
Secciones
Servicios
Destacamos
Una de las últimas cosas que S.E.I. dijo a sus compañeros antes de salir del restaurante en el que trabaja fue que su ... expareja le había mandado –otra vez– mensajes agresivos y que sólo iba a la vivienda que ambos habían comprado en Larraskitu, en Bilbao, porque allí estaba su hija. La mujer convivía con su maltratador, Pedro Gonzalo C., porque no tenía muchas más opciones hasta que se sustanciase el divorcio y, sobre todo, porque jamás pensó que sería capaz de matar a sangre fría a su propia hija. «Lo ha hecho porque no quería volver con él y entonces decidió provocarle el mayor dolor que una madre puede sufrir», explican fuentes de su entorno. Todo lo que hacía la mujer en la vida estaba dirigido a buscar un futuro mejor para Eva, su hija, una reservada niña de 13 años a la que le encantaba leer y dibujar.
La madre llegó a la vivienda en torno a la una de la madrugada. Según fuentes policiales y del entorno de la víctima, se encontró a Pedro, de 43 años, prácticamente en la entrada de la casa. No hacía mucho que había llegado de trabajar como cocinero en otro restaurante del centro de Bilbao. Estaba «sudando». Se le veía «muy alterado», y saltaba a la vista que había bebido mucho. Según el relato que ha sido capaz de proporcionar en las últimas horas, Pedro tenía una de sus manos oculta en la espalda.
Le dijo que «quería un abrazo». Pero en cuanto la mujer dio un par de pasos, el hombre se abalanzó sobre ella con un cuchillo, según los mismos medios. El arma «no era de grandes dimensiones». Pero lo suficientemente peligroso para provocarle heridas en el cuello, los brazos y las manos. La madre consiguió zafarse y llamaba a gritos a su hija, pero no respondía. Fue entonces cuando el hombre, al ver que no podía con ella, le dijo que tenía un minuto para marcharse de casa. S.E.I. se marchó herida y horas después la Policía local encontró a la niña muerta en su cama y a Pedro Gonzalo C., que se había suicidado en el baño.
Noticia relacionada
Todo estaba premeditado, según las fuentes consultadas. Pedro mató a la niña cuando estaba en su cama y después esperó a que llegase la madre para asesinarla a ella también. En el fondo del asunto lo que subyace es lo que se conoce como un crimen de violencia vicaria: la forma más perversa que utilizan los maltratadores para infligir dolor a sus víctimas.
La gente que conocía a Pedro le define como un sujeto de escasa envergadura, «mirada turbia» y que rehuía los enfrentamientos directos. «Prefería atacar por detrás». Hace un par de años, un compañero de trabajo de la mujer le envió un mensaje para felicitarle por su cumpleaños. Se despidió mandándole un beso. Al cabo de un par de horas, este hombre recibió una llamada del asesino. Le empezó a gritar y a insultar. Le decía que tenía al móvil de su mujer y que si le parecía normal mandarle un beso a una mujer que estaba casada. Al cabo de unas semanas, este compañero de trabajo se encontró con Pedro Gonzalo C. por la calle. Le pidió explicaciones por lo que había pasado. Entonces, «agachó la cabeza y dijo que había sido todo un error».
La gente más cercana a la víctima se siente culpable porque nadie pensó que Pedro sería capaz de hacer algo así. Se culpan porque sabían que S.E.I. llevaba muchos años «sometida» y «anulada» por este individuo. De hecho, hace unos meses la Policía acudió a su piso y no quiso denunciar una supuesta agresión de su pareja. «Es el padre de mi hija», les decía.
La actitud del asesino se volvió mucho más violenta cuando la mujer decidió que ya no quería saber más de él. Fue entonces cuando este sujeto empezó a mandarle mensajes y a «abrasarla a llamadas» para decirle que tenían que volver, que «eran una familia», que la niña no podía crecer sin sus dos padres. La clave, explican desde su entorno, es que S.E.I. ya había tomado la decisión de separarse y Pedro no fue capaz de superarlo. Y lo que hizo fue causarle el mayor daño que se puede infligir a una madre.
La madre de la niña asesinada fue atendida por una patrulla de la Policía Municipal después de la llamada de un vecino que advirtió que había una mujer en la calle Gordoniz, en el barrio de Rekalde, que tenía heridas en las manos y en los brazos. La mujer fue hallada «confundida», explicando que su hija estaba en peligro.
La víctima fue conducida al hospital. Las heridas por los ataques con el cuchillo no eran de gravedad. Lo que realmente preocupa a los especialistas son los daños psicológicos que puede sufrir una madre después de que su expareja asesinara a sangre fría a su hija.
Fuentes del entorno de la víctima explican que en las últimas horas se han desplazado hasta Bilbao diversos familiares de la mujer para tratar de arroparla. Mientras tanto, está acompañada en todo momento por amigos íntimos. El asesino había tratado de aislarla para poder «controlarla» mejor, pero lo cierto es que la madre de la niña cuenta con «buenos amigos que le están ayudando en estos momentos».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.