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Cantan Ángeles y Dioni que «para ver a Camela hay que buscar en la mirada de un niño que comienza a amar». Un verso hecho ... en realidad. La primera fila así lo ha ilustrado: niñas de 3 años tarareando el repertorio de memoria. A su lado, una chica con la intención de que Mari Ángeles, la cuñada, le escribiese «sueño contigo» en el brazo: «Me lo quiero tatuar», clamaba la fan desde las butacas.
Narrando la obertura, los 30 (más uno o dos de Camela) han causado auténtico fervor en uno de los Kursaales más concurridos. Asistentes entregados dieron la bienvenida al dúo que, con el 'brilli-brilli' y el 'corazón indomable' de los cuñadísimos, dieron comienzo a la fiesta tecno-rumbera. Un plano general a las butacas del auditorio, afincado en los asientos frente al dinamismo que pide su repertorio, para analizar los diferentes perfiles: familias que han crecido con sus canciones, cuadrillas que se despendolan con sus hits, amigas que han forjado sus romances 'al son de de la melancolía' y las 'lágrimas de amor' que ahora ondean jóvenes y mayores y que lo han dado todo por la fiesta y el repertorio que ha marcado ha varias generaciones.
Camela es de todos y para todos. «Tenemos un público diverso. Nos vienen a ver niños porque lanzamos mensajes muy bonitos y directos. ¿Metáforas? Por supuesto, pero las justas», dicen a menudo sobre sus canciones. Una chispeante y enérgica banda arropaba a la pareja que ya lleva tres décadas. ¿El secreto de su éxito? Un surtido de buenas canciones «y una sólida relación» de Dioni con la hermana de Ángeles. «Por eso llevo tanto tiempo con tu hermana, siempre estoy contigo», dice Dioni. Y Dioni da una vuelta. Y otra. Y así hasta que el Kursaal ha caído en una devota entrega a los himnos rumberos más aclamados del pop español. «Y eso que no nos han nominado ni a un Grammy. Nuestro premio es vuestro cariño», dedicaba Ángeles por su fiesta de cumpleaños. Una gira con la que están recorriendo el país con más de noventa conciertos por año y que lleva ya varias paradas en Euskadi. Una de las últimas, en junio de 2024, cuando enamoraron a toda una entregada Irun. De hecho, muchos irundarras repitieron este domingo a la cita en Donostia.
Una comunión rimbombante que se nutrió de un repertorio inteligente, con un buen arranque, un gran final y un entreacto decaído, con más discurso que música, pero que de igual forma conquistó a los presentes. Conectan mágicamente con sus fieles, se nutren de sus coros e incluso físicamente se entregan en cada concierto. No faltaron bailables, acústicos, nuevas versiones (la adaptación 'tablao' de 'Cuando zarpa el amor' con Ángeles y una sola guitarra) y 'hits' esperados. Las 'Lágrimas de amor' se hicieron derrogar hasta el final. Y una animada y reconocible versión despidió la noche, y con un deseo: «Espero que salgáis enamorados. Por ahí dicen que de los conciertos de Camela se sale prendado», augura Ángeles. Y así zarpó el amor y el público al ritmo de los acordes más chisposos del grupo, que regala sombreros y sigue rebobinando éxitos.
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