«Violaron la sepultura de mi tío y debemos traer sus restos para acabar con la pesadilla»

Iñigo Jaca no se dará por vencido. Ni las trabas istrativas ni los escollos judiciales que lleva más de una década tratando de sortear impedirán que siga luchando por traer a Zumarraga los restos de su tío, Antonio Arrizabalaga Ugarte. Un miliciano enterrado en el Valle de los Caídos desde 1961, cuando sus restos fueron trasladados hasta allí sin el permiso ni el conocimiento de su familia. Como miembro de la Asociación Familiares Pro Exhumación de los Republicanos del Valle de los Caídos, Jaca ha decidido tocar la puerta de la Defensora del Pueblo europea para buscar su amparo y poder cerrar una vieja herida.

–¿Qué espera lograr solicitando la ayuda de Emily O'Reilly?

–Lo que llevo años intentando: que los restos de mi tío descansen en el panteón de la familia, en Zumarraga, donde están su hermana y su madre enterradas. Y vamos a recurrir a la Defensora del Pueblo europea porque entre todas las familias tenemos la sensación de que los tribunales españoles, lamentablemente, no nos han dado el suficiente amparo.

–¿Se sienten abandonados?

–Son muchos años los que llevamos dando vueltas, y hemos tenido muchos silencios istrativos y muchos disgustos por todas las demoras. Y, por el contrario, las instituciones europeas siempre responden.

–¿Están dispuestos a llegar hasta el Tribunal de Luxemburgo?

–Sí.

–¿Y es optimista? ¿Confía en poder cerrar algún día el círculo?

–Sí, espero que el sentido común prime un poco. Violaron la sepultura de mi tío y profanaron sus restos sin conocimiento de la familia y lo hicieron por la prepotencia que tenía el régimen franquista, que no daba cuentas a nadie. Y me preocupa que después de tantos años todavía se sigan manteniendo esas posturas de odio, porque estas actuaciones no se corresponden con un país democrático. Por eso espero que algún día recuperemos el sentido común y se haga efectivo un derecho que tenemos reconocido.

–Sin embargo, se han vuelto a topar con un nuevo escollo. Cuando la Abogacía del Estado logra anular la medida cautelar que impedía las exhumaciones, una asociación que se opone a tocar las criptas recurre al Supremo...

–Sí. Lo que ha llevado al Ayuntamiento del Escorial a no renovar la licencia de obras hasta que el Supremo se pronuncie. Espero que reflexionen, solo tienen que tener un poco de sensibilidad humana para reconocer que en nuestras familias hay sufrimiento a cuenta de aquella afrenta. Vamos a enviarle una carta a la alcaldesa para decirle que una renovación de una licencia que ya ha sido aprobada tiene que atenerse al contenido de la propia licencia. Y si quiere fijarse en otros aspectos legales porque hay un recurso en el Supremo, que se fije también en las leyes y derechos que nos respaldan a quienes solicitamos llevar los restos de nuestros familiares a sus lugares de origen.

–Parece que, a su pesar, no deja de encontrar obstáculos en el camino para lograr la exhumación de los restos de su tío...

–Bueno, pero mientras sigamos viviendo seguiremos luchando.

–¿Es un dolor añadido ver cómo el tiempo corre en contra de los familiares de mayor edad?

–Pues sí. Yo me acuerdo mucho de la familia Isart, de Zarautz. El hijo del que está enterrado en el Valle de los Caídos tiene 92 años ya. Y el hombre todavía está esperanzado... Y vamos a seguir, porque lo que hicieron con nuestros familiares no tiene justificación. Solo espero que los tribunales se den cuenta de que las personas que nos están negando este derecho se guían por el odio, y que necesitamos que acaben de una vez con esta pesadilla. Porque nos siguen inflingiendo esta herida.

–Una herida que realmente empezó a supurar en 2009...

–Sí. Fue entonces cuando nos enteramos que mi tío no estaba en Zaragoza, donde le ubicábamos.

–¿Qué sintió cuando supo que su tumba estaba vacía?

–Nos sentimos muy mal. Mi hermano, que falleció, era abogado y decía: 'Esto es imposible, no puede ser'. Y empezamos a indagar.

–¿Qué supondría traer sus restos de vuelta a Zumarraga?

–Que hemos contribuido a la justicia y a la reparación de nuestros familiares.

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