

Secciones
Servicios
Destacamos
Durante muchos años, el ánimo de la cantautora neoyorquina Joan Baez, de 84 años, supuró por «las pústulas de veneno» de los trastornos mentales. Sufría ansiedad crónica, era insomne, depresiva, multifóbica, y la desazón la hundía en lo que ella llama una zona gris. Buena parte de todas esas tinieblas estaba producida por los abusos que le infligió su padre cuando era niña, lo que la indujo a visitar la consulta del terapeuta a los 16 años.
De aquellas sesiones salió un diagnóstico: trastorno disociativo de la identidad, una alteración que hacía que la joven desarrollara personalidades múltiples para enfrentarse a un trauma precoz. Todas esas experiencias amargas forman parte de la antología poética que la artista acaba de publicar con el título 'Cuando veas a mi madre, sácala a bailar' (Seix Barral), un libro en el que, pese a las oscuridades, acabo aflorando la luz. Baez dedica versos a Bob Dylan, Judy Collins, Jimi Hendrix, Leonard Cohen y otras figuras de la música popular que con sus composiciones han configurado la banda sonora de varias generaciones.
Joan Baez, ya con sesenta años de carrera a sus espaldas, es la voz y la banda sonora contra la guerra de Vietnam, uno de los iconos que galvanizaron la lucha por los derechos civiles. La mujer que cantó 'We Shall Overcome' (Venceremos) junto a Martin Luther King, en la Marcha sobre Washington de 1963, y que se rebeló contra toda clase de injusticias.
El libro, con traducción del inglés de Elvira Valgañón, incluye poemas en edición bIlingüe que la autora escribió sobre todo entre 1991 y 1998, una época en la que la dama del folk y figura de la contracultura se entregó a la actividad literaria de forma compulsiva. En sus versos, que destilan la sinceridad y la introspección del diario íntimo, habla de su familia, sus desasiegos de adolescente, los primeros y atolondrados besos, la embriaguez de los conciertos, los malos augurios, la decrepitud de la madre enferma o la muerte de su hermana Mimi.
Cantautora y activista como su hermana Joan, Mimi Fariña fue eclipsada por los destellos deslumbrantes de la que fue musa de Bob Dylan. Mimi murió de un cáncer devastador a los 56 años, en 2001, después de una agonía dolorosa en la que probó todo, desde la medicina tradicional a las oraciones desesperadas, pasando por una estancia en una clínica suiza en busca de un milagro que no se produjo. A ella le dedica Joan Baez uno de los poemas más conmovedores del libro. La desaparición de Mimi, «quien bailó con la muerte» hasta que ya no pudo más, dejó un dolor insondable en su hermana.
En el poemario palpitan asuntos como amor, la turbación de los primeros escarceos sexuales, pero también dolor, mucho dolor, como el que atenaza a Joan Baez cuando llora la muerte del hijo de Judy Collins, quien se suicidó a los 33 años.
El mítico festival de Woodstock, que congregó a 400.000 personas en el estado de Nueva York en 1969, también tiene su traslación al papel. En unas estrofas dedicadas a la memorable actuación de Jimi Hendrix, Baez no duda en calificar de «puto volcán» el concierto de su amigo. El sonido de su guitarra distorsionada estremeció al más templado cuando acometió los acordes del himno nacional de EE UU, lo que se interpretó como una protesta contra la guerra de Vietnam. «No hubo explosiones ni cohetes / ni estelas rojas en el aire». Solo su guitarra y la sabiduría de un formidable músico de 27 años en estado de gracia.
El libro tiene mucho de despojamiento, de quedar a merced del lector en una operación en la que no hay marcha atrás ni posibilidad de rectificación. Ese desnudo emocional ya lo había practicado la cantante hace cuatro años, cuando participó en un documental en el que desvelaba sus vulnerabilidades y se avenía a hablar de su noviazgo con Bob Dylan. Una pareja unida por cierto pacto de complementariedad: ella quería cuidar a alguien y él recibir los mimos de una suerte de segunda madre. «Creo que lo que le pasó a Bobby cuando se hizo famoso fue que pasó página y se alejó de todo el mundo. Fue un cambio muy brusco», contaba en el documental.
Joan Baez confiesa que su quehacer poético es heterodoxo, intuitivo y a contracorriente: está «lleno de técnicas no aprendidas, de un fraseo poco disciplinado, de pensamientos sueltos». Las imágenes le llegaron de forma abrupta, como un relámpago, mientras que otras se fueron escurriendo por el texto, «desde las húmedas entrañas de la tierra».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
¿Por qué ya no vemos tantas mariposas en Cantabria?
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.