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Lo que empezó como una temporada prometedora ha terminado en drama para el Real Unión. El histórico club irundarra abandona el fútbol de bronce 15 ... años después de su última salida, aunque aquella fue para pasar unas vacaciones de un año en Segunda División. Desde que se reorganizaron las categorías por debajo de Segunda, el Real Unión sólo ha conocido la 1ª RFEF, cuatro años en los que ha aprendido, en cabeza propia y ajena, la dureza de esta nueva competición.
Con la experiencia de las últimas dos campañas salvadas in extremis, el Real Unión diseñó una plantilla ambiciosa, pero se marcó desde el principio el objetivo de la permanencia. Quince caras nuevas sirvieron para reconstruir una plantilla que tras los vaivenes en el banquillo de la campaña anterior se puso en manos de Mikel Llorente.
Con él, el equipo arrancó por todo lo alto. El fútbol era dinámico, variado y atractivo. Los habituales de Gal aplaudieron con fervor incluso empates como contra el Amorebieta o el Barakaldo porque vieron «el mejor fútbol en años». Era un comentario generalizado.
Pero precisamente que los resultados no se acompasaran al gran nivel de juego (a falta de una explicación mejor para intentar entender lo que pasó) afectó a la confianza y eso derivó en una caída en picado de su capacidad competitiva, especialmente fuera de casa. Cinco derrotas a domicilio intercaladas en casa con 5 puntos de 12 fueron la sentencia para el técnico guipuzcoano.
Desde Birmingham llegó para sustituirlo Albert Carbó, hasta ese momento uno de los analistas de Unai Emery en el staff técnico del Aston Villa, aunque había mostrado buenas maneras como primer técnico en el fútbol regional catalán.
Le costó unas semanas revertir la dinámica del equipo. Mediado enero, el Real Unión enlazó cuatro victorias seguidas. Aunque ni Carbó ni el club en general se fiaban, la realidad era que, de repente, el aficionado txuribeltz echaba cuentas de cuánto habría de alargarse la racha para entrar en playoff.
No sucedió eso, sino casi lo contrario. Un saldo de 3 puntos de 15 posibles volvió a precipitar a los irundarras a la zona roja. A partir de ahí, el equipo sufrió para rentabilizar en puntos su mejor fútbol. El empate en León supo a poco pero se dio por bueno por haberse conseguido en casa del líder; el empate contra el Andorra en Gal, tres cuartos de lo mismo.
Tras perder en Ponferrada, el Real Unión encaró el momento clave de la temporada: en puestos de descenso y a siete jornadas del final, afrontaba dos partidos en casa contra rivales directos. Sacó los tres puntos contra el Lugo, pero no tuvo opción contra el Barça B.
A falta de cinco jornadas la situación se volvió crítica. Los esfuerzos de plantilla, staff, club, afición y ciudad rayaron cotas máximas. Fueron la derrota en Zamora y, sobre todo, el empate en casa frente a Osasuna B los que dejaron a los irundarras en una situación prácticamente imposible. Esta vez no ha habido milagro.
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