Villa Magdalena, la sala 'secreta' de Igeldo, participa en la feria ARCO por primera vez

Bien podría llamarse a Villa Magdalena 'la galería secreta de Igeldo', aunque su responsable, Cy Schnabel, prefiere llamarla 'sala privada de arte': está ubicada en una antigua dependencia de la villa del mismo nombre en la carretera del faro y solo puede visitarse con cita previa. Es un espacio pequeño, el estudio donde el artista Julian Schnabel pintaba en sus estancias donostiarras, y su hijo Cy, nacido en Nueva York pero buen conocedor de Donostia, lo convirtió en esta sala donde han expuesto ya numerosos artistas. Para visitarla hay que ar a través del Instagram o la web.

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Villa Magdalena, inmersa ahora en nuevos proyectos, disfruta de haber sido invitada al espacio 'Opening' de ARCO, que recoge a galerías con menos de siete años de vida. «Fue una alegría que Cristina Anglada, una de las comisarias que coordinan Opening, nos propusiera participar», explica Cy Schnabel. «Lo haremos con la línea que lleva Villa Magdalena, de apuesta por la pintura figurativa y narrativa y por artistas emergentes u otros más veteranos que aún no han recibido el reconocimieto del mercado, como mi tío Alejandro», en referencia a Alejando López Garmendia, el fallecido artista donostiarra «conocido en el País Vasco pero no tanto en el exterior».

Villa Magdalena es la única representación de Gipuzkoa en ARCO, y la bilbaína Carreras Múgica, la única vasca en la selección oficial de la feria.

En Villa Magdalena han expuesto ya Jou Morales y Mie Yim, «dos artistas cuya sensibilidad pictórica está influenciada por su herencia cultural. Tanto Morales como Yim comparten un interés por la narración figurativa y la reinvención de las tradiciones visuales históricas de sus respectivos países», dice el responsable de la sala. «Estos artistas son creadores de mitos, pintores narrativos que revelan reinos espirituales que tienden puentes entre el pasado y el presente».

Jou Morales ha desarrollado «un modo de expresión ligado a sus raíces oaxaqueñas». En el caso de la coreana Mie Yim hay «una tensión entre imágenes reconocibles y formas abstractas».