Álbum de fotos de un pueblo forjado en hierro
Archivo Patricio Echeverría ·
El fotógrafo Gorka Salmerón ha donado al Museo de Bellas Artes de Bilbao la colección de imágenes de la empresa de Legazpi que rescató a comienzos de los noventaSecciones
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Archivo Patricio Echeverría ·
El fotógrafo Gorka Salmerón ha donado al Museo de Bellas Artes de Bilbao la colección de imágenes de la empresa de Legazpi que rescató a comienzos de los noventaMás de dos centenares de fotografías de lo que había sido el archivo de la empresa legazpiarra Patricio Echeverría tiradas por los suelos. Eso fue ... lo que encontró a principios de los noventa Gorka Salmerón (Legazpi, 1969) en su recorrido por las instalaciones de la empresa siderometalúrgica, tras el cese de su actividad en 1992. Después de tres décadas en el archivo de Salmerón, el fondo de Patricio Echeverría está ahora como donación en manos del Museo de Bellas Artes de Bilbao. En esas 209 instantáneas, firmadas por algunos de los más importantes fotógrafos que trabajaron en Gipuzkoa a lo largo del siglo XX, está buena parte de la historia de la localidad, que es la de tantas otras del territorio:un pueblo creado a imagen y semejanza de su 'empresa-madre'.
«Patricio Echeverría fue un modelo de industria familiar, como hubo varios en Euskadi a lo largo del siglo XX, que ya ha desaparecido. Vivimos en otro momento. Aquello funcionó en esta tierra durante todo un siglo y se ha perdido». Hablar de Patricio Echeverría es hablar de una empresa que empezó en 1907 con una docena de trabajadores y que llegó a tener 3.500 en los años setenta. «Si a comienzos del siglo XX Legazpi eran cuatro caseríos, todo su desarrollo fue a través de la fábrica. Yo tuve la suerte de fotografiar el fin de esa época sin ser consciente de que estaba documentándola. Tenía veintidós años», comenta Gorka Salmerón.
En concreto, el archivo lo conforman 209 fotografías en blanco y negro que Patricio Echeverría encargó desde 1918 hasta mediados de los años sesenta a fotógrafos de la talla de Photito, Valentín Sierra González, Inocencio Fadrique Platón, Marín Material Fotográfico, Lucio Vergara, Willy Koch, Juan Miguel Pando, los anónimos retratistas de Trabajos Aéreos y Fotogramétricos (T.A.F.), Santi Gabiria, José Luis Ramírez, Jesús Mari Andueza, Javier Larrea, José Luis López de Zubiria 'Pepelu' y José Vierbücher.
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«En 1991 consigo entrar en la fábrica para hacer fotografías de las instalaciones. La empresa empieza a venderse y a deshacerse de todo lo que tiene y en el suelo de un espacio lleno de pozos y de porquería encontré todo ese material tirado. Lo que hice fue recuperarlo porque se iba a perder», recuerda Salmerón. «Investigué durante dos años sobre aquellas fotografías y en 1993 las presento porque me di cuenta de que las fotos que yo quería hacer, ya las habían hecho y mucho mejor que yo varios fotógrafos a lo largo de todo un siglo».
Las imágenes se realizaron por encargo del propio Patricio Echeverría, que las utilizaba para vender sus productos. «Salieron publicadas en distintos catálogos a lo largo de varias décadas». En sus pesquisas, que se tradujeron en el libro 'Luz para un tesoro olvidado: fotografías de Patricio Echeverría S.A. (P.E.S.A.). 1918-1993/Notas sobre los fotógrafos de Aceros Bellota', Salmerón se encontró con «varias sorpresas», la más reseñable, que «la firma de las fotografías más antiguas, Photito, correspondían a un establecimiento donostiarra regentado por el mexicano Manuel Mondragón, hijo del general Mondragón y cuyo periplo vital daría para un reportaje aparte, y Luis Vilella».
La colección de fotografía del fondo de la empresa muestra «las instalaciones, con sus distintas naves, la forja, las herramientas, algunas imágenes de los productos allí creados y algunas panorámicas de la fábrica». También aparecen operarios –sobre todo en las imágenes tomadas por Lucio Vergara–, pero más en posados que en plena faena. Por otra parte, las fotografías aéreas documentan la ampliación de la fábrica en los cincuenta y los sesenta, así como la expansión urbanística de los barrios obreros de la localidad.
Las hay de autoría desconocida y otras, de autoría dudosa, pese a la firma. En los sesenta, Echeverría contrata por primera vez a un fotógrafo legazpiarra, Santi Gabiria. «Hay que subrayar en todo momento la calidad de los fotógrafos porque este empresario contrata a los mejores. Su premisa era la calidad: hacer y vender productos de primera calidad y los fotógrafos que contrató eran muy buenos». También se pueden apreciar algunos ejemplos prácticos de lo que Salmerón denomina el 'photoshop de la época', esto es, fotografías retocadas con tintas negras y blancas. «Unas auténticas virguerías».
Junto a la donación del fondo, el Bellas Artes ha adquirido quince fotografías en gran formato realizadas por el propio Salmerón a comienzos de los noventa en las ya abandonadas instalaciones de la empresa. «Posteriormente, he intentado dar una visión más amplia del pueblo y de su entorno, ubicados en el valle del Urola y con el Aizkorri. Quería alejarme de la fábrica y completar el trabajo con otra visión», concluye.
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