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marta fedz. vallejo
Miércoles, 18 de septiembre 2019, 06:24
La joven Maitane Alonso Monasterio acaba de cumplir 18 años y ha inventado una máquina de conservación de alimentos por la que se ha ... interesado hasta la NASA. Esta estudiante de Medicina de la UPV/EHU logró el segundo premio de Microbiología y el primero de Sostenibilidad, entre más de 1.800 jóvenes científicos de ochenta países de los cinco continentes, en el certamen más importe del mundo de Ciencia y Tecnología celebrado en Fénix (Estados Unidos). Uno de los galardones lo otorgaba el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT): poner su nombre a un asteroide. Quiere especializarse en Oncología y compatibilizar la atención a los pacientes con la investigación contra el cáncer, y reclama «a las instituciones» apoyo a los jóvenes científicos. «¡Merecen las mismas oportunidades que se dan a los deportistas!», pide.
Cuenta que el invento nació de la afición de su padre «a hacer barbacoas» en el txoko de su casa de Sodupe. «Somos cinco en la familia pero mi padre cocina como para todo Euskadi. Siempre sobraba mucha comida y me hizo reflexionar sobre la necesidad de buscar alternativas a los métodos actuales de conservación», tanto por una cuestión de sostenibilidad como por salud. «En el mundo se desecha un tercio de los alimentos y un gran porcentaje de las enfermedades que contraemos son debidas a la mala conservación, al uso de químicos que a la larga pueden incluso provocar cáncer», explica.
El txoko de su aita se convirtió «en mi centro de investigaciones». Compró un generador eléctrico y un ventilador. Tenía solo 16 años cuando construyó la primera máquina de 'envasado con aire tratado'. «Mediante descargas consigo disociar las moléculas que están en el aire, las impulso con el ventilador por encima del producto y matan los microorganismos». Logró primeros premios en la Zientzia Azoka de Elhuyar en Euskadi, en certámenes de Barcelona y otro internacional en Chile. El último galardón obtenido en la Ciudad Condal le dio el pase al campeonato del mundo de Ciencia y Tecnología que se celebró en Fénix el pasado mayo.
Para entonces había mejorado su invento. «El curso pasado comencé a estudiar Medicina en la Universidad del País Vasco y los profesores creyeron en mi proyecto. Me dejaron utilizar el laboratorio de Microbiología. Pude comprobar que los resultados eran buenos, que la comida duraba saludable más tiempo con mi técnica», resalta. Llegó al certamen celebrado en Estados Unidos con una máquina más grande y perfeccionada y triunfó. Consiguió varios premios, entre ellos el del MIT -considerada la mejor universidad de tecnología del mundo-. A principios del próximo año, tendrá un asteroide que llevará su nombre. «Me ilusiona porque es un legado que queda para siempre».
Recuerda impresionada cómo responsables de la NASA se interesaron por su invento y que pudo charlar con premios Nobel. «Fue una experiencia increíble. Había miles de jóvenes de todos los países con ilusión, talento y proyectos para cambiar el mundo. La sociedad debe apoyarles», reclama esta alumna de Medicina apasionada por la investigación y que da charlas para fomentar las vocaciones científicas entre los estudiantes.
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