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Cuando un imprevisto pone la vida en modo avión: Así afecta a nuestro bienestar emocional y social
La vulnerabilidad tras la desconexión digital

Cuando un imprevisto pone la vida en modo avión: Así afecta a nuestro bienestar emocional y social

El apagón eléctrico y el posterior digital nos recuerdan lo vulnerable que es nuestro modo de vida con conexión permanente, o lo que algunos expertos denominan «burbuja de bienestar»

Jesús Falcón

San Sebastián

Viernes, 2 de mayo 2025, 00:09

Ya ha pasado, ya no es solo el argumento recurrente para obras de ficción. El apagón digital no es solo cosa de series distópicas y podemos intuir o temer que volverá en algún momento a nuestra cotidianidad. En menos de un año hemos comprobado cómo es la vida sin conexiones digitales, con el modo avión prolongándose más de lo deseable y mucho más allá de lo que estamos acostumbrados. El 19 de julio pasado fueron unas horas sin a internet, ni a citas médicas o a nuestro dinero, por un fallo informático de una empresa californiana y el pasado lunes por el apagón eléctrico en España y Portugal.

No hace falta imaginar qué ocurriría sin luz, y por lo tanto, sin conexión a internet. Lo hemos comprobado en ambas ocasiones. Aunque con distinta intensidad geográfica y temporal, ya sabemos qué se siente sin poder saber de los tuyos de manera inmediata, sin a tu dinero cuando lo necesitas, perdiendo citas médicas o tiempo sin poder trabajar. Las preguntas ya son otras, ¿se puede evitar que vuelva a ocurrir? ¿estamos preparados? ¿cómo podemos afrontar mejor estas crisis?

«Vivimos en una burbuja de bienestar muy frágil, en una sociedad vulnerable e indolente»

Agustín Domingo

Catedrático de Filosofía y Política

«Vivimos en una burbuja de bienestar muy frágil, abrimos el grifo y pensamos que el agua brota por arte de magia, o encendemos una luz sin imaginar la complejidad que hay detrás, así que la realidad es que no estamos preparados», explica Agustín Domingo, catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia. «El ciudadano digital del siglo XXI ha quedado retratado como una figura extremadamente vulnerable», considera Domingo, quien está seguro de que este apagón eléctrico «supondrá un punto y aparte». En este contexto pone el foco en la fragilidad de nuestra sociedad actual, describiéndola como «vulnerable e indolente» ante los desafíos revelados por eventos recientes como el volcán de La Palma, la dana o la pandemia. «Hemos cambiado poco nuestros hábitos, nuestros valores y nuestras prácticas de consumo», señala.

En su análisis crítico de la era digital advierte que la omnipresencia de las pantallas ha dado lugar a una «economía de la atención» que transforma a las personas en «adictos seguidores de unas pantallas que activan la dopamina neuronal». Esta «adicción digital no genera personas libres y solidarias», considera, y lejos de mejorar la vida de los ciudadanos se da una «despersonalización y la deshumanización», llevándoles a estar «más insatisfechos que nunca». Así, propone un cambio de rumbo en el que es esencial «entrenarnos para la desconexión, para la meditación, para el silencio, para la concentración». Además, aboga por «transformar el apagón en una oportunidad para mejorar los sistemas de prevención y reclamar una cultura socio-política de la responsabilidad», lo que implica «denunciar las explicaciones y causas impersonales o despersonalizadoras que usan etiquetas genéricas como 'fallos del sistema'».

«Socializar, salir, vernos cara a cara, leer,.. son herramientas contra el estrés y el miedo»

Montserrat Pérez

Psicóloga

La psicóloga Montserrat Pérez habla de «sensación pandémica» para referirse a lo que ha palpado estos días. Aunque por la brevedad del corte considera que no dejará mayores secuelas, «otra cosa es esa acumulación que queda de crisis, que enseguida nos vienen a la mente, a cada uno de forma diferente en función de sus vivencias», algo que llega tras la fase de incredulidad y de pérdida de control. Ante estos eventos también puede aparecer la ansiedad, la irritabilidad y el pánico, «porque estamos acostumbrados a la inmediatez y a la autonomía, a poder hacer de todo con solo un clic».

No obstante considera que hay que rescatar algunos efectos positivos de esta experiencia, pues «de pronto volvimos a tiempos pasados con buenas costumbres como la de colaborar entre nosotros, como quien se ofrecía a llevarnos en coche, los vecinos que se ayudaban, el camarero que te apunta el café porque no tenías efectivo,.. una solidaridad muy bonita». Precisamente ahí está parte de la preparación para estas desconexiones forzosas: «socializar reduce el estrés y el miedo, incluso hablar con gente con la que normalmente no lo harías porque en las ciudades actuales todo favorece que nos aislemos».

Pérez considera así que deberíamos aprovechar estas llamadas de atención para reflexionar y calmarnos, «porque vivimos con muchos nervios, con mucha rapidez, que es el caldo de cultivo ideal para depresiones y otros males». Por ello considera que «no podemos estar siempre disponibles a través del móvil, hay que reservar tiempo para atender al otro sin el teléfono en la mano, dedicarnos tiempo sin redes sociales, leer en papel, leer con otros o tener charlas en persona, para mirarnos a los ojos y sentir la respiración del otro».

También considera que hay soluciones «mirándonos hacia adentro, porque algunas personas están construyendo su identidad de forma digital, no desde su interior». De esta forma la psicóloga considera que estos eventos sin conexión digital pueden ayudarnos a reconectar con nosotros mismos, «en estas crisis se ve la flexibilidad de una persona, de quienes se dan cuenta de que tienen más recursos de los que pensaban, pero dentro de sí mismos, no solo en el mundo digital, porque se nos están olvidando cuestiones tan básicas como mirar de qué somos capaces, cuestionarnos y, sobre todo, ser creativos».

Montserrat Pérez, con consulta en San Sebastián, considera que «la digitalización tiene muchas ventajas, pero debe estar a nuestro servicio, no al revés». También considera que estas crisis son oportunidades para «hablar con los más jóvenes de los recursos interiores que tenemos todos, también de la capacidad que tenemos de conservar la calma y la tranquilidad, especialmente como en este caso cuando hay factores que no dependen de nosotros». «Deberíamos aprender a vivir el presente porque tenemos demasiada estimulación, y no podemos estar siempre disponibles a través del móvil, hay que dedicar tiempo a estar sin el teléfono en la mano», aconseja.

Consejos para situaciones de crisis del psicólogo Juan Moisés de la Serna

  • Priorizar las interacciones presenciales, esto es clave para mejorar el bienestar emocional y fortalecer la salud física, ya que estas interacciones desencadenan mecanismos inmunológicos y antiinflamatorio

  • Establecer rutinas sociales regulares, como reunirse con familia o amigos periódicamente de forma que fortalezcamos así la conexión y la resiliencia

  • Valorar los vínculos débiles, esos pequeños momentos de interacción casual, como hablar con alguien en el transporte público o en la tienda, también tienen efectos positivos, activando circuitos cerebrales de recompensa y contrarrestando el estrés crónico

  • Participar en actividades comunitarias, es otra estrategia sugerida para fortalecer las conexiones y la resiliencia

  • Compartir experiencias personales ayuda a normalizar las emociones, diversificar perspectivas y acceder a información tranquilizadora

  • Limitar el consumo excesivo de noticias negativas, para mitigar los efectos perjudiciales de la sobreexposición a información perturbadora, lo cual es especialmente relevante en momentos de crisis

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