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J. F.
Martes, 20 de mayo 2025, 16:47
Algunos de los festivales musicales más importantes de España se encuentran en el ojo del huracán tras desvelarse la vinculación de uno de sus inversores, el fondo estadounidense KKR, con empresas y actividades relacionadas con Israel y los territorios palestinos. La situación ha provocado boicots por parte de algunos artistas y presiones políticas, a lo que los festivales afectados han respondido públicamente, condenando la «masacre del pueblo palestino» y defendiendo su total autonomía de gestión.
La polémica estalló al conocerse que KKR, un fondo de capital de riesgo con inversiones en firmas israelíes de ciberseguridad, centros de datos y propiedad mayoritaria de un conglomerado mediático que ofrece viviendas en territorios palestinos, según informaba El Salto, ha entrado en el accionariado de Superstruct Entertainment (SSE). Superstruct es una plataforma internacional que agrupa numerosos eventos culturales y musicales, y a la que están asociados importantes festivales españoles como Resurrection Fest, Viña Rock, Sónar o FIB.
A raíz de esta conexión, numerosas bandas y artistas han anunciado que no actuarán en festivales vinculados a esta estructura financiera, ejerciendo lo que Gigatron, una banda que ha cancelado su actuación en Resurrection Fest, denomina «objeción de conciencia». En su comunicado manifiestan que no pueden tocar en festivales «financiados por un fondo vinculado a un genocidio» sin traicionar sus valores. La banda expresa conocer de primera mano las «atrocidades que se cometen a diario sobre la población civil palestina».
Las reacciones no se limitan al ámbito artístico. En Villarrobledo, sede del Viña Rock, el partido político municipal Se Puede Villarrobledo ha exigido la ruptura del contrato con la empresa promotora actual, una auditoría ética, el fin de colaboraciones municipales con empresas vinculadas a la ocupación de Palestina y la aprobación de una moción para declarar el municipio «Libre de Apartheid Israelí».
Por su parte Resurrection Fest y Viña Rock, afectados por esta situación, han emitido sendos comunicados para responder a las acusaciones y la «desinformación».
Desde el Resurrection Fest, con sede en Viveiro (Lugo), han querido «dejar claro que no está vinculado a ninguna acción de los posibles inversores de sus socios, distanciándose de ellos y sus acciones». El festival subraya que su gestión es «totalmente independiente» y que KKR «no tiene ningún tipo de control sobre la gestión del mismo». Afirman rotundamente que «el festival no financia ninguna guerra». Reconocen que, como muchos grandes eventos, tienen socios externos como Superstruct para asegurar su futuro, y que KKR se encuentra entre los diversos socios internacionales de esta plataforma «desde hace tan sólo unos meses». El festival destaca que su independencia y sus valores éticos se han mantenido intactos durante 20 años, y que está organizado por empresas gallegas con «total autonomía en su gestión y toma de decisiones».
Por su parte, el Viña Rock ha calificado las acusaciones de «falsas» y «profundamente injustas», y ha puesto en marcha «acciones legales» contra quienes, según afirman, están detrás de una campaña de difamación con «intereses económicos». El festival confirma la participación de KKR en la estructura de Superstruct Entertainment (SSE), a la que pertenece, pero asegura que este fondo «no ejerce influencia alguna sobre el funcionamiento y mucho menos sobre la identidad, programación o valores del festival». Viña Rock también sostiene que su «independencia es total» y que solo responde a los intereses de su comunidad. En su comunicado, el festival defiende que «siempre ha defendido causas justas, como la palestina, desde la cultura, el arte y la música», y condena «sin matices la masacre que está sufriendo el pueblo palestino». Consideran «indignante» que se les señale como sospechosos de lo contrario, recordando su historia de «compromiso, denuncia y lucha por los derechos humanos».
Ambos festivales, a pesar de la controversia generada por los vínculos financieros indirectos con KKR, se reafirman en sus valores, su solidaridad con el pueblo palestino y su compromiso con la independencia de su gestión y programación frente a los inversores externos. Otros festivales asociados a Superstruct, como Sónar y FIB, también se ven afectados por esta situación, aunque aún no se han manifestado públicamente.
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