La divertida pillada a Karlos Arguiñano en pleno directo

Karlos Arguiñano sorprende cada día con sus recetas de cocina. El simpático cocinero de Beasain sigue dando mucho que hablar con todo tipo de propuestas y platos de lo más variados, cuyos secretos y proceso de elaboración acostumbra a explicar de forma amena y didáctica en 'Cocina abierta', el espacio que presenta a diario en Antena 3.

Eso sí, lo que no es tan habitual es que sea el propio Karlos Arguiñano a quien sorprendan 'in fraganti', con las manos en la masa… y, ni mucho menos, en plena preparación de la receta de cocina de turno. Y qué mejor muestra de ello que la reciente pillada en pleno directo de su hermana Eva, que le conoce a la perfección y a quien no le sorprendió el pequeño capricho que se dio el propio Karlos Arguiñano en pleno directo…

La anécdota tuvo lugar la pasada semana, cuando el popular chef se encontraba elaborando una receta de cocina de arroz caldoso con almejas y guisantes y rollo de merengue con fresas. Karlos Arguiñano completó la primera parte del menú sin contratiempos y después le tocó el turno a su hermana Eva, una veterana repostera que colabora habitualmente en el programa.

Una vez elaborado el plato, Eva Arguiñano se puso manos a la obra para decorarlo y poner así el broche final al rollo de merengue: un poco de nata, unas fresas… y, en un visto y no visto, Karlos Arguiñano desapareció de cámara. ¿Dónde estaba el dicharachero cocinero? Eva le buscó con la mirada pero no le encontró: «Karlos, ¿dónde estás?». La cámara amplió su campo de visión y se pudo ver al propio Karlos Arguiñano de espaldas, a escondidas… y en plena faena llenando el estómago.

«Qué estás, ¿comiendo?», preguntó Eva Arguiñano, pidiendo explicaciones. Karlos no titubeó y con cara de no haber roto un plato inmediatamente entonó el 'mea culpa'. «Sí, es que no podía aguantar…, se excusó. Eva Arguiñano sonrió, complaciente. «Ya veo, ya veo. Hemos dicho para los cocineros pero... ¿me has dejado algo?», preguntó. Karlos Arguiñano, con el apetito ya saciado, confirmó generosamente: «Sí, te queda una puntita».

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