Yon Arrieta | Director del Instituto Vasco de Medicina Legal
«Si las agresiones sexuales siguen al alza habrá que pensar en crear unidades forenses específicas»
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Yon Arrieta | Director del Instituto Vasco de Medicina Legal
«Si las agresiones sexuales siguen al alza habrá que pensar en crear unidades forenses específicas»Yon Arrieta (Bilbao, 1963) lleva más de tres décadas «disfrutando» de su profesión, la de médico forense. Desde hace dos años compagina su trabajo, en ... el que «siempre» encuentra «estímulos», con la dirección del Instituto Vasco de Medicina Legal, al que la creencia popular relaciona más con los muertos que con los vivos, con quienes la actividad forense cumple también una labor esencial.
– ¿En qué momento se encuentra el Instituto Vasco de Medicina Legal?
– Llevo toda la vida en el instituto, pero quizás ahora me entero de más cosas que antes no conocía. Estamos en un momento un poco complicado. Como casi todos los de España, la mayoría de los forenses estamos muy mayores y uno de los riesgos que tenemos es la falta de renovación y ver qué va a pasar dentro de muy poco. En cinco años más del 60%-70% del personal podremos estar jubilados.
– ¿La causa es la misma que padece la medicina en general o hay algo concreto que afecte a la medicina forense?
– La falta de recambio es el problema que hay en toda la medicina en Euskadi, en España y en casi todo el mundo, diría. Cada vez hay menos médicos. Esto se complica por varios factores. Una es que durante la carrera de medicina nos enseñan a trabajar de médicos, a asistir a gente y a intentar curar, y la nuestra es una profesión que no está muy publicitada. Y luego otra cosa es que cada vez tenemos más derechos reconocidos los trabajadores. Más días libres, más tiempo libre, más jubilaciones… Y todo eso hace que haga falta más gente. Es verdad que ha habido un factor importante para nosotros.
– Diga.
– Se ha creado la especialidad de medicina legal vía MIR. Están entrando médicos que están haciendo la residencia de medicina legal y que todavía no está muy claro cómo van a pasar a forenses, pero el objetivo es ese. Nosotros en el instituto tenemos dos residentes, este año en el MIR en España hemos sacado 17 plazas de medicina legal entre todos los institutos y esta semana se ha cubierto la última.
– El instituto de Gipuzkoa tuvo que derivar autopsias al de Bizkaia a finales de 2023 por falta de personal. ¿Fue algo puntual y ya está arreglado?
– Sí. Dentro de la organización de nuestro instituto tenemos especializaciones. Hay gente que se dedica a autopsias, a patología, a psiquiatría, a traumatología… Y en aquel momento de tres expertos en patología que había en Gipuzkoa quedaron en dos. La carga de trabajo era complicada pero asumible, pero obligaba a estar de guardia un fin de semana sí y otro no y es difícil de llevar, sobre todo cuando llega el verano, el compañero coge vacaciones, te quedas solo y hay problemas de bajas. Ha entrado otro compañero, están tres, y ahora ya no se plantea el problema de hace dos veranos.
– ¿Cómo vendería la medicina forense para que alguien se disponga a estudiar y querer trabajar de ello?
– Siempre que tenemos oportunidad en la universidad o con futuros estudiantes les decimos que la nuestra es una opción más y que es una buena posibilidad de trabajo. Llevo ya 35 años trabajando en esto y me lo he pasado bien. Me refiero a que he estado contento con mi trabajo. No me arrepiento de haber sido médico forense. Entre comillas, he disfrutado del trabajo.
– ¿Qué es lo que le gusta?
– Con la dirección a veces me cuesta más ver la parte positiva, pero siempre he creído que es una parte de la medicina bastante variada. No es monótona, no es todo igual, siempre hay algo nuevo que te estimula. Siempre he trabajado por dinero, me imagino que como la mayoría, pero aún así no tengo la sensación de haber sufrido por madrugar o por los días de trabajo.
– ¿La carga de trabajo es la misma que la de hace 20-30 años?
– Similar. Igual mis compañeros me tiran piedras por esto, pero yo creo que lo llevamos bien. A veces es complicada porque, por ejemplo, las guardias son muchas horas, pero cuando ves las cifras la carga de trabajo es, entre comillas, llevadera. De eso no me quejaría. Sí que deberíamos ir aumentando el número de trabajadores, pero más que nada por los derechos personales que cada vez se nos van reconociendo más. Hace falta que cada vez haya más gente trabajando para conseguir los mismos resultados.
– Los datos sobre el número de agresiones sexuales aumentan cada año. ¿Cómo les afecta?
