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Urkullu y Núñez Feijóo, en su último encuentro en el Palacio de Ajuria Enea.
Crisis del PP

El tablero se agita con el eje periférico

Relación Urkullu-Feijóo ·

El relato autonomista del presidente gallego agrada al PNV y al lehendakari, aunque se ite que ahora debe lidiar con retos complejos en el PP

Alberto Surio

San Sebastián

Viernes, 25 de febrero 2022, 06:57

Una hija de la empresaria gallega Eva Cárdenas, actual pareja de Alberto Núñez Feijóo, estudia en San Sebastián. Es la excusa perfecta para visitar la ciudad, por la que el presidente gallego confiesa que siente una histórica debilidad. Una conexión que revela el feelling que tiene el futuro presidente del PP con Euskadi desde hace tiempo y que, a su vez, pone el foco en la buena sintonía que tiene con el PNV y con el lehendakari Iñigo Urkullu. Que nadie oculta. Los jeltzales y el lehendakari reconocen el perfil del presidente de la Xunta en la medida en la que es un hombre curtido en la gestión, un político pragmático del espectro liberal-conservador, buen conocedor de Euskadi, con sensibilidad periférica y experimentado en la política y la vida de las instituciones.

El lehendakari Urkullu mantiene una notable sintonía personal con Feijóo, con el que se ha intercambiado en los últimos días algunos mensajes de cortesía a raíz de los últimos acontecimientos. La relación arrancó en el año 2013, cuando Bruselas abrió un expediente al Gobierno Vasco por unos incentivos vinculados a los astilleros vascos que la UE entendía que eran ayudas de Estado. La decisión de Bruselas provocó un eje común entre Euskadi, Galicia y Asturias para defender la industria naval del Estado español frente a la amenaza del comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, de obligar a España a devolver el importe de las deducciones fiscales por 3.000 millones de euros aplicadas mediante el sistema de tax lease en la construcción de buques entre 2005 y 2011, medida que supondría, según el sector, su muerte súbita.

La complicidad

La sintonía entre Feijóo y Urkullu arrancó en la crisis por las ayudas a los astilleros en 2013

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El lehendakari y el presidente gallego se han intercambiado estos días mensajes de cortesía

Aquel bloque que unía a vascos, asturianos y gallegos supuso el comienzo de una buena relación política que Feijóo ha mantenido también con el PNV. El sueño jeltzale en un futuro es volver a tener la interlocución exclusiva para ser influyentes en Madrid, quizá con la compañía de los canarios, para el Gobierno de turno. Sea del PP o del PSOE. Y ahora que las cosas no van del todo bien con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, más de uno añora la relación privilegiada con un PP «centrado y moderado». Sin ERC ni EH Bildu en la sala de máquinas de la política del Estado. Tiempos de política sólida que ahora se antojan inviables.

Guerra cultural

Sin embargo, tanto en Lehendakaritza como en el PNV se reconoce que Feijóo lo va a tener difícil. Tendrá que abandonar la Xunta de Galicia y aterrizará de lleno en la convulsa política española para pilotar un partido que ha salido de una gran conmoción. El perfil centrista ayuda, pero una cosa es Galicia, con su actual ecosistema, y otra la dinámica madrileña, muy excitada y agitada por la polarización ultranacionalista que introduce la 'guerra cultural' a la que Feijóo es alérgico por ADN. Sobre todo en un partido en el que su nuevo líder tendrá que realizar un evidente ejercicio de autoridad interna. Con costes.

El problema para la recuperación de este entendimiento se llama Vox. El previsible candidato a la sucesión de Casado tendrá que resolver en primera instancia qué tipo de relaciones tiene el PP con Vox y si avala, o no, por ejemplo, un pacto de Gobierno en la Comunidad de Castilla y León. La posibilidad de que el PP alcance un pacto con la formación liderada por Santiago Abascal está sobre la mesa y condicionará la posición de los nacionalistas vascos. Un acuerdo sería una bomba política para la eventual reconducción de unas relaciones que ni siquiera en los peores tiempos se han roto del todo. La 'química' con Feijóo, desde luego, ha ayudado hasta ahora para preservar ese cauce de comunicación sin la necesidad del concurso de los populares vascos. El presidente de la Xunta de Galicia siempre ha tenido muy buenos os en Euskadi

El PNV sí valora el apoyo de Feijóo a la singularidad autonómica de Euskadi y al encaje del autogobierno a través del Concierto y del Cupo. Sobre todo en un momento en el que modelo fiscal vasco ha generado un discurso de contestación en ciertos sector del centroderecha por la presión de Ciudadanos y de Vox. El líder gallego es un hombre gestado en la cultura política de la Transición y sabe que el Concierto es pieza clave en el anclaje vasco en la realidad jurídica constitucional.

Vínculos

La conexión con Euskadi es también emocional y familiar: una hija de su pareja estudia en Donostia

El futuro

El PP confía en un fuerte rebote demoscópico en las encuestas que recupere su caída por la crisis

Feijóo ha sido también una referencia del PP vasco desde que en 2006 diera el paso para liderar la familia de los populares gallegos como relevo de Manuel Fraga. El mismo miércoles por la noche, en la reunión con los dirigentes territoriales del partido, el presidente gallego se reivindicó como un «autonomista convencido», que cree firmemente en el Estado de las Autonomías y en su «perfeccionamiento» dentro de la Constitución. Música periférica para frenar cualquier tentación rupturista. El presidente de la Xunta anunciará el próximo martes ante la Junta Directiva Nacional su decisión de presentarse como único candidato a un congreso que, por aclamación, lo elegirá nuevo presidente. Feijóo pidió a sus compañeros de dirección unos días para ordenar los plazos en la sucesión y plantear el relevo en el seno de su familia política de Galicia, en donde tendrá que buscar un candidato a la Xunta que le sustituya después de cuatro legislaturas. Eso sí, pidió que las cosas se hicieran con calma, con respeto a los procedimientos, sin atropellos. Con estilo. Un toque gallego que algunos interpretan como el viento de la periferia frente a los tiempos de trazo grueso de la hipérbole permanente.

El PP confía en un efecto demoscópico rebote, que muestre un fuerte incremento en intención de voto una vez que Feijóo coja las riendas del partido y se visualice la apertura de una nueva etapa que cierre la salida traumática de Casado y simbolice que la apuesta del centroderecha pasa por ser la verdadera alternativa al Ejecutivo de coalición de Sánchez. Y recuperar el espíritu reformista y moderado que nunca creen que debían haber perdido. Pero la hoja de ruta se plantea muy complicada. El primero que lo sabe es Feijóo que, a los 60 años, sabe que su apuesta implica automáticamente salir de la zona de confort de Galicia y jugar fuerte. Y arriesgarse a perder.

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