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En un partido de transición entre los dos enfrentamientos contra el gran Manchester United, la Real se vio ante el clásico dilema de jugar un ... partido teniendo que pensar en el siguiente. Se arriesga el primero y nada garantiza que eso conduzca al éxito en el segundo. La Real perdió contra el Sevilla 0-1 y ahora debe justificar que el sacrificio no fue en vano. Para ello tendrá que eliminar el jueves al Manchester United en Old Trafford, una desafío de pantalón largo.
La derrota generó frustración en la parroquia realista, porque la imagen final fue de impotencia, pero el planteamiento estratégico en este momento de la temporada era el correcto e Imanol no dejó lugar para las especulaciones sobre su lectura del momento. El entrenador blanquiazul desplegó una de esas alineaciones de lo tomas o lo dejas, pero esto es lo que hay. Podía salir mal y salió mal, pero hizo lo que debía. De hecho, quienes pudieron ganar el partido fueron los suplentes en el primer tiempo. Los titulares no se acercaron siquiera al gol en el segundo.
Con Aritz Elustondo sancionado y Pacheco lesionado, respecto al partido del jueves Imanol dejó en el campo a Zubeldia y Aguerd y cambió a todos los demás. Con un once de meritorios, la Real salió a hacer buena letra, tarea en que las prisas son malas consejeras. No todo el mundo puede permitirse el lujo de hacer renglones torcidos, y mucho menos un borrón, así que los blanquiazules antepusieron la seguridad a la inspiración. Con eso les alcanzó para dominar el arranque del partido, ante un Sevilla contemplativo que del balón no quería saber nada. Turrientes tomó el centro de la escena, secundado por Olasagasti y Marín, en una medular inédita. En un mal partido, la Real dominaba con claridad sin necesidad de exigir a su motor. Era un espejismo, pero esa confusión iba a acabar dando problemas.
En ese intercambio pausado, sin ritmo, el único que encontró velocidad fue Sergio Gómez, a balón parado. Un par de córners y una falta debieron ser gol, a nada que Zubeldia, Óskarsson o Becker hubieran acertado con sus remates. A pesar de los pesares, con eso habría bastado para ganar el partido, engancharse a Europa y validar la estrategia del entrenador, que ahora sería alabada por afines y desafectos. Pero faltó calidad en el remate.
El partido se jugaba al paso, lo que siempre es engañoso. Y peligroso. Al progresar con facilidad y encontrar siempre compañeros libres, parece que el juego fluye, cuando no es así. Por eso parecía que la Real incluso estaba jugando bien. El Sevilla tardó en desperezarse pero al final detectó que la Real dejaba grandes espacios entre líneas y que bastaba un pase largo para superar la primera presión. El United también explotó esa circusntancia el jueves. Así llegó una clarísima oportunidad para Romero tras un mal despeje de Marrero, que acabó en nada pero avisó de que el Sevilla se había dado cuenta de lo que estaba pasando en el partido.
Así que lo más natural fue que marcase en la primera jugada del segundo tiempo, cuando Ejuke aprovechó un fallo de Aguerd para batir de disparo cruzado a Marrero y obligar a intervenir a Imanol, que no era lo que quería. El entrenador realista quería guardarse a sus pretorianos para el final, pero tuvo que darles salida a la hora de juego.
Minuto 60. Zubimendi, Oyarzabal, Barrenetxea y Traoré sustituyen a Aramburu, Olasagasti, Turrientes y Becker.
La Real tocó a rebato con sus mariscales en el campo (salvo Kubo, que salió en el minuto 75), pero el marcador jugaba a favor del Sevilla. Para la esperanza realista solo quedaba el tiempo. Quedaba mucho. Si los minutos no se convertían en prisas, tendrían que aparecer oportunidades.
Eso decía la lógica y eso entendió el Sevilla, que dio un evidente paso adelante en el tramo final. Los andaluces no quisieron el papel de reaccionar a lo que pudiera proponer la Real y decidieron que la mejor manera de defender su gol esa dominar el juego. Tuvieron autoridad en el momento en que la Real metió a toda su artillería y no permitieron que se organizase.
El Sevilla jugó bien el segundo tiempo y los titulares realistas tampoco encontraron una respuesta. El conjunto andaluz controlaba el juego con un repliegue bien ejecutado, sin hundirse y dificultando al extremo las maniobras blanquiazules. El conocimiento del fútbol, la tradición, mantenía la esperanza de Anoeta, aferrada a esa máxima que dice que hasta en los peores momentos, cuando el marcador es corto siempre aparece una oportunidad al final, aunque sea de la nada. Así fue. Una falta lateral de Kubo en el descuento puso un balón de gol, al que se lanzó Aguerd, poco fino toda la noche, pero su cabezazo fue despejado in extremis por la zaga visitante y se esfumaron las opciones de puntuar.
La Real salió a jugar contra el Sevilla pensando en el Manchester United. Pues bien, el partido contra el gigante inglés ya está aquí.
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