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Las piedras que Larrea talla para convertirlas en tubos de su insólito y berroqueño órgano. Mercedes Sánchez
Una montaña sinfónica que canta, gime y habla
Música-Arte

Una montaña sinfónica que canta, gime y habla

Organero y escultor, Iván Larrea crea el primer «órgano de rocas» del mundo, un instrumento pétreo accionado por el viento

Lunes, 19 de mayo 2025, 16:49

Iván Larrea (Madrid, 1967) es un maestro organero y escultor que ha fabricado un órgano de piedra accionado por el viento. «Permite interpretar todo tipo de música, del barroco de Bach al rock sinfónico de Génesis», se ufana su creador. También permitirá reproducir la voz humana «de los registros más graves a los más agudos». Para lograrlo Larrea ha «estrujado» la naturaleza en la que se inspira logrando que las piedras «hablen, canten, lloren y giman».

Ha concebido este pétreo ingenio musical como «una sinfónica montaña de rocas». Tiene 54 tubos, cifra que podría ampliar de forma infinita, y funciona como un órgano, «pero va más allá». «Hace de las rocas un lugar sagrado para el espíritu», dice su creador. Sus 'tubos' son piedras naturales que Larrea vacía respetando su forma y hace sonar con el viento, obteniendo de cada roca vaciada una nota de la escala musical.

Larrea trabajando en unos de sus instrumentos. Mercedes Sánchez

Es el primer organero que usa la piedra -ya lo hizo con mármol- para fabricar un instrumento de tal envergadura y complejidad. Larrea adecúa sus piedras musicales al tamaño necesario para cada nota que quiere conseguir. Las ahueca con técnicas de perforación, corte y picoteado, alternando procesos de cantería tradicional y últimas tecnologías con herramientas adiamantadas refrigeradas con agua. Usa sofisticados programas informáticos para calcular las medidas logarítmicas que requiere la longitud de onda de cada nota/roca. Talla cada embocadura «con exactitud milimétrica» para que suene bien.

Sin altavoces, con una técnica compositiva e informática propia, logra además transformar la voz humana en una composición de notas que pueden ser interpretadas con este órgano geológico, como cualquier partitura musical.

Adaptable

«Con un concepto muy modular, siempre se adaptará al lugar, del interior de un museo a un jardín al aire libre, bajo una cubierta o un templete», dice Larrea. Propone lugares icónicos para instalar su órgano: del Palacio de Cristal en el Retiro a las salas de los antiguos aljibes del Canal de Isabel II, ambos en Madrid, o la Sagrada Familia de Barcelona. También habla de cuevas naturales capaces de acoger conciertos, como las del Drach en Mallorca, las de Canelobre en Alicante «o cualquier otra menos conocida, puesto que un instrumento tan único sería un reclamo para muchos visitantes».

En sus casi 40 años como organero Larrea ha esculpido más de medio centenar de «rocas sonoras». En 1996 ya facturó otro instrumento pétreo único en el mundo, un órgano construido en mármol, de once metros de altura, con ochocientos tubos y alrededor de cuarenta toneladas de peso. Inacabado, está instalado en el alicantino santuario de Novelda, donde se puede escuchar su sonido a pesar de no estar concluido

En 2001 el Museo del Prado acogió el primer concierto de la historia interpretado en un órgano construido casi totalmente en piedra por Larrea. Un instrumento de algo menos de dos metros de alto y uno de ancho con un peso de 250 kilos que tardó solo un año en construir.

Catedrales basálticas

Siempre sintió Larrea curiosidad por las inauditas formaciones geológicas naturales llamadas órganos por su parecido con los tubos del instrumento. Unas 'catedrales' basálticas repartidas por el mundo: de China a EEUU, pasando por Armenia, Sudáfrica, Islandia, las gélidas tierras del Ártico y Groenlandia o varios parajes de Hispanoamérica más meridional.

El taller donde Larrea realizas sus insólitos instrumentos. M. Sánchez

En España son muy conocidos los de La Gomera, El Hierro y Tenerife en Canarias; Castellfollit de la Roca, en Gerona; los del Cabo de Gata, en Almería; los del Parque Natural de Despeñaperros, en Sierra Morena (Jaén), o los Órganos de Montoro (Teruel) y de Montserrat (Barcelona).

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