La inauguración de Artaleku el 18 de enero de 1987 ante el Granollers (21-16) significó el salto a la modernidad para un Bidasoa ... que jugaba en el frontón Uranzu, donde su pared izquierda y la grada delimitaban una pista de piedra que no cumplía las medidas reglamentarias y que era odiada por los rivales más por las incomodidades de todo tipo que sufrían que por el ambiente que generaba el cerca de medio millar de aficionados que acudía a cada partido. El 26 de noviembre de 1986, con una victoria ante el Barcelona, el club echó el cierre a una etapa de su historia. Hubo quien pensó que cambiar Uranzu por Artaleku significaría el final para un equipo que solía habitar cerca del abismo y que sin ese pequeño y antirreglamentario fortín estaba condenado más pronto que tarde al descenso. Cuatro meses después de estrenar su nueva pista el entonces Elgorriaga Bidasoa ganó la primera de sus dos ligas comenzando a escribir la leyenda de un pabellón temido tanto en Asobal como sobre todo en Europa.
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«Aunque lo suframos, aquí hay un ambientazo que es una gozada para el balonmano. Aquí se viene a sufrir, pero se respira balonmano y la gente es muy respetuosa, anima a su equipo y el equipo da más de sí. Aquí el Bidasoa se multiplica». Son palabras pronunciadas por Xavi Pascual tras un encuentro que el Barça ganó con apuros en Artaleku (23-26) en 2019.
Antonio García, histórico jugador del Granollers, elogia cada vez que puede a la afición irundarra a la que ha sufrido en infinidad de ocasiones, la última hace una semana, pero a la que también disfrutó durante la celebración del Torneo Internacional de España en 2016. «Con Artaleku todo es más fácil», escribió.
Y es que los números de Artaleku en Europa asustan. En su pista se han disputado 74 partidos europeos en diferentes competiciones con un saldo de 61 triunfos, tres empates y solo diez derrotas, dos de ellas ante equipos españoles (Barça y el CB Aragón). Es decir, un 82,43% de los partidos disputados han finalizado con victoria irundarra. Y eso que por Artaleku han pasado algunos de los mejores equipos del mundo.
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Allí hincaron la rodilla el Tusem Essen, el Milbersthoffen, el Stavanger, el Teka, el Gummersbach, el Veszprém, el OM Vitrolles, el Badel Zagreb, el Magdeburgo o más recientemente el PAUC, el Koldstat, el Sporting , el Nexe, el Wisla Plock, el Tatran Presov, el Benfica o el Limoges.
Y allí se han producido remontadas épicas como la protagonizada en 2000 ante el Dinamo de Astrakhan en los octavos de final de la Copa EHF. El Bidasoa, entonces dirigido por Julián Ruiz, se desplazó más de 5.000 kilómetros para visitar al Dinamo de Astrakhan y el varapalo fue importante, ya que los irundarras cayeron por 30-22 gracias a la estelar actuación de Andronov (8) y Slastschev (9). Pocos apostaban entonces por una remontada. Sin embargo los irundarras, liderados por Bojinovic (7), Cazal (6), Vico y Juan Domínguez (5) fueron capaces con la ayuda de un Artaleku entregado de voltear la eliminatoria (28-19) y clasificarse para los cuartos de final, forjando lo que se llamó el 'Espíritu de Astrakhan' al que apeló en la vuelta de las semifinales.
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Aquello no llegó a ser una remontada, pero todos recuerdan aquel partido ante el Magdeburgo dirigido por un exbidasotarra como Alfred Gislason que había vencido por 32-24 en Alemania y que en Artaleku, tras ir ganando por 9-14 en el minuto 40, terminó con el miedo metido en el cuerpo. El Bidasoa logró un parcial de 8-0 en los siguientes diez minutos que encendió el fuego en la grada. Magdeburgo estuvo doce minutos sin marcar y los de Julián Ruiz se pusieron a un gol de la gesta (23-16) a 20 segundos del final. Un lanzamiento de Kulechow destrozó las ilusiones guipuzcoanas, pero se volvió a demostrar que en Artaleku todo es posible.
«En aquel partido hubo un ambiente tremendo. El público tiró del equipo y debo reconocer que es mi mejor recuerdo como entrenador del Bidasoa. El Magdeburgo se confió y, cuando quiso reaccionar, nosotros estábamos metidos en la pelea. Les entró pánico y creo que lo podíamos haber conseguido si el partido dura dos o tres minutos más», recordó años después en DVJulián Ruiz.
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Más recientemente, en la Liga de Campeones, en 2020, el Bidasoa levantó un adverso 11-16 ante el Eurofarm Rabotnik para terminar imponiéndose por 26-25.
Más meritoria fue todavía la remontada frente al Tatran Presov de Slavko Goludza, el que fuera histórico jugador del Badel Zagreb. Los eslovacos ganaban por 19-25 a 12 minutos de la conclusión, pero un parcial de 8-2 culminado por Rodrigo Salinas propició un empate que supo a gloria (27-27).
«Lo teníamos en la mano y con nuestros errores hemos facilitado que el Bidasoa pudiera empatar. La afición ha empujado mucho y nuestros jugadores jóvenes no han sabido jugar los últimos minutos», reconoció Goludza.
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Jacobo Cuétara, que en los últimos años vivió desde el banquillo grandes noches europeas en Artaleku, dijo tras aquel partido ante el Tatran Presov que la del Bidasoa «puede ser una de las aficiones que más presiona de toda la Champions League. El tramo final del público ha sido espectacular, nunca había visto una cosa igual. Nos ha ayudado a remontar».
Mañana Artaleku sueña con volver a vivir una de esas grandes noches. Las entradas volaron según salieron a la venta y el ya vetusto pabellón irundarra, el único que ha acogido los partidos europeos del Bidasoa, presentará un aspecto envidiable para intentar prestar el penúltimo servicio a su equipo antes de ceder el testigo en unos pocos años al IAM (Irungo Areto Moldakorra), a donde el Bidasoa espera llegar instalado nuevamente entre la nobleza europea. «Necesitamos que Artaleku sea como el de las grandes ocasiones porque creo que hemos demostrado que podemos», dijo Álex Mozas tras el choque en Alemania. «Con el empuje de Artaleku creo que podemos soñar con la Final Four».
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Hoy el Bidasoa sueña, pero el 7 de mayo de 2011 vivió una pesadilla porque se jugó en Artaleku no sólo su permanencia en la División de Honor B, sino su supervivencia como club, ante el filial del Ademar. Artaleku se llenó y el Bidasoa ganó (27-19). Fernando Herrero, el técnico de entonces, habló emocionado. «La afición ha estado impresionante. Lo de los últimos partidos ha sido increíble y no lo he vivido en ningún otro lado. Esto no se puede dejar morir».
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