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La suya fue una vida de película. Su obra, un pictórico viaje por el mundo y su 'materia y color', su seña de identidad. Apuró ... las pinceladas y su mente de creador no paró hasta los últimos momentos. El pintor Lucio Ruiz-Poveda, Luziano (Elgoibar, 1931) ha fallecido este domingo a los 93 años, tras una larga enfermedad, tal y como ha confirmado la familia a este periódico.
Ruiz-Poveda, del barrio de Santa Clara, hacía muchos años que vivía afincado en Madrid, pero tenía siempre presente tanto su Elgoibar natal como sus veranos en Zarautz, localidad que «siempre estará en mi corazón». Viajó ininterrumpidamente durante casi más de cuarenta años al municipio costero durante los meses estivales, de junio a octubre, que eran para él imprescindibles y le permitían inspirarse para continuar sus creaciones. «En Zarautz me sentía a gusto e integrado, la pena que muchos de mis amigos ya han fallecido, pero es un lugar al que le estoy eternamente agradecido», recordaba sobre su fiel destino de vacaciones.
Niño de la guerra, en 1936 tuvo que salir de Elgoibar e instalarse en Bilbao y, desde allí, huir a Francia. Su inquietud por la pintura comenzó tan solo cuatro años después, en 1940, cuando esbozó sus primeros garabatos. No obstante, Luziano aspiraba a más, a convertirse en un artista y virtuoso de los pinceles, y comenzó de forma autodidacta a formarse en arte y pintura. Al mismo tiempo que trabajaba en un taller de Eibar, asistía a las clases de la Escuela de Artes y Oficios de Elgoibar.
Visitó Donostia por primera vez a finales de la década de los cincuenta, con tan solo una carpeta y unos cuantos lapiceros, pero fue suficiente para comenzar a ganarse la vida y empezar a hacer retratos por los más transitados cafés de la capital guipuzcoana. Viajó a París ya como artista, también para continuar retratando a las altas clases parisinas en los cafés de ambiente bohemio y aristocrático. También para ganar dinero. Y su gran vitalidad por hacerse un hueco en las galerías le llevaron a viajar por todo el mundo: Niza, Deauville, Barcelona, Nueva York, Texas o Marruecos fueron solo algunos de los destinos que sirvieron a Ruiz-Poveda como inspiración a su obra.
Madrid acogió su primera exposición individual en 1965 y fue su localidad natal, Elgoibar, quien mostró sus últimas obras en la muestra 'Materia y color', en abril de 2024, una invitación a descubrir el «hito en su prolífica carrera, enfocándose en una etapa donde la realidad se ve superada por la abstracción de la materia y el color, un lenguaje visual que ha madurado a lo largo de sus viajes y experiencias personales».
De sus más de siete décadas de trabajo artístico destacan las escenas al callejero de Madrid ('Piedralaves', 'Calle de Segovia', 'Las Peñuelas', 'Plaza de Piedralaves' o 'Ribera de Curtidores'. Recreó escenas de la cultura popular en 'Apunte de toros', 'Payasos en rojo', 'Apunte de caballo' o 'Manolín'. Y sus experiencias internacionales se reflejaron en obras como 'Tres clochares', 'Fakir hindú', 'Ramboullet' (Francia) o algunos enclaves del paisaje vasco.
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