga no contestar. Además, y en relación a los medios, aparece un factor importante: el temor. En muchos países, debido a la inequidad de influencia entre los potentados captores y el resto de la sociedad, existe mucha autocensura o también obediencia anticipatoria, es decir, el periodista informa sabiendo qué esperan los dueños de los medios. Pero no hay que menospreciar el miedo a opinar en las sociedades contemporáneas, que es enorme y creciente. Los métodos de castigo pueden ser brutales, uno puede ser cancelado en las redes y amenazado por los extremistas. No estoy justificándolo, pero es entendible.
-¿Es la ciudadanía lo suficientemente crítica con la corrupción?
-También aquí depende del país, en algunos existe una mayor tolerancia hacia la corrupción y en otros, el partido en el poder sale si existe un escándalo de este tipo. Pero el gran desafío, y en lo que hemos fallado hasta ahora, es en conectar la corrupción y la captura del Estado con la calidad de vida de la gente. Pueden ser conceptos abstractos o pueden convertirse en algo real si se explica que por culpa de la corrupción o de la captura del Estado usted no está recibiendo servicios de salud de calidad o no tiene electricidad, como ocurre en Sudáfrica. En Estados Unidos, la población ya se está dando cuenta de que aquello que parece cosa de los políticos afecta a la gente. De nuevo, estamos ante una gran oportunidad para darle más importancia.
-¿Existe más riesgo de captura del Estado por parte de los partidos de derecha o de izquierda?
-No se debe ideologizar. Ocurre en la derecha, como vemos en la actual istración de Estados Unidos, donde la tendencia a la captura del Estado crece, aunque ya se daba en gobiernos anteriores, y en la izquierda, con ejemplos como Nicaragua y Venezuela. Lo que sí existe es más riesgo en los extremos porque son grupos que están más dispuestos a violar las normas de las instituciones democráticas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.