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El deporte femenino ha progresado durante los últimos años. Esa es una realidad, al igual que la es la innegable constatación de que todavía queda camino por recorrer. Sin embargo, muchas veces esas frases se quedan en el aire y solitarias, sin que las concreciones las acompañen. ¿Cuáles son y cómo se miden esas mejoras? ¿Qué es exactamente lo que falta? Mujeres que conviven con el deporte desde hace más de una década trasladan esas intenciones y objetivos a hechos.
En 2021 el CSD aprobó la profesionalización del fútbol femenino y el pasado septiembre, con más poder que nunca tras ser campeonas del mundo y con el 'Se Acabó' en todas las portadas se fue a la huelga mientras negociaba su nuevo convenio al no ver cumplidas sus peticiones. Las jugadoras lograron aumentar el salario mínimo de 16.000 euros a los 21.000 del actual curso.
El baloncesto logró hace tres meses renovar su convenio, cuya anterior versión era del 2008. El salario mínimo se ha actualizado de aquellos 600 euros mensuales –o el SMI, como ha terminado sucediendo hasta 2023– a los 16.000 euros durante los nueve meses que dura la temporada, además de la obligatoriedad de que la jornada sea completa.
Y aunque el componente económico sea clave, no es el único a tener en cuenta. En ciclismo la UCI estableció en 2021 que las corredoras del World Tour, la máxima categoría, tuviesen incluido el seguro de salud, permiso de maternidad, seguro de vida, un máximo de días de competición o un plan de pensiones, que además del salario mínimo de 32.100 euros son aspectos que Joane Somarriba, una de las mejores ciclistas del mundo entre 1999 y 2004, hubiese soñado tener.
Piragüismo
Maialen Chourraut tiene todas las medallas posibles que se pueden conseguir en unos Juegos Olímpicos. El oro de Río de Janeiro 2016, la plata de Tokio 2020 y el bronce de Londres 2012. Precisamente es en la cita olímpica donde la piragüista lasartearra ha observado el mayor avance en su disciplina. «Tanto las mujeres como los hombres competimos en las mismas modalidades: canoa individual –C1– y kayak individual –K1–, pero hasta los últimos Juegos de Tokio el K1 femenino no era olímpico, mientras que el K1 masculino sí lo era», desvela. «Antes no existía esa oportunidad y a las mujeres que hacían canoa ni se les pasaba por la cabeza participar en unos Juegos Olímpicos». «Me parece estar en condiciones de igualdad. No fue nada fácil de dar ese paso no, pero al final se dio y ahora ya estamos en igualdad en ese aspecto», valora Maialen Chourraut.
Chourraut cree que el piragüismo es «un deporte equitativo». «Entrenamos hombres y mujeres juntos, con los mismos entrenadores». Eso no quita, sin embargo, para que aún queden cosas pendientes por mejorar. «La conciliación es todavía mas difícil para la mujer que para el hombre», considera la palista, si bien advierte que «se están dado pasos adelante y poco a poco vamos normalizando la situación». La lasartearra pone un ejemplo que evidencia esta circunstancia. «Si cogemos los rankings mundiales de hombres y mujeres, veremos que en el top-ten hay muchos más hombres que son padres que mujeres que son madres. La diferencia es abismal. Empujaría y tomaría más medidas para que esa conciliación fuese real».
Ciclismo
Joane Somarriba ganó tres Tour de Francia y dos Giro de Italia. Una top mundial en los años del cambio de siglo que encontró su referente cuando con 13 años fue al Aubisque a ver el Tour masculino y se vio sorprendida con que antes de ellos iban a llegar ellas. «¡Había Tour femenino!». La de Gernika no recibió su merecido reconocimiento. «En el 2000 gané Giro y Tour y al año siguiente solo cobré hasta abril, el equipo se quedó sin dinero. Teníamos contratos basura». La ahora embajadora del Laboral-Kutxa, equipo de la segunda categoría mundial, está «disfrutando» viendo cómo ha crecido el ciclismo. «Es por lo que siempre hemos luchado, por tener las mismas oportunidades». Destaca que «antes nos teníamos que retirar para ser madres», y en la actualidad son varias las corredoras que lo han sido y están volviendo a la competición con total normalidad.
La brecha salarial, aunque se está reduciendo los últimos años, existe en el ciclismo. Si en 2020 los hombres de los equipos World Tour cobraban un 67,53% más que las mujeres de la misma categoría, la diferencia en 2021 se redujo al 44,21%. Somarriba, que en edades formativas competía contra chicos y transmite que su hija, en categoría infantil ahora, corre solo contra chicas, ve necesaria la mejora en el ciclismo base. «La formación me parece muy importante, son edades en las que hay mucha diferencia de nivel. Hay equipos que lo están haciendo muy bien, pero creo que hace falta que haya más equipos, estructuras, ayudas y sponsors».
