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Jon Uranga, subinspector de Protección Civil, dirige las labores de coordinación junto a Nekane Eizmendi, operadora de comunicaciones, y la técnica Ainhoa Arana.

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Jon Uranga, subinspector de Protección Civil, dirige las labores de coordinación junto a Nekane Eizmendi, operadora de comunicaciones, y la técnica Ainhoa Arana. usoz

Así se vigilan los espectáculos multitudinarios de Donostia

DV entra en el Puesto de Mando Avanzado de Protección Civil, que coordina los cuerpos de seguridad y emergencias en citas masivas como el Jazzaldia

Jorge F. Mendiola

San Sebastián

Sábado, 23 de julio 2022

El Jazzaldia regresa a la playa de Zurriola tras dos años de pandemia y en el aire se huelen las ganas del público de recuperar el tiempo perdido. Esta noche actúan los británicos Simple Minds y se espera la presencia de miles de personas. Para que el concierto se desarrolle sin sobresaltos, se ha desplegado un amplio operativo en el que participan Ertzaintza, Guardia Municipal, DYA y otros cuerpos de seguridad y emergencias. Como siempre que hay un evento multitudinario, al frente de todos ellos se sitúa el Puesto de Mando Avanzado (PMA), un vehículo de Protección Civil -división dependiente del departamento de Seguridad Ciudadana que encabeza el concejal del PNV Martin Ibabe- desde el que se coordinan los recursos disponibles.

Este antiguo microbús de Dbus adaptado a las necesidades del servicio replica la sala de crisis existente en el parque de Bomberos de Garbera. Tiene una zona de comunicaciones desde la que se mantiene o permanente por radio con los participantes en el dispositivo y su función es trasladar una versión en miniatura de esa sala a una posición más cercana al lugar de los hechos. También dispone de pantallas en las que visionar en tiempo real las imágenes de las cámaras que Movilidad y Guardia Municipal tienen repartidas por la ciudad. Incluso cuenta con a las cámaras térmicas que apuntan al mar desde la azotea del Kursaal por si a alguien se le ocurriera darse un baño nocturno.

«Lo primero que se hace es diseñar un plan de protección y emergencias en función de las características del evento y en base a este se despliega el operativo», explica Jon Uranga, subinspector de Protección Civil. Junto a él, ya ocupan sus puestos en el PMA la operadora de comunicaciones Nekane Eizmendi y la técnica de Protección Civil Ainhoa Arana. Han llegado una hora antes de que empiece el espectáculo y tienen todo preparado. En principio, su labor es preventiva, pero si surgen problemas y se activa una emergencia, también se encargarán de gestionarla.

En una cita como esta, los elementos de riesgo a tener en cuenta son la concentración masiva de personas y el hecho de que el escenario está situado a orillas del Cantábrico, una zona expuesta a galernas, tormentas, vientos... Hay marea alta, lo cual reduce el espacio disponible para el público, pero por fortuna las previsiones meteorológicas son propicias y a media tarde ha dejado de llover.

La noche transcurre con normalidad, pero la tensión en el interior del vehículo no decae hasta que la playa se despeja

«El mayor peligro sería una avalancha», advierte Uranga. Si hubiera una suspensión del evento o se generase algún tipo de alarma, existe un dispositivo montado para que la evacuación de la playa se haga de la manera más ordenada posible. En el plan se establecen las alocuciones a repetir por megafonía y la organización del Jazzaldia cuenta con un servicio de vigilantes situados por distintas zonas que irían dirigiendo al público hacia las salidas, con la Guardia Municipal de apoyo. Todo se coordinaría desde el PMA.

Iluminación de apoyo

Para facilitar la operación, hay una torre de focos instalada en un lugar estratégico y alimentada con un generador cedido por los Bomberos que está apagada durante el concierto pero que se puede encender en cualquier momento en caso de necesidad, como se hace cuando finaliza la actuación. «Tener luz en la playa le da tranquilidad a la gente a la hora de salir», subraya, al tiempo que señala el lateral del Kursaal que da al río como «punto crítico» por su configuración y por ser la ruta elegida por miles de personas para abandonar el ámbito.

