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En uno de los episodios de 'Black Mirror', la serie de Netflix que nos presenta fábulas distópicas sobre los riesgos de la tecnología, el argumento gira en torno a unas abejas-robot que desarrolla el Gobierno en un programa experimental para suplir la desaparición de estos insectos. Dejando de lado la trama de la ficción, cabe hacer una reflexión: Cientos y miles de especies han desaparecido a lo largo de la Historia, ¿por que el ser humano debería preocuparse por la extinción de las abejas e intentar suplirlas mediante tecnología?
De vuelta a la realidad, encontramos la respuestas. La organización benéfica ambiental internacional Earthwatch Intitute acaba de concluir en el último debate de la Sociedad Geográfica Real de Londres, que las abejas son el animal más importante de la Tierra. Además, sus científicos han lanzado una clara alerta: Las abejas han entrado en riesgo de extinción.
Según los últimos estudios, la población de abejas ha descendido hasta en un 90% alrededor del mundo. Este descenso es muy alarmante, debido al relevante papel que juegan en el mantenimiento de ecosistemas naturales y agrarios, pues su labor de polinización es fundamental para la pervivencia de cientos de plantas y cultivos.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), el 90% de los alimentos de todo el mundo se obtienen a partir de 100 especies de cultivos, de los cuales, 71 se polinizan con abejas. Concretamente, en Europa existen 264 especies de cultivo y casi 4.000 variedades vegetales de las que un 84% dependen de la polinización de abejas. En países como Estados Unidos ya se habla abiertamente de un «síndrome de despoblamiento de las colmenas» para referirse a la situación, que también ocurre en otros lugares alejados como Asia o África, desde hace algunos años.
Por tanto, la desaparición de las abejas podría generar un verdadero colapso en los ecosistemas terrestres. La polinización que hacen las abejas permite a las plantas reproducirse, de las cuales millones de animales se alimentan. Sin ellas, la fauna pronto comenzaría a desaparecer, y por supuesto el ser humano no se libraría de las consecuencias.
«Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida». Esta frase, atribuida por el cine a Albert Einstein, es quizá algo exagerada, pero es cierto que estos insectos son cruciales para el ser humano. Los problemas que afectan a las abejas y otros insectos polinizadores suponen una importante amenaza para la alimentación mundial, especialmente en las zonas del planeta con dificultades para abastecer de nutrientes a los grupos sociales más desfavorecidos.
Los insectos polinizadores aportan alrededor del 10% del valor económico de la producción agrícola a nivel mundial, pero su contribución para la nutrición humana es potencialmente mucho mayor, recuerda en su estudio el equipo encabezado por la profesora Rebecca Chaplin-Kramer, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos).
Es cierto que si desapareciesen, no se desataría un apocalipsis, como muchos auguran. Sin embargo, en un mundo sin abejas, cultivos tan importantes para la agricultura española como los melocotones, melones, sandías, pepinos, manzanas, calabazas, calabacines, peras, girasoles, almendras, cerezas… por citar solo algunos de un inmenso listado no serían viables sin los insectos polinizadores, según Luis Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace España. Además, su ausencia podría acabar con alimentos tan consumidos en el mundo como el café, los tomates o el cacao, según la FAO. Un tercio de la comida que los humanos consumimos desaparecería si todas las abejas murieran. Todo ello sin hablar del enorme impacto económico que generaría la desaparición de todos estos cultivos, o del gran empocricimiento nutricional que generaría.
Respecto a las causas de la masiva muerte de abejas en todo el planeta, hay diversas causas y teorías. Según una investigación realizada por la revista Science, se debe a un círculo vicioso: la falta de hábitat salvaje lleva a los insectos a áreas en donde son más propensas a estar en o con pesticidas, particularmente neocotinoides , los cuales dañan sus sistemas nerviosos.
La desaparición de las abejas también se atribuye a la fumigación constante de cultivos. Jeff Pettis, entomólogo en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, señala que las abejas están tomando medidas de emergencia para proteger sus colmenas de pesticidas. Según Pettis, las abejas entierran o sellas las celdas de las colmenas con polen para ponerlas fuera de servicio y proteger al resto de la colmena de su contenido. El problema es que el polen almacenado en sus celdas selladas contiene niveles mucho más altos de pesticidas y otros productos dañinos, en comparación con el polen almacenados en las células vecinas, utilizado para alimentar a las abejas jóvenes. Ello hace a las abejas susceptibles a enfermedades y parásitos.
Por su parte, el Instituto Federal de Tecnología de Suiza, propone otra teoría, que culpa a las ondas producidas gracias a la telefonía móvil. Explican que estas ondas emitidas durante las llamadas son capaces de desorientar a las abejas, haciendo que pierdan su sentido de dirección, lo que pone su vida en peligro. El investigador y biólogo Daniel Favre, realizó junto a otros investigadores 83 experimentos que demuestran que las abejas en presencia de estas ondas, producen un ruido diez veces mayor al habitual, comportamiento que se ha observado lo realizan para avisarle a las otras abejas que se encuentran en peligro y que es importante abandonar la colmena.
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Miguel González | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro
Beatriz Campuzano | San Sebastián
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