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J.M.
San Sebastián
Lunes, 26 de mayo 2025
A sus 24 años, Maitane Alonso Monasterio, recién graduada en Medicina por la UPV/EHU, ya ha marcado hitos que la posicionan como una de las jóvenes promesas más brillantes de la ciencia médica. Así lo atestiguan entre otros logros su primera investigación, fruto de su Trabajo de Fin de Grado, que el pasado mes de febrero fue seleccionada para presentarse en el prestigioso congreso American Society of Clinical Oncology GU25, celebrado en San Francisco (EE.UU.), donde compartió espacio con referentes internacionales en oncología genitourinaria. Un logro que no es fruto del azar, sino del trabajo constante de alguien que, como ella misma cuenta, «lleva soñando con dedicarse a la oncología desde antes de saber deletrearla».
La investigación que llevó a California nació como su Trabajo de Fin de Grado, titulado 'Cáncer de Próstata Avanzado: Caracterización del Perfil Genético Germinal y su Impacto en la Evolución Clínica en una Serie de Casos del Hospital Universitario Cruces'. En él, Maitane llevó a cabo un análisis retrospectivo de pacientes tratados en dicho hospital que arrojó un hallazgo sorprendente: ciertas alteraciones hereditarias, consideradas hasta ahora «de significado incierto», podrían estar relacionadas con una menor supervivencia. «Tradicionalmente se ha tendido a asumir que eran probablemente benignas. Pero quizá deberíamos empezar a mirar más de cerca», reflexiona sobre este hallazgo que establece una base sólida para futuras investigaciones clínicas.
No obstante, detrás de este avance hay una historia de esfuerzo y obstáculos. Cuando fue aceptada su ponencia en el congreso, la joven investigadora vasca se encontró con una traba económica ya que debido a su precocidad no cumplía los requisitos para acceder a becas, reservadas a profesionales en etapas más vanzadas. «Era mi gran oportunidad, pero no tenía cómo ir», recuerda. Finalmente, gracias al esfuerzo de su familia, pudo viajar a San Francisco.
«No debería depender del bolsillo familiar. No todos tienen ese apoyo, y poder dedicarte a lo que te apasiona no debería depender de la suerte», denuncia en unas declaraciones recogidas en un reportaje de la UPV/EHU, en el que la joven señala una realidad que afecta a muchos investigadores. «Es fundamental apoyar la investigación de los jóvenes. Ante la fuga de talentos, no hay que retenerlos con una soga, hay que darles recursos para que quieran quedarse».
Con solo 16 años, en un pequeño txoko de su casa en Sodupe, Maitane Alonso Monasterio dio sus primeros pasos profesionales en el ámbito de la innovacación científica cuando comenzó a construir una máquina para conservar alimentos sin químicos, un proyecto que nació por una razón doméstica pero con visión global. «Me dije a mí misma, esto no puede ser. Me puse a investigar y me di cuenta de que un tercio de la comida de la población mundial se desechaba por problemas de conservación», explicaba hace cinco años sobre el proyecto cuando todavía cursaba segundo de Medicina en la universidad.
Una vocación que le hizo lograr desarrollar un sistema que utilizaba descargas eléctricas para eliminar microorganismos en un circuito cerrado de aire reutilizado y que con apoyo de varias empresas locales pudo presentar en ferias científicas de alto nivel, desde Zientzia Azoka en Bilbao hasta la Intel ISEF en Phoenix (EE. UU.), el mayor campeonato de ciencia y tecnología del mundo, donde fue premiada por su contribución a la sostenibilidad y a la microbiología.
Tiempo después, el mismo impulso emprendedor la llevó a cofundar su primera empresa de investigación siendo aún estudiante además de cosechar otros logros académicos y profesionales como ser reconocida por la Sociedad Europea de Oncología Médica con el Best Student Award, tras participar en uno de sus cursos.
Actualmente, a sus 24 años Maitane Alonso Monasterio acaba de presentarse al examen MIR con la esperanza de especializarse en oncología sin dejar de lado su pasión investigadora. Mientras tanto, trabaja en nuevos proyectos, como el lanzamiento de un pódcast sobre ciencia y tecnología y continúa con su compromiso por divulgar y motivar a jóvenes. Ha impartido charlas en espacios como el Planetario de Pamplona, dentro del programa Planeta STEM, convencida de que «chicos y chicas jóvenes pueden llegar a desarrollar sus proyectos». «Cuando algo te hace brillar los ojos por la mañana, puede salir mal, pero merece la pena intentarlo», afirma.
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