Empieza a sonar la música. Simple Minds ha salido al escenario y el público les recibe con algarabía. El ambiente se caldea y la tensión dentro del PMA crece. Eizmendi, la responsable de las comunicaciones, comprueba una vez más que todo funciona correctamente, mientras la técnica Ainhoa Arana repasa con Uranga la zonificación del arenal en un mapa proyectado sobre una pizarra deleble.

Desde la primera fila hasta el puesto de control de sonido es donde se concentra la mayor densidad de público, con un cálculo estimado de 1,5 metros cuadrados por persona. A partir de ese punto, las apreturas se reducen y los riesgos, también. El de Simple Minds, y en general todos los conciertos del Jazzaldia, son tranquilos, para disfrutar en familia. Sin embargo, el hecho de celebrarse en un espacio abierto y sin acotar como es la Zurriola añade un componente de imprevisibilidad que no existe en otras citas como el Donostia Festibala del Hipódromo. «Aquí no sabes cuánta gente va a asistir, si la playa se va a llenar o no, hasta dónde llegará la presencia de público...», cuenta el subinspector.

«Una emergencia es un caos organizado», subraya el subinspector Jon Uranga, encargado de dirigir el dispositivo

Es momento de esperar y estar prevenidos. Cada cierto tiempo se hace una ronda por radio para recabar información y confirmar que no hay incidencias. El o con la organización es continuo, ya que ellos disponen de una posición privilegiada. Si ven que hay una incidencia de entidad, el responsable del escenario principal da aviso inmediato al PMA para que lo transmita a la Guardia Municipal, DYA o el cuerpo correspondiente. También se ha habilitado la banda marina y Salvamento Marítimo permanece alerta para salir del Muelle si fuera preciso.

Si ocurriera algo grave, se daría aviso a todos los implicados y se celebraría una reunión de urgencia dentro del vehículo con los responsables de cada equipo. En ese caso se utilizaría el método francés de pizarras. En la primera se hace un análisis de la situación, con los nombres de los enlaces de cada departamento (Bomberos, Guardia Municipal, Ertzaintza, Movilidad, Osakidetza, Cruz Roja, DYA, Servicios Sociales, Mantenimiento Urbano, Dbus, Proyectos y Obras, Urbanismo, Prensa...), aunque no tienen por qué estar todos. Se escriben las actuaciones realizadas o que se están realizando. Si por ejemplo la Guardia Municipal es la primera en llegar el lugar del incidente, comunica al PMA cuál es el alcance del mismo. Si ha habido algún herido, se traslada la información a emergencias de Osakide-tza y se apunta en la pizarra. «Esta es la fase informativa y, una vez tenemos una fotografía de cuál es la situación, empezamos a actuar», relata Uranga.

Unos 45.000 espectadores

Entonces entra en juego una segunda pizarra, en la que se definen los objetivos y las prioridades: acotar la zona, el traslado de heridos... «Es una manera de organizar los recursos porque, como solemos decir, una emergencia es un caos organizado», subraya. Por suerte, la noche transcurre con normalidad y, una hora después del final del concierto y con la zona ya despejada, el PMA se retira a la base. Al día siguiente, la organización del festival informa de que han asistido unos 45.000 espectadores.

El Jazzaldia es solo una de las muchas citas masivas a las que acude este Puesto de Mando Avanzado. El próximo sábado cubrirá la Clásica, donde la retransmisión televisiva representa una ayuda importante. En este caso, el principal reto es despejar las vías de circulación para que los servicios de emergencia puedan actuar si fuera necesario. Lo mismo ocurre durante la celebración del Maratón o la Behobia-San Sebastián.

A lo largo del verano hay otros acontecimientos multitudinarios, como las Regatas o la Semana Grande, en los que se requiere la presencia del vehículo de Protección Civil, que pronto se quiere renovar. El lanzamiento de los fuegos artificiales es quizás el momento que mayor tensión genera. «Antes de encender la mecha hay que desalojar toda la zona de seguridad y después de la traca final se debe revisar el área y baldear el suelo para poder abrir el al público, que siempre tiene prisa por entrar», cuenta.

El PMA suele situarse en la plaza Cervantes, donde la noria, y las estimaciones apuntan a que puede llegar a haber hasta 100.000 personas esperando el lanzamiento. Un posible retraso en el inicio o una suspensión son instantes críticos. La marea alta tampoco facilita las cosas. Como apoyo, varios retenes de Bomberos vigilan desde las azoteas por si algún proyectil causa un incendio.

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