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Severina Ortiz es una de las alumnas más veteranas del centro de EPA Ignacio Zuloaga. Esta burgalesa -nació en Villambistia hace más de setenta ... años-, con el certificado de estudios primarios en la mano se puso a trabajar a los catorce años y dos después llegó a Donostia. «En la casa en la que estaba contratada tenían una biblioteca enorme y ahí me entró el gusanillo de leer y de aprender. Desde entonces nunca he dejado de leer», rememora.
Pasados los 50 años, una amiga le animó a que le acompañara a un centro de enseñanza para adultos donde ella estudiaba, era el Ignacio Zuloaga, que entonces estaba en la Parte Vieja. Aceptó la invitación, le hicieron un pequeño examen que superó y le recomendaron que sacara el graduado escolar, que aprobó, después de estudiar de febrero a junio, a la primera. Luego hizo primeros auxilios y auxiliar de clínica. A continuación comenzó a estudiar «para sacar el grado superior» (ESO y Bachiller) y también euskera e inglés, pero entonces nacieron sus nietos y «lo tuve que dejar para cuidarles», pero con la idea de retomarlos, cosa que «hice en cuento pude».
Ahora, esta activa mujer está matriculada en filosofía, informática, arte y literatura y se encuentra inmersa en los ensayos de la obra teatral 'La casa de Bernarda Alba' que va a representar junto a otros compañeros. Además quiere retomar el euskera.
«Quiero seguir estudiando hasta que el cuerpo aguante» y por eso el martes se subió a uno de los 19 autobuses que fueron a Vitoria para participar en la concentración «para que no nos quiten horas».
Cuando se le habla de la posibilidad de acudir a otros lugares donde también se imparten cursos se mantiene fiel a su EPA. «En las casas de cultura los cursos duran uno o dos meses y se acabó. Aquí es todo el año. No venimos a pasar el rato, venimos porque queremos aprender, tenemos interés por las cosas, nos mantiene vivos y no le damos trabajo a la Sanidad porque al estar activos no cogemos enfermedades ni depresiones». La cuestión económica también es importante porque «muchas somos viudas, con una pensión pequeña. Si tuviera que pagar una academia no podría seguir estudiando».
La alternativa de acudir a la Escuela de Idiomas para estudiar inglés o euskera no la ve porque «primero, yo no quiero un título, solo aprender y aprender. Con los idiomas quiero entender un poco y poder comunicarme», y después «porque soy consciente de que por los estudios que he tenido y por mi edad me cuesta más que a personas más jóvenes que yo. En una clase con ellos no haría más que retrasar a los otros alumnos o frustrarme porque no avanzaría como los demás y al final acabaría abandonando».
Desde su experiencia, Severina Ortiz también destaca otro aspecto que considera muy importante, «la convivencia». Explica que «aquí nos encontramos gente de todas las edades con un fin común, estudiar, ya sea por interés, porque necesitan un título para trabajar o porque es un refugiado que está aprendiendo español. Todos nos aportamos algo unos a otros. A mí, si me quitan la EPA, me quitan la vida».
Pero Severina no es la única de su familia que ha estudiado en el centro Ignacio Zuloaga. Su marido, ya fallecido, también pasó por allí. «Era de un pueblo de León y justo sabía leer, aunque no entendía todo, y escribir su nombre. Con mucho esfuerzo, venía a las siete de la tarde después de trabajar con otro compañero. Aquí aprendió a escribir. No se sacó un título pero sí le sirvió para vivir mejor . Ahora, con los cambios que quieren imponer no lo hubiera podido hacer».
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