Beñardo García, en una imagen reciente en el polideportivo Artaleku de Irun donde tanto disfrutó con su Bidasoa. De la Hera
La despedida de...

Beñardo

Toño Puerta

Martes, 26 de diciembre 2023, 01:00

Ya no me pedirá en fechas señaladas que le corrija y adorne uno de sus emotivos mensajes para conmemorar las efemérides más importantes del Bidasoa. Durante la década prodigiosa, denominación que yo mismo acuñé para definir esos años de gloria del Bidasoa en los que un pueblo entero latió con sus proezas deportivas, compartí un sinfín de viajes y sobre todo conversaciones y confidencias con él, porque así era la vida entonces de los enviados especiales de un equipo de pueblo y tuve la suerte de trabajar en un medio, El Diario Vasco, que no escatimaba esfuerzos para acompañar a nuestro emblemático equipo allí donde compitiera, fuera en Liga, Copa Asobal, Copa del Rey o torneos europeos.

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Aunque mis pasos me condujeron hace dos décadas al otro lado del charco, a un país donde absolutamente nadie practica balonmano, seguimos ambos alimentando nuestra amistad. Las circunstancias han hecho imborrable el café que compartimos hace poco más de un mes, porque para siempre y sin remedio será el último, aprovechando mi ocasional paso por Irun, al día siguiente de la derrota ante el Granollers en Artaleku, que yo también presencié y desmenuzamos sintiéndonos directos protagonistas, cada uno a su modo, de lo que había acontecido.

Dicen que está comprobado que el abejorro, aerodinámicamente, a causa de su peso, tamaño y cuerpo, no puede volar, sólo que él no lo sabe. No creo que Beñardo se embarcara con esa ingenuidad en la aventura que lideró, sino que, al contrario, era consciente de que los sueños pueden hacerse realidad si se tiene el suficiente coraje para perseguirlos y se rodeó de la gente idónea para intentarlo. A él, víctima de su pasión, le sobraba entusiasmo, porque la pasión no la eliges, te elige ella.

En esta noche tan triste, me consuelo mirando las estrellas, porque en ese cielo vive ahora un amigo más. Y lo voy a extrañar.

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