La infanta María Eulalia de Borbón tuvo una vida que en su tiempo calificarían de disipada. Y, sin embargo, se ganó el cariño de los ... ciudadanos de Irun, donde pasó los últimos doce años de su vida.
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Hija menor de la reina Isabel II y hermana de Alfonso XII, la infanta Eulalia de Borbón (bautizada como María Eulalia Francisca de Asís Margarita Roberta Isabel Francisca de Paula Cristina María de la Piedad) fue desgraciada en su matrimonio, obligado, con su primo carnal Antonio de Orleans y Borbón. Aunque era sabido que ambos tenían amantes, su separación en 1900 fue todo un escándalo.
En 1911 escribió y publicó en Francia un libro titulado 'Au fil de la vie', bajo el seudónimo de 'Condesa de Ávila'. Su sobrino, el rey Alfonso XIII, prohibió su difusión en España por considerarla una obra demasiado feminista y moderna.
Su Alteza Real la infanta Eulalia vivió tras su separación un tiempo en París y conoció a varios monarcas europeos. Residió durante sus últimos doce años de vida en una villa de Irun, donde falleció en 1958, a los 94 años de edad. Su cadáver fue trasladado al panteón de infantes del Monasterio de El Escorial. De su paso por la ciudad guipuzcoana quedó una huella en el callejero irunés, la calle Infanta Eulalia, que traza una curva entre las calles Anaka y Misionero Lekuona.
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Recordamos a la infanta Eulalia al leer, en la crónica del Bidasoa publicada en EL DIARIO VASCO el 17 de abril de 1955, una noticia titulada: «Simpática carta de unos colegiales a S.A.R. la Infanta doña Eulalia de Borbón».
Contaban en ella que «un grupo de niños, alumnos de las Escuelas Viteri de esta ciudad, redactaron el día 21 de marzo una carta dirigida a S.A.R. la Infanta doña Eulalia de Borbón. Cada uno de los pequeños redactó un renglón de la misiva».
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La carta aún no había llegado a manos de «la egregia señora», que «se hallaba ligeramente indispuesta», pero reprodujeron en el periódico su contenido…
«Señora: En el mismo día que empieza la Florida Estación de 1955, queremos felicitar a V. A. pidiendo a Dios que todas las espinas de vuestras ochenta y cinco primaveras traspasadas se conviertan, de aquí en adelante, en flores que adornen vuestro camino hasta llegar al fin: el Cielo».
«Y con este deseo, os ofrecemos además, señora, un ramo de camelias rojas cogidas por nosotros, envuelto en el lema que nos sirve de modelo de escritura esta semana en la Escuela: 'Dios quiera, entre amorosa y sufrida, hacer siempre de mi vida ¡una eterna Primavera!».
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«A los pies de V. A., Sus amiguitos».
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