Fútbol
Aintzane Encinas conoce mejor que nadie la evolución que ha experimentado el fútbol femenino en general y el equipo de la Real en particular. Colgó las botas en 2017 tras trece años en el conjunto txuri-urdin. «Veo que hoy en día el fútbol se mira con muchos mejores ojos que antes. Ahora hay más referentes, y las instituciones y los clubes lo apoyan y le dan más visibilidad», asegura. «Percibo sobre todo un mayor apoyo institucional para que las futbolistas se tengan que centrar solo en el fútbol. Hasta ahora las futbolistas han puesto mucho el foco en cosas externas al fútbol. El hecho de que ahora las protagonistas puedan centrarse solo en jugar es el mayor avance», valora la exjugadora de la Real.
Aún queda mucho camino por recorrer en el fútbol». Son las palabras de Aintzane Encinas al referirse a las necesidades que pesan aún sobre el fútbol. «La mayoría de las personas en puestos de dirección son hombres. Hay muy pocas mujeres que toman las decisiones y es importante que haya más en esos ámbitos. Los que toman las decisiones lo hacen con una mirada u otra, y esa mirada distinta también puede ayudar, sobre todo en cosas que hemos vivido». «Las mejoras también tienen que ver con el número de licencias de futbolistas. En Gipuzkoa el 20% de federadas son mujeres. Es un caso único. Además, hay muchas competiciones que podrían mejorar y tener su versión femenina, como es el caso de la Youth League», finaliza.
Baloncesto
Carmen Muguruza es la presidenta del IDK Euskotren, que llegó a la élite del baloncesto en 2013. «Cuando nosotras ascendemos la liga no tenía un patrocinador, y ahora es Endesa la que pone el nombre a la competición», mientras que en el capítulo de la inversión privada recuerda que «el club tenía por entonces una aportación en la partida de patrocinadores bajísima que no llegaba a los 20.000 euros y ahora esa cifra casi alcanza los 300.000 euros». Además, destaca «la mejora al nivel de estructura y profesionalización que ha habido en los clubes», tanto en los trabajos de marketing y comunicación como del staff técnico y médico, y el progreso en la calidad de vida de las jugadoras. «En 2013 todavía había jugadoras que alternaban estudios e incluso trabajos con lo que era jugar en esta categoría, y ahora todas las jugadoras son profesionales. Toda esa mejora general hace que las jugadoras trabajen en su trabajo con mejores condiciones y rindan a mayor nivel».
Que el camino sea el correcto no significa que se haya llegado al final de él, y Muguruza expresa que «todavía se necesita mayor profesionalización de las estructuras y del nivel salarial, que está lejos del deporte masculino». El salario mínimo en la ACB es de 28.000 euros. En la actualidad son los clubes los que pagan las producciones televisivas, por lo que no hay ingresos en ese apartado, y en el caso del IDK Euskotren una vía de mejora vendría a través de «las instalaciones de trabajo, del Josean Gasca». En 2017 en el IDK Euskotren fueron «un poco innovadoras» al renovar a la jugadora Toch Sarr, que estaba en ese momento embarazada. «Poco a poco se ha ido naturalizando eso, pero queda camino porque no está normalizado del todo. Las propias jugadoras tienen su reparo de parar su carrera un año para ser madres porque tampoco ven un contexto del todo seguro para ellas».
Atletismo
Naroa Agirre es sinónimo de atletismo. La donostiarra, olímpica en Atenas y Pekín, colgó la pértiga en 2018, pero aún conserva la mejor marca nacional en su disciplina. Reconoce que su deporte «siempre ha estado equiparado» y opina que «no me ha costado más por ser mujer. No he sentido esa discriminación». Considera que el atletismo «no tiene tanto para evolucionar» en comparación con otras disciplinas, aunque sí recuerda que cuando estaba en activo «si una deportista se quedaba embarazada perdía la beca al no obtener resultados, y se quedaba sin ella». Agirre aprecia que «se han dado pasos y ahora se cuida más eso. Ha habido una evolución desde que empecé y ahora se tienen en cuenta esos aspectos».
Nadie ha conseguido superar aún los registros de Naroa Agirre en el salto de pértiga. Su voz es una de las más autorizadas dentro del atletismo guipuzcoano. Cuestionada sobre los desafíos que aún le quedan por afrontar a su deporte en lo que a cuestión de igualdad se refiere, la donostiarra se piensa la respuesta. «El atletismo es una excepción en comparación con otros deportes y siempre me ha parecido muy justo», sostiene. «Tanto hombres como mujeres competimos en un mismo recinto. Todos tenemos unas mínimas. La primera chica gana lo mismo que el primer chico», explica. «Puede que otra persona piense que hay cosas para mejorar, pero yo ahora no veo nada concreto», concluye.
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