Profesiones de difícil cobertura | Técnicos de montaje y asistencia técnica

«Viajas mucho pero aprendes y ganas bien, a mí me gusta»

Euskadi, y sobre todo Gipuzkoa, son una referencia mundial en eso que conocemos como máquina-herramienta. Fruto de un trabajo y un esfuerzo inversor, de innovación y de competitividad a lo largo de años, nuestros bienes de equipo se venden en todo el mundo, también en países que cuentan con grandes fabricantes como pueda ser la todopoderosa Alemania, señal de que lo hacemos bien. Pero más allá del diseño y la concepción de la máquina, hay profesionales a los que les toca montarla, probarla en casa del cliente, que normalmente está a miles de kilómetros de la playa de La Concha, y acondicionarla en su puesta en marcha hasta comprobar que todo está en regla y se puede entregar. Gente muy preparada –con un manejo notable del inglés, don de gentes y cierta capacidad de ser 'embajador' de su empresa– de la que no se encuentra tanta y que se ha convertido en una 'joya' a mimar.

Hablamos de ingenieros de distinto tipo, pero también (y sobre todo) de personas con grados superiores en Formación Profesional, como nuestro protagonista de hoy, Ahmed Abdelhamid, que trabaja en el Servicio de Asistencia Técnica (SAT) de Geminis Lathes, de Elgoibar, y que en sus primeros seis meses en la empresa ya ha viajado a Estados Unidos, Italia, Francia o Suecia.

«A mí me gusta mucho viajar, hablo inglés y de esta forma lo mejoro constantemente, y encima aprendo un montón con cada cliente», apunta este joven (nacido en Alejandría hace 23 años y con doble nacionalidad) que no oculta que en su empleo «se gana bien».

Estudió un grado superior de Automatización y Robótica Industrial en la Escuela de Armería de Eibar –localidad donde reside–, un itinerario formativo que recomienda a quien quiera escucharle.

Eso sí, pese a su juventud Ahmed tiene los pies bien asentados en la tierra. «Tengo un amigo que cuando acabamos la FP pensaba que iba a ganar 3.000 euros al mes (ríe), y eso no es así, hombre, no te puedes pasar, hay que ir poco a poco», explica.

No tiene familia, y eso, añade, facilita un empleo que en otras personas a las que con eso que se llama 'cargas familiares' se les hace muy pesado. «Yo vivo bien, me estoy formando y mi objetivo es independizarme y tener una casa propia para tener más independencia», apunta satisfecho. Y añade, «supongo que cuando tenga una familia me costará más, pero ahora estoy feliz».

Ahmed es el más joven del equipo de SAT de su empresa, pilotado por Endika González, director de producción de la firma, que, con 80 personas de plantilla y 30 millones de facturación, vende fuera de España un 95% de su producción –especializada en tornos horizontales– a clientes como Alstom, Renfe, SCCF o Ansaldo-Hitachi (ferrocarril), Danieli, Tata Steel, Gerdau o UESC (siderurgia), FMC, Aramco o General Electric (en Oil&Gas) o ABB, Siemens, GE o Rolls Royce en energía.

González explica que ese colectivo de personas, compuesto por montadores (que trabajan sobre todo en casa), ingenieros de aplicaciones y técnicos de servicio técnico, que en definitiva montan, prueban, ponen a punto y reparan cuando es necesario las máquinas, «es complicado de encontrar».

«En general, hablamos de ingenieros mecánicos, eléctricos o de organización, pero también de grados de FP de mecatrónica, diseño o automatización, que, sencillamente, no hay». «Nos cuesta mucho encontrar», añade. «A pesar de las escuelas de FP, como el IMH de Eibar con el que colaboramos, la oferta de profesionales no es mucha, a lo que se une el hándicap de los viajes, que en función del profesional pueden ser de entre 50 y 150 días al año, y el del inglés», afirma.

La solución de Geminis para no 'quemar' a la plantilla, revela, es tener más personal y repartir las estancias fuera para que, en la medida de lo posible, no superen los 25 días. En cuanto a los salarios, apunta a unos 27.000 euros brutos al superar los primeros el primer año (que se hace con un contrato 'lehen aukera' que está subvencionado) y de 50.000 euros para un técnico de aplicaciones con algo más de experiencia y el plus de salidas.

Zigor Esnaola, responsable de relaciones empresas e instituciones en IMH, coincide con esa idea de que son «son perfiles muy demandados» y que responden a un empleo «muy bonito, sobre todo si te gustan los desafíos y la tecnología». Según explica, el sector va a necesitar 634 de estos técnicos en los próximos cuatro años.

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