– Este año todavía no he conseguido sacar la memoria de 2024, pero realmente la cifra de agresiones sexuales en Euskadi sigue aumentando. De 2021 para aquí ha subido casi un 30%. En 2024 rondamos las 500 agresiones. Las agresiones sexuales tienen dos tipos de atención: la que va en la guardia, en la atención urgente cuando nos trasladamos al hospital, y la otra en las unidades de psiquiatría y de evaluación forense integral. El volumen de las agresiones sexuales es una cosa que hay que tener muy en cuenta, incluso hay sitios en España que están haciendo unidades específicas para agresiones sexuales. En Euskadi no estamos en esas cifras, pero puede que en el futuro tengamos que pensarlo.
– ¿Por la cantidad de casos?
– Sí, ya te digo que ahora no estamos en esa situación, pero por ejemplo en Cataluña están haciendo figuras de guardia específicas para agresiones sexuales. Además, con los cambios que ha habido en la ley muchos casos han pasado a las unidades de evaluación forense integral, lo que supone una carga importante de trabajo para esas unidades y su forma de trabajo. Todos los incrementos en cifras suponen que en el futuro deberíamos tener aumentos de personal.
– En las pruebas periciales de los juicios también suelen participar los forenses del instituto para acreditar, por ejemplo, si ha habido lesiones o no en las agresiones sexuales. ¿Se acreditan lesiones en muchos casos?
– El que declara normalmente sobre si hay lesiones o no es el forense que atiende en la guardia a la víctima, y la existencia o no de lesiones depende normalmente de la violencia utilizada para la agresión. No podría decir si es muy frecuente, depende. Cuanta más violencia haya, más posible.
– En el juicio de Santi Coca, el joven que murió durante una paliza fuera de una discoteca en Donostia en 2019, a mucha gente, incluida la familia, le indignó que los forenses del instituto de Gipuzkoa afirmaran que la muerte podía haber sido natural porque no encontraron causalidad entre la pelea y el fallecimiento, mientras que los de Bizkaia descartaron la muerte natural. ¿Cómo puede explicarse esa discrepancia y que la muerte natural sea una posible causa en un caso de esas características?
– Lo primero de todo, no quisiera ponerme ni a favor ni en contra de nadie. Lo que sí es cierto es que hay muchas cosas en la medicina en general y en la forense en particular que no son blancas ni negras, hay muchos grises. A veces es la interpretación que cada uno hace en función de sus conocimientos, de las exploraciones y de su trabajo para determinar si es más blanco, más negro o más gris. Por ahí puede ir la diferencia entre las dos opiniones. Yo entiendo que fundamentalmente para la familia, pero también para la población en general, parezca que las cosas son muy sencillas, pero hay cosas que no son tan rígidas y donde dos y dos son cuatro. La mayoría de las veces no nos encontramos con cosas tan claras como esas.
– ¿Tan claras o tan complicadas?
– Quería decir que realmente la mayoría de las situaciones son más complicadas de lo que parece. Si a alguien que le encuentras muchas lesiones en un homicidio de arma blanca, por ejemplo, dices, 'hombre, pues ha muerto por eso', pero cuando las lesiones son más sutiles pueden tener diferentes orígenes y es complicado. Si las lesiones no son muy claras muchas veces podemos tener opiniones diferentes entre profesionales diferentes. Igual es difícil de entender hacia afuera, pero hacia adentro es así.
Las series de televisión han levantado unas expectativas sobre la profesión de los forenses que Yon Arrieta se encarga de rebajar.
- La idea general del trabajo de un forense es el de las autopsias, pero hay muchísimo trabajo más, ¿no?
- Cuando preguntas por la calle qué hace un forense, responden que hacen autopsias, parece que no hacemos nada más. Mi trabajo es el servicio de patología de Bizkaia, luego mi trabajo normal es hacer autopsias y luego las guardias, pero la realidad es que el 70% de la medicina forense no tiene nada que ver con las autopsias ni con la patología forense. Tiene mucha importancia la traumatología forense, la psiquiatría forense… Los forenses parece que solo hacemos autopsias y realmente es casi lo que menos practicamos.
- Hay un forense belga que es también escritor, Philippe Boxho, que está teniendo mucho éxito de ventas contando las aventuras de su trabajo. Ha vendido más de un millón de ejemplares. ¿Su profesión despierta la curiosidad de la ciudadanía?
- Cuando te juntas en una comida con gente parece que siempre tienes cosas más curiosas que contar que otros profesionales que están contigo. Suelo comer con mis compañeros médicos de promoción y parece que el resto de especialidades de medicina atraen menos. Habitualmente me llegan correos electrónicos de escritores o gente que va a escribir novelas y que quiere asesoramiento forense para tratar mejor el asunto.
- ¿Y esa curiosidad y atracción no se ha trasladado en garantizar el relevo generacional?
- Cuando empezó el CSI y toda aquella época de series de televisión sí que se acercó bastante más gente por lo que veían en las películas, aunque nosotros no hacemos nada parecido. Ni tenemos pistola, ni detenemos ni tenemos resultados de las pruebas en diez minutos.
- ¿Usted no se atreve a escribir un libro?
- No, no. Yo puedo charlar pero no tengo una habilidad literaria, esa virtud no la tengo